Ivana Mederos con los productos que elabora en Los Corralillos |
La Provincia
Muy feliz se encuentra por la proyección que están teniendo las
quesos que elabora, por los que ha logrado una veintena de premios
locales, insulares e incluso internacional. Ivana Mederos Rodríguez se
metió de lleno a quesera desde que se enamoró, hace nueve años, de su
marido, Fermín Guedes Martín, quien sigue una tradición de sus padres y
abuelos en la Quesería Los Corralillos.
La creativa vecina
agüimense elabora hasta una decena de quesos de distintos sabores.
Además de curados, semicurados y duros normales, ha hecho quesos de ajo,
orégano, pasas, arándanos, frutos secos, pimentón ahumado, pimienta y,
el último, embarrado de café. "Uso los condimentos por cambiar, porque
en los otros países se hacen quesos diferentes y yo he querido probar
cosas nuevas", dijo. "Todos los quesos raros que hago han tenido buena
aceptación", comentó Ivana, aunque tienen más salida los quesos de ajo y
orégano.
Esta quesera de Los Corralillos tiene ahora puesta su
vista en el nuevo certamen internacional de quesos que se celebrará el
próximo mes de noviembre en Inglaterra, donde presentará un queso
seminatural y otro de orégano. "Para mí fue un gran impulso el haber
ganado una medalla de oro en los World Cheese Awards, celebrado en el
auditorio Alfredo Kraus en 2009", manifestó.
Aunque
en estos momentos realiza una media de 25 quesos diarios con los 200
litros que producen sus 400 cabras y 20 ovejas, Ivana llega a hacer
hasta el doble en la temporada que las cabras han criado sus baifos.
"Estoy encantada con lo que hago y muy agradecida con mi suegra, Reyes
Martín, que tiene una gran voluntad y que ha sido quien me ha enseñado",
expresó Ivana.
"Es un proceso delicado, porque si no se hace bien
el queso sale soplado", apunta Ivana, que tarda 15 minutos en hacer
uno. "Se ordeña la cabra con la ordeñadora a las seis de la mañana,
llegando por tuberías a la cubeta de cuajado, donde se le echa el
fermento y a los 20 minutos se le pone el cuajo. Después inmediatamente
se le corta la cuajada, se elabora y desuera a mano, estando en la
prensa entre cinco y diez minutos", indica. A continuación le echa la
sal de manera artesanal, que quita al día siguiente para volver a poner
sal por la otra cara del queso. Al tercer día pasa a la cámara de
maduración, donde tras dos meses empiezan a venderlo. En estos momentos
tienen quesos de un año y medio.
Esta joven quesera agüimense está
contenta de haberse emparentado con una familia de pastores de varias
generaciones. "Antes de enamorarme de mi marido, hace nueve años, no
había visto ni una cabra", comentó. "Para mí esto ahora es vida, porque
sabes y experimentas con algo que la gente valora mucho, le gusta y te
lo dice", señaló, satisfecha de que cada año recibe entre dos y tres
premios.
Ivana asegura que sus quesos "saben siempre igual porque
nuestras cabras siempre comen la misma comida del campo del Sureste.
Estos años han sido malos de lluvia, pero intentamos mantenerles la
misma comida, con muy poco pienso", aclaró.