4 de noviembre de 2012

La Quesería Los Corralillos elabora, de forma artesanal, hasta una decena de quesos de distintos sabores

Domingo, 04 de noviembre.

Ivana Mederos con los productos que elabora en Los Corralillos
La Provincia
Muy feliz se encuentra por la proyección que están teniendo las quesos que elabora, por los que ha logrado una veintena de premios locales, insulares e incluso internacional. Ivana Mederos Rodríguez se metió de lleno a quesera desde que se enamoró, hace nueve años, de su marido, Fermín Guedes Martín, quien sigue una tradición de sus padres y abuelos en la Quesería Los Corralillos.
La creativa vecina agüimense elabora hasta una decena de quesos de distintos sabores. Además de curados, semicurados y duros normales, ha hecho quesos de ajo, orégano, pasas, arándanos, frutos secos, pimentón ahumado, pimienta y, el último, embarrado de café. "Uso los condimentos por cambiar, porque en los otros países se hacen quesos diferentes y yo he querido probar cosas nuevas", dijo. "Todos los quesos raros que hago han tenido buena aceptación", comentó Ivana, aunque tienen más salida los quesos de ajo y orégano.
Esta quesera de Los Corralillos tiene ahora puesta su vista en el nuevo certamen internacional de quesos que se celebrará el próximo mes de noviembre en Inglaterra, donde presentará un queso seminatural y otro de orégano. "Para mí fue un gran impulso el haber ganado una medalla de oro en los World Cheese Awards, celebrado en el auditorio Alfredo Kraus en 2009", manifestó.
Aunque en estos momentos realiza una media de 25 quesos diarios con los 200 litros que producen sus 400 cabras y 20 ovejas, Ivana llega a hacer hasta el doble en la temporada que las cabras han criado sus baifos. "Estoy encantada con lo que hago y muy agradecida con mi suegra, Reyes Martín, que tiene una gran voluntad y que ha sido quien me ha enseñado", expresó Ivana.
"Es un proceso delicado, porque si no se hace bien el queso sale soplado", apunta Ivana, que tarda 15 minutos en hacer uno. "Se ordeña la cabra con la ordeñadora a las seis de la mañana, llegando por tuberías a la cubeta de cuajado, donde se le echa el fermento y a los 20 minutos se le pone el cuajo. Después inmediatamente se le corta la cuajada, se elabora y desuera a mano, estando en la prensa entre cinco y diez minutos", indica. A continuación le echa la sal de manera artesanal, que quita al día siguiente para volver a poner sal por la otra cara del queso. Al tercer día pasa a la cámara de maduración, donde tras dos meses empiezan a venderlo. En estos momentos tienen quesos de un año y medio.
Esta joven quesera agüimense está contenta de haberse emparentado con una familia de pastores de varias generaciones. "Antes de enamorarme de mi marido, hace nueve años, no había visto ni una cabra", comentó. "Para mí esto ahora es vida, porque sabes y experimentas con algo que la gente valora mucho, le gusta y te lo dice", señaló, satisfecha de que cada año recibe entre dos y tres premios.
Ivana asegura que sus quesos "saben siempre igual porque nuestras cabras siempre comen la misma comida del campo del Sureste. Estos años han sido malos de lluvia, pero intentamos mantenerles la misma comida, con muy poco pienso", aclaró.