15 de octubre de 2015

Los dos acusados de violar a una menor en Arinaga niegan los hechos y alegan que es una venganza por robarle el móvil

Jueves, 15 de octubre.

Imagen de archivo de la batería militar de Arinaga
Redacción
Los dos jóvenes acusados de violar a una menor de 16 años en la batería militar abandonada en la Montaña de Arinaga,  al que la chica les acompañó tras quedar con ellos aseguraron ayer que practicaron sexo consentido y han achacado su denuncia al "rencor" y "resentimiento" porque le robaron el móvil.
Enfrentados a una posible condena de 14 años de cárcel por un delito de agresión sexual, los acusados han rechazado en la Audiencia de Las Palmas la versión de la denunciante sobre lo ocurrido el 9 de agosto de 2013 en la instalación de la Montaña de Arinaga.
La chica relató que quedó ese días con uno de sus presuntos violadores, a los que había conocido por medio de un amigo suyo tras entablar contacto por internet a través de las redes sociales, y luego mediante mensajes de teléfono móvil, y que aceptó ir con él al lugar pese a que apareció con un acompañante y le propuso dirigirse a un sitio apartado de las viviendas más cercanas.
Algo que hizo, según ha relatado, influida por el hecho de que justo el día anterior, cuando había quedado por primera vez con él para conocerlo, ambos jóvenes habían estado en Arinaga, donde ella reside, y habían visitado ya las grutas de la zona junto a amigos de ella.
Sin embargo, la chica, que había quedado con el primero de sus supuestos agresores, Francisco Miguel Q.H., "solo para ir a dar una vuelta", conforme a su testimonio, se vio sorprendida por el proceder de este y de su acompañante, Shariff S.O., que, conforme a su versión, la sujetaron y penetraron por vía vaginal por turnos pese a que se resistió a ello.
Frente a sus palabras, ambos acusados han sostenido que la menor accedió a participar con ellos en un trío sexual, no solo el día de los hechos denunciados sino también el anterior, y Shariff S.O, ha asegurado incluso que ya él antes había hecho el amor con ella a principios de la misma semana, después de que un tiempo atrás lo hiciera también un conocido suyo llamado Kevin que se la presentó.
Un dato este último que ha negado el propio Kevin, citado como testigo en la vista, donde ha respondido tajante, al preguntarle si había tenido relaciones sexuales con la chica: "No, qué va, eso es incierto".
Este testigo ha rebatido, además, otras afirmaciones de los acusados, como que desconocían si era o no menor de edad, al declarar que él les había confirmado que lo era.
Por otra parte, la versión de la chica fue respaldada por una psicóloga que la entrevistó y que ha declarado que al analizar su estado llegó a la conclusión de que su sintomatología "se corresponde con una vivencia traumática como la que ello denunció en su momento", si bien, tal y como trascendió en la prueba, "no presentaba lesiones físicas compatibles con un supuesto forcejeo, ni evidencias de una penetración forzada".
Además, ha opinado que "era una niña" y, que por lo que pudo apreciar en ella, "tenía una visión ingenua de las relaciones".
Tanto Francisco Miguel Q.H. como Shariff S.O. han insistido, sin embargo, en que accedió a yacer con ambos y que prueba de ello eran una foto que se hicieron el primero y la denunciante besándose para colgarla luego en internet y mensajes de móvil en los que hablaron de que ella llevara preservativos al que iba a ser su segundo encuentro.
La denunciante ha admitido esos mensajes, si bien asegurando que fue "en plan de broma" y que la foto se la hizo porque se lo pidieron "para darle celos a su novia".
Por el contrario, los acusados han reiterado que ella consintió y que su denuncia se debió, en palabras de Shariff S.O., a "resentimiento por el móvil", que le robaron para luego venderlo en una tienda de artículos de segunda mano, sentenciando: "Eso es lo que no me cabe en la cabeza".
Por su parte, el tribunal evidenció sus dudas sobre la realidad de lo sucedido en Arinaga a través de las incisivas preguntas a la denunciante. Especialmente inquisitivo se mostró el presidente de la Sala, Miguel Ángel Parramón, que advirtió a la testigo que conocía bien el lugar y que no le cuadraba mucho que, como ella había manifestado, se hubiera llevado a los acusados "para pasear" por un camino tan duro y desolado a las cuatro de la tarde de un día de agosto en Arinaga, donde hasta los lagartos se desalan.