El escritor Antonio Lozano, en la Plaza Ntra. Sra. del Rosario |
EFE
Los prejuicios que han llevado
a rechazar al inmigrante en muchos sectores de la sociedad española han calado
incluso entre niños y jóvenes que llegan a decir "cosas terribles",
como que recibirían a pedradas a quien arriba exhausto en patera, convencidos
de que viene a quitarles lo suyo.
La existencia de actitudes así
la ha podido comprobar en un centro de Secundaria de Gran Canaria el profesor
Antonio Lozano, que, al preguntar a alumnos de 13 y 14 años qué harían de
presenciar en una playa la llegada de chicos como ellos a bordo de una
embarcación de inmigrantes irregulares, obtuvo casi siempre respuestas con un
mismo mensaje: tratar de echarlos de allí.
Esa es la contestación de
"la gran mayoría, salvo alguno que dice que iría a ayudarles y a ver si
necesitaban agua o algo: Que les tirarían piedras, que irían a echarlos o
llamarían a la Policía", asegura a Efe este docente, que acaba de publicar
"Me llamo Suleimán", una novela escrita, en parte, por respuestas
como esa.
El libro, publicado por Anaya en una
colección dirigida al público juvenil, narra la historia de un joven africano
llegado en cayuco y su autor aspira a que sirva para generar reflexión y debate
en las aulas en torno a cuál es la realidad de la inmigración.
Antonio Lozano es de los
convencidos de que de ese modo se puede promover la comprensión y la aceptación
de "un fenómeno que no es nuevo: es la propia historia de la
humanidad. La idea que, en general,
se tiene en nuestra sociedad de la inmigración es una imagen muy distorsionada,
que no tiene nada que ver con la realidad", sostiene el autor.
La novela se inspira en la
experiencia real de un muchacho de 16 años de Mali que llegó en cayuco a Gran
Canaria y fue a parar a un colegio donde él daba clases y "tenía que
asistir a lengua, matemáticas y demás, aunque no entendía una palabra de
español" por orden del Gobierno de Canarias, responsable legal de su
tutela.
Y narra, sobre todo, el viaje
que debe afrontar un inmigrante: "Quería hablar, fundamentalmente, de cómo
es ese viaje, porque es algo tremendo, un recorrido que se hace en condiciones
muy penosas" hasta el punto de que, "de hecho, muchísima gente muere
en el camino", subraya el escritor.
Lozano considera que conocer de
cerca a qué se exponen quienes optan por la emigración irregular como camino
para dejar la miseria y buscar un futuro mejor para sí y sus familias puede
ayudar a entender sus razones y a mirarles como iguales a quienes viven en sus
sociedades de acogida.
"La opinión de muchos es
que ellos vienen aquí y tienen los mejores coches, los mejores móviles, los
mejores trabajos... porque el Gobierno les da todo a ellos y a los de aquí
nada", expone.
Esa es una opinión que ha
escuchado repetir a sus estudiantes de distintos grupos en diferentes ocasiones
en las que ha sacado el asunto a debate. Lozano cree que ese parecer no nace de
la experiencia propia de los alumnos que la exponen, sino "de lo que han
escuchado en casa: no hay ninguna duda".
Y, frente a esos prejuicios,
Lozano apuesta por animar a "tratar de comprender al otro".
Algo que espera que facilite su
novela, que advierte que es "una ficción pero basada en la
realidad" que relata un viaje como el que hizo el Suleimán al que una vez
dio clases.
El libro toma su nombre, pero
no cuenta lo que le ocurrió a ese chico en concreto, sino una suma de las
penalidades que pasan quienes viven una experiencia semejante que el autor ha
construido documentándose a partir de varias fuentes.
Para Lozano, el propio viaje "da
la medida de la tragedia que supone la inmigración", puesto que puede suponer
"atravesar en condiciones durísimas, hacinados en camiones y sin medios,
el desierto, que ya es duro cruzar si se va bien pertrechado", o navegar
durante días en un cayuco, "en un espacio reducido lleno de gente que
tiene que hacer sus necesidades, pasando miedo y frío".