A la izquierda de la imagen, la firma de Pino que certifica su visita a este impresionante paraje objeto de los vándalos (Foto: D. Rodríguez) |
Durante mucho tiempo, un impresionante cañón geológico, huella de piedra creado por el paso del agua durante miles de años, permaneció en el más absoluto secreto de los amantes de la geología y de la naturaleza como si trataran de salvarlo de la voracidad humana que tanto daño ha hecho a distintos paisajes de Gran Canaria. Cabe recordar, por ejemplo, entre otros muchos, los destrozos que se cometieron hace ya algún tiempo en los petroglifos de Los Letreros de Balos y en el Hombre de Guayadeque, en el Yacimiento de Morro del Cuervo, en Agüimes, o las pintadas, el pasado verano, en el entorno del Roque Nublo y Roque El Fraile, en el Parque Rural del Nublo.
Sin embargo, la publicación en las redes sociales de la localización exacta, cerca de Temisas, del denominado por algunas personas como el Gran Cañón de Agüimes, por el recuerdo, a una escala muy distinta, de estampas icónicas como las del Cañón del Colorado, en Estados Unidos, lo han convertido en un lugar de moda, aunque algunos impresentables lo hacen sin respetar el espectacular paraje que nos ofrece y se han atrevido incluso, recientemente, a dejar el testimonio de su visita, tal y como muestra la imagen tomada por el fotógrafo David Rodríguez (www.davidrodriguezfoto.com) el pasado fin de semana.
El lugar, es una joya geológica que no está protegida, un cañón de cenizas volcánicas producto, según la principal hipótesis, de miles de años de paciente modelado del agua que bajaba con fuerza por este barranco, según apunta en Canarias7 el ecologista y experto senderista Álvaro Monzón, que aclara que, pese a la creencia popular, este tajo no se encuentra en el Barranco de Las Vacas, que empieza mucho más abajo, sin en un tributario del mismo, el Barranco de Barafonso.