La semana pasada terminé mi artículo “Cien por cien renovable” (que versaba sobre la necesidad de impulsar las energías limpias en este archipiélago) afirmando que desde el Cabildo vamos a diseñar un Plan Insular de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático 2016-2050 para la coordinación de políticas en la isla y en los municipios que aminoren los efectos del calentamiento global desde la implicación colectiva. Que vamos también, consecuentemente, a poner en marcha una Comisión Insular de Acción Contra el Cambio Climático que efectúe el control y seguimiento de las propuestas a realizar que tendrán que incidir, necesariamente, en nuevas formas de producir y consumir, en las renovables, la gestión del agua, la agricultura de cercanía, el transporte sostenible, el tratamiento limpio de los residuos, el turismo verde…
Afirmaba que esa era nuestra manera de comprometernos. Y es que no queda otra, hay que comprometerse. Las instituciones y también la ciudadanía. En distintas ocasiones me he referido a la especial fragilidad de Canarias ante los embates del cambio climático y a la constatación de fenómenos meteorológicos adversos: desplazamientos de los alisios, crecimiento del nivel del mar, calentamiento y acidificación de los océanos, etc. Esta semana, distintos expertos, de dentro y de fuera, han coincidido en señalar los riesgos del cambio climático para estas islas. El domingo 15 de noviembre, el Diario de Avisos dedicaba la portada y dos páginas interiores a hablar de este asunto. Según un grupo de expertos de la Universidad de La Laguna, Canarias no está preparada para los riesgos del cambio climático y no ha iniciado la toma de decisiones necesarias ante el calentamiento global. Advierten que los riesgos son climáticos, geomorfológicos, geológicos y antropogénicos. Que es preciso que se adapten las normativas para las nuevas construcciones y los planeamientos a las consecuencias del calentamiento global (los planes urbanísticos deberían disponer de informes de riesgo vinculantes) y que el calentamiento del agua marina en el entorno de nuestras islas aumentará el riesgo de precipitaciones extremas, mientras que el calentamiento del Sáhara hará que las olas de calor sean cada vez más fuertes y provoque, entre otras consecuencias, más incendios forestales. Tendremos, según, Pedro Dorta, Jaime Díaz, Abel López y Sara Cabello, lluvias y sequías más intensas, olas de calor, oleajes con más potencialidad de causar daños por la elevación del nivel del mar…
Unos días después el geógrafo, climatólogo y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU, Jonathan Gómez Cantero, venía a insistir en más de lo mismo. Para este experto en Planificación y Gestión de Riesgos Naturales, el calentamiento Global en Canarias bajará nuestro PIB y aumentará el desempleo. Según su análisis las lluvias torrenciales del mes pasado podrán ser algo normal en los otoños de Canarias a causa del aumento de la temperatura de nuestras aguas en 0,3 grados, lo que produce mayor cantidad de vapor de agua y más tormentas. Los veranos, más calurosos, resecarán también más intensamente las tierras y entonces las precipitaciones violentas producirán fuertes erosiones arrastrando hacia el mar el suelo fértil. Huyendo de este calor, la flora endémica está migrando a cotas más altas buscando más humedad y más fresco; la pesca será cada vez más escasa y difícil; las playas retrocederán; seguirán llegando especies de peces tropicales como el gallo aplomado o el gobio de punta dorada en detrimento de especies nativas como los corales o las estrellas de mar; vendrán más algas y organismos tóxicos como la ciguatera… También en estos días, para Javier Arístegui, investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, los efectos del cambio climático a largo plazo no son predecibles, pero si hay una certeza es que puede tener consecuencias catastróficas. El aumento del nivel del mar, la llegada de calima y de enfermedades tropicales, mayores tormentas o sequías y el descenso de la actividad primaria, son algunas de las consecuencias del cambio climático en Canarias.
En fin son algunas manifestaciones de expertos en los últimos días que se añaden a los continuos avisos de la comunidad científica en los últimos años. Pero por estos lares se actúa en muchos ámbitos de la administración pública y de la iniciativa privada como si todo esto no tuviera que ver con nosotros. Y los datos no son nuevos. Y las consecuencias no son recientes. Y las advertencias de la naturaleza y de los científicos no dejan de ser tozudas. Pero se actúa como quien oye llover, porque las dejaciones y las irresponsabilidades son enormes.
