Elena Vega
A veces la
vida nos sorprende con sucesos y hechos casuales que superan la ficción más
macabra. Durante meses, las redes sociales se han visto desbordadas con mensajes
en contra de las prospecciones petrolíferas; a todas las manifestaciones
convocadas asistían guaguas desde Agüimes para mostrar su rechazo frente a la
decisión adoptada, con toda la provocación posible, la víspera del Día de
Canarias por el consejo de ministros encabezado por el Ministerio dependiente
de nuestro querido ministro canario, José Manuel Soria, y que sorprendió por la
rapidez y la precipitación, cuando el ministro citado anteriormente había
declarado que no estaría listo hasta principios de verano debido a la
complejidad técnica y a las alegaciones recibidas contra esta propuesta.
Y un mes y
medio más tarde ocurre lo que ninguno de nosotros imaginó ni en la más remota
de las casualidades: numerosas manchas de petróleo de casi un kilómetro invaden
las costas de nuestro municipio, con toda probabilidad debido a la limpieza de
las sentinas de un buque en alta mar y cuyos residuos se desplazaron hasta la
orilla, afectando a la Punta de la Sal, Cabrón y Las Monjas.
Sobran las
palabras para describir cómo se siente una persona del pueblo al llegar y
observar un panorama como éste; ver como tus espacios de baño, pesca, paseo o
relajación están cubiertos de una enorme capa negra que deja un paisaje
desolador. Sobran las palabras cuando los responsables del ayuntamiento piden
desde el miércoles ayuda a otras administraciones y éstas no llegaron hasta el
jueves. Sobran las palabras cuando ves al Presidente del Gobierno de Canarias
pasear con traje de chaqueta por la orilla, lamentando lo sucedido con la cámara
al lado, para confirmar que estuvo por allí, haciendo declaraciones obvias que
todos sabemos. Sobran las palabras cuando frente a esto, ves a jóvenes, personas mayores; gente de
nuestra Arinaga de toda la vida, trabajando codo a codo con personas llegadas
desde todos los rincones de Gran Canaria; gente que igual está sin trabajo, o
con un sueldo mísero, pero que se fajó con todo el material y no dudó en
lanzarse a limpiar lo que hiciera falta en su tiempo libre; personas con fatigas, mareos, golpes de calor
que se exigían estar un poco más y que no quería abandonar la labor hasta
llegar al extremo de sus fuerzas; personal del ayuntamiento que ha estado allí
sin mirar el reloj, trabajando de forma incesante; bomberos del consorcio que
acudieron de forma altruista... Son todos ellos los que merecen mis respetos y el
de todos, porque será, en gran parte por su labor, que nuestro mar vuelva a
estar como antes.
Ojalá que
como resultado de este dramático hecho encontremos que el Ministro vea la luz y
no la factura, y se de cuenta de que lo sucedido en Arinaga el miércoles no es
sino una ínfima muestra del peligro potencial de lo que podría suceder si se
diese en un sondeo.
Ojalá, que a raíz de todo lo acontecido, muestre
de una vez por todas el respeto que su tierra y su gente merecen y que deje de
primar los intereses económicos y personales frente el sentir de los canarios.
El aviso
está hecho…