Jesús Vega*
Me van a permitir que hoy, a sólo unas horas de la Nochebuena, dé la
palabra a los niños para que sean ellos los que transmitan todo lo
ingenuo, bello, alegre y emotivo que trae la Navidad. Pablo, que ahora
tiene ocho años, le escribió una carta a Dios en la que le daba
gracias “por salvar de la operación que tuvo mi tío Juan Antonio”. Igual
que la de Pablo, he podido leer otros muchos mensajes que niños de 7 y 8
años de Gran Canaria han dirigido a su “querido Dios” o “amigo Jesús”.
Por ejemplo Raúl, con su, al parecer larga experiencia amorosa de nueve
años a punto de cumplir, se expresa así: “Hola Dios: Te escribo para
decirte gracias por hacer que tenga esta familia porque las quiero como
nunca he querido a nadie”. Otros, como Jonay, hacen una larga relación
de primos y amigos con los que se pelean habitualmente para pedir a
Jesús que le ayude a llevarse bien. Y María utiliza la lógica para
contarle a Dios que, aunque está bien, “te agradezco por si me quieres
dar algo, pero si no, déjame como estoy”.
Son bastantes los niños, como Nerea o Aythami, que lo único que piden
en sus cartas es que ayuden a sus padres a buscar un trabajo. O se
preocupan de la salud de los demás. Como Carla que está “sufriendo
algo” por la salud de su abuela y pide a Dios que le eche una manita.
Yamila le cuenta a Jesús que va a tener una hermana y desea “que nazca
bien y que mis abuelos se mueran tarde”. Y Andreas, preocupado también
por sus abuelos, pide a Dios que cuide de ellos, “pero acuérdate que
viven en Málaga”.
Llama la atención en estas cartas que la mayoría de los niños
muestran una gran preocupación por los problemas sociales. Y que están
inquietos por la crisis, por el hambre, por la pobreza o por “los niños
que se han quedado huérfanos”, como cuenta Marta. Ainhoa quiere que la
gente sea feliz y deje de preocuparse tanto. Y July afirma con
rotundidad que está segura de que, si compartimos lo que tenemos,
seremos más felices “porque lo dijo el otro día el cura en la misa”.
Otros niños hacen preguntas directas a Dios. Yoel, por ejemplo,
quiere que Jesús responda si de verdad había un buey y una mula cuando
nació, “aunque ahora me doy cuenta de que, como eras muy pequeño, no te
dabas cuenta porque tampoco yo me acuerdo lo que había en el Materno
cuando yo nací”. Kiara pregunta si él conoce por el nombre a todos los
niños del mundo y a ella en particular. Y le da una pista por si hay
otra con el mismo nombre: “Yo soy la que tiene un lunar en la ceja”.
Yonay le pide que crezcan las plantas. Y Kati dice que ella tiene un
poco de miedo por algunas cosas que ha escuchado, “pero que no cree que
Dios le mande ya 'la del fin del mundo' porque sé que tú nos quieres
mucho”.
David y otros aprovechan para decirle a Jesús que lo quieren mucho,
mandarle “besos volados” o manifestar que, aunque “algunos dicen que
no has existido, yo creo que es mentira porque yo me he dado cuenta que
estás ahí”.
Hay más cartas igual de bellas y tiernas. Pero creo que la muestra
es suficiente para que ustedes comprendan que con ellas deseo que sean
tan felices como estos niños. Y que la Navidad nos siga ayudando a ser
más alegres y menos egoístas. Y que, aunque los tiempos sean duros, no
se pierda la ternura. ¡Feliz Nochebuena! ¡Feliz Navidad!
*Jesús Vega es párroco de Cruce de Arinaga y Playa de Arinaga (www.parroquiasdearinaga.com)