En 2007, Paulino Rivero anunció la creación de una Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático y puso al frente del proyecto a Faustino García Márquez, un intelectual y profesional de prestigio, que salió huyendo un año después de observar las perrerías que se pretendían hacer con el territorio. En 2009 se aprobó la Ley 3/2009, de 24 de abril, de la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático. En su preámbulo se señalaba textualmente que ( permítanme la cita amplia) “la lucha contra el cambio climático y la adopción de medidas para mitigarlo y adaptarse a sus efectos constituye la prioridad fundamental de cualquier proceso de desarrollo sostenible. La evidencia científica del cambio climático y la necesidad de actuar para paliar sus efectos han llevado a la adopción de compromisos a nivel mundial, europeo y estatal, entre los que destacan la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su adición, el Protocolo de Kioto, que tiene por objeto la reducción en la emisión de gases de efecto invernadero. Para su articulación y cumplimiento, se han desarrollado una serie de estrategias y programas de medidas y establecido estructuras administrativas adecuadas a las circunstancias de cada país. Por su situación geográfica, carácter insular y actividad económica dominante, Canarias es particularmente sensible al cambio climático, y ello hace tanto más necesario potenciar y articular su contribución efectiva a la mitigación del proceso y a la adaptación de la sociedad y la economía insulares a sus efectos. Las características socioeconómicas y ambientales del Archipiélago y, en especial, sus características territoriales sitúan la lucha contra el cambio climático, de forma específica, dentro del ámbito más amplio del proceso hacia formas de desarrollo más sostenibles, al coincidir en diversos campos, como la ordenación territorial, las medidas más efectivas aplicables en favor de la sostenibilidad y contra el cambio climático. La complejidad de una y otra tareas, que habrán de significar, en el largo plazo, un cambio de cultura, de políticas y formas de actuación pública y privada, y que requieren la conjunción de iniciativas de una multiplicidad de agentes igualmente públicos y privados, aconsejan, también en Canarias, la creación de un organismo, de carácter público y ámbito regional, que apoye, impulse, informe y coordine el complejo proceso. La velocidad del mismo, la cantidad de información generada y el carácter especializado y generalista de la misma y de los instrumentos, acciones y medidas a desarrollar aconsejan que dicho organismo tenga carácter autónomo, con plena capacidad de obrar para el cumplimiento de sus fines y autonomía funcional para el ejercicio de sus competencias, a fin de permitir una gestión más ágil, flexible y eficiente…”
Tres años después su último responsable, el socialista Álvaro Argani, se marcha dando un portazo y asegurando que solo estaba en el cargo sobreviviendo, sin medios, sin objetivos… "Era una oportunidad para convertirla en un motor para el desarrollo de las Islas, pero los gobiernos recortan en ciencia y en investigación", afirmó. La Ley 4/2012, de 25 de junio, de medidas administrativas y fiscales, remató la jugada finalmente y su artículo 1 recoge expresamente que “se extingue la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, creada por la Ley 3/2009, de 24 de abril, cuyas funciones y competencias se asumen por la Consejería competente en materia de sostenibilidad”. El mismo presidente que la ayudó a nacer terminó haciéndola desaparecer.
Hace unos días el Parlamento de Canarias acaba de aprobar unánimemente una propuesta de creación de un Observatorio del Cambio Climático. Le mandaba al gobierno a retomar la iniciativa aprobada en 2009 y eliminada en 2012. En el País Vasco, Valencia, Cataluña, Asturias, Extremadura o Madrid existen observatorios desde hace mucho tiempo. Pero resulta curioso que se apruebe por unanimidad la creación de un Observatorio del Clima en esta Comunidad mientras CC respalda la introducción del gas y habla ahora de eliminar la moratoria o mientras el PP anuncia una apuesta decidida por las renovables en precampaña electoral cuando ha estado toda la legislatura defendiendo el gas, el fracking, las prospecciones y el hachazo a las energías limpias. Así le va al clima. Así le va a Canarias.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomorales-blog.com)