Fernando T. Romero*
Según el Papa Francisco en su audiencia a los 27 líderes reunidos en el Salón Regio del Vaticano, con motivo del 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma, los problemas de la U.E. son los siguientes: empobrecimiento, respuesta hostil a la inmigración, homogeneización forzada, alejamiento de los ciudadanos y, como consecuencia, un renacer del populismo.
Sin embargo, de todos esos problemas, a los líderes europeos solo les preocupa una de las consecuencias de sus actos: el populismo; pero nunca sus causas porque quedarían todos muy bien retratados. No olvidemos que el renacer de la extrema derecha y de las oleadas de populismo indican que la causa última de todo es de carácter social.
Desde el principio, la U.E. fue criticada por la izquierda marxista como una comunidad de mercaderes: "la Europa de los mercaderes y no de los ciudadanos", decía Julio Anguita. Lamentablemente, la crisis del euro y su consecuencia de austeridad forzosa por el saqueo neoliberal, ha terminado por darle la razón, aunque se momentáneamente.
El Tratado de Maastricht (1992) proponía que el proyecto de la Unión Económica y Monetaria se complementaría con la consolidación del modelo social europeo. Pero una vez introducido el euro, la U.E. se olvidó por completo del establecimiento de su modelo social.
Únicamente se preocuparon de aprovechar la ocasión para extenderse geográfica y económicamente, como si es fuera sostenible sin avanzar en la integración de los pueblos: sus culturas, sentimientos, identidades y, sobre todo, el bienestar compartido.
Se ha demostrado que la fortaleza de Europa no puede basarse en sumar cada vez más estados, sino en la cohesión interna, política, económica y social. Como ha escrito Eugenio Fuentes, "si lo que corren más deprisa (los más ricos) no tienden la mano a los que van más despacio (solidaridad), tarde o temprano, la U.E. podría ser devorada por la marea populista".
En nombre de la supervivencia del euro (la nueva vaca sagrada), se exigieron recortes en las políticas sociales, la desregulación de los mercados de trabajo y la devaluación salarial. Y nuestro gobierno, además, para mostrarse más papista que nadie, reformó vía exprés el artículo 135 de la Constitución, que facilitó una reforma laboral de caballo ejecutada por el PP.
Es evidente que la U.E. necesita mostrar un rostro más humano para recuperar muchas voluntades ciudadanas. A pesar de todo, uno sigue apostando por el proyecto de integración europeo, pero sin hipocresía. Es común en este país que las críticas a la U.E. se resuelvan siempre con expresiones huevas y vacías como proponer "más Europa".
"Más Europa" significa unión fiscal, acuerdos justos sobre la deuda, elección directa del presidente de la Comisión Europea, concesión de verdaderas competencias al Parlamento, impuestos europeos, etc. Sin embargo, a corto o medio plazo, no existe esperanza alguna de que los estados vayan a dar un salto de semejante dimensión. La apuesta por "más Europa" es hoy por hoy un brindis al sol.
¿Cuál va a ser, mientras tanto, el coste social y democrático de esta larga espera? Es ya necesario y urgente debatir qué deben hacer los ciudadanos si la U.E. sigue favoreciendo las política neoliberales.
Y uno de los debates podría ser el plantear la renovación y redefinición de una propuesta socialista para Europa, pero también para España. Y lo primero es reconocer que el declive socialista no es de ahora. Repasando las últimas décadas, parece evidente que este declive se inició en los años 90 con la caída del muro de Berlín y una cierta "acomodación" de la socialdemocracia a determinados condicionantes impuestos por el capitalismo.
En este sentido, el PSOE puede y debe contribuir a la construcción de una alternativa política al capitalismo neoliberal, como se está haciendo con evidente éxito en Portugal con un pacto de gobierno nítidamente de izquierdas. Pero en España el socialismo anda enzarzado en luchas internas entre los que pujan por continuar con las política neoliberales los que no excluyen pactos de izquierda para sustituir a la derecha gobernante.
Para muestra, ahí tenemos a la Comisión Gestora bloqueando o tratando de boicotear el crowdfunding para la financiación del pre-candidato Pedro Sánchez, por considerarlo ilegal, según su interpretación de la Ley de Financiación de Partidos Políticos.
Sin embargo, Miguel Pasquau Liaño, magistrado y profesor de Derecho, considera que el régimen de donaciones solo es aplicable a los partidos políticos y no a Sánchez, ya que no existe ninguna ley que se ocupe de la financiación de proyectos políticos a los que no son cargos públicos. Y mucho menos, cuando, como se ha publicado, está previsto que el sobrante económico, si lo hubiere, Sánchez los destinaría a entidades benéficas o de utilidad pública, y no al partido. Por tanto, la Ley de Financiación de Partidos Políticos no sería aplicable al crowdfunding que aplica el pre-candidato socialista.
Pero el profesor José Antonio Pérez Tapias, miembro del Comité Federal del PSOE, profundiza aún más cuando dice que "es obvio que el proceso de elecciones primarias para la Secretaría General del PSOE está siendo poco ejemplar. Y es así porque el proceso viene viciado de origen, al haber arrancado de la conspiración para defenestrar a quien ostentaba la secretaría general del partido".
Y continúa: "Y si, además, el competidor indeseable es el antiguo secretario general al que se le derribó de su puesto por los más torticeros mecanismos, no se reparará en gastos, incluidos los de la deslegitimación ante la militancia y el descrédito ante la ciudadanía, para evitar que vuelva a ocupar el puesto del que fue desalojado".
Y termina diciendo: "Por todo ello, es de temer en este proceso de elecciones primarias las carencias en cuanto a transparencia, imparcialidad de los órganos dirigentes, igualdad de condiciones entre candidaturas y ausencia de indebidas presiones sobre quienes quieran avalar a un candidato o vayan a ejercer su derecho al voto".
Por otra parte, de todos es conocido que Susana Díaz ya ha presentado oficialmente su candidatura la secretaría general. El objetivo de su discurso, el de la Comisión Gestora y el de casi todos los barones territoriales consiste en que le militante entienda lo inconveniente que es apartarse del camino neoliberal que ha marcado el "aparato". Y ello, a pesar de que la abstención pro-Rajoy ha provocado un proceso de cierta desnaturalización en el que los ideales socialistas se muestran borrosos.
Y para coronarlo todo, ya desde el día antes del apoteósico acto de presentación de la Sra. Díaz, el presidente de la gestora, Javier Fernández, rechazaba públicamente que el PSOE fuera una "plataforma electoral al servicio de un líder".
Pero ese mismo señor no dijo nada respecto a que el PSOE podía convertirse en una plataforma electoral al servicio de una lideresa, como ocurrió al día siguiente, y que incluyó un inusitado decorado de antiguos "jarrones chinos" en lugares preferentes.
Los temores del profesor Pérez Tapias han empezado a hacerse realidad. Es la "neutralidad" de la Comisión Gestora.
*Fernando T. Romero es profesor de Secundaria.