Infografía del cambio de hora para entrar en el horario de invierno |
Redacción
Esta próxima madrugada habrá que cambiar la hora y a las 02.00 horas los relojes se deberán atrasar sesenta minutos, por lo que volverá a ser la 01.00 horas, poniendo así fin al horario de verano y recuperando el de invierno.
El cambio, por el que mañana se dormirá un hora más, obedece al cumplimiento de la Directiva Europea del Cambio de Hora que pretende favorecer el ahorro energético, algo que podría cambiar en 2021, ya que la Comisión Europea ha propuesto eliminarlo, aunque lo deja en manos de los gobiernos, a los que ha pedido celeridad en la toma de decisión para conseguir que el último cambio de hora comunitario se realice el próximo año.
Según el calendario planteado por la Comisión Europea, el último cambio de hora obligatorio tendría lugar en marzo de 2021 y los estados miembros que deseen volver a la hora de invierno realizarían una última modificación en octubre.
No obstante, la Eurocámara se reserva la capacidad de prorrogar un año más el momento si considera que dicha eliminación pudiera "dañar significativa y permanentemente" el funcionamiento adecuado del mercado interior.
Según el calendario planteado por la Comisión Europea, el último cambio de hora obligatorio tendría lugar en marzo de 2021 y los estados miembros que deseen volver a la hora de invierno realizarían una última modificación en octubre.
No obstante, la Eurocámara se reserva la capacidad de prorrogar un año más el momento si considera que dicha eliminación pudiera "dañar significativa y permanentemente" el funcionamiento adecuado del mercado interior.
El cambio de hora y la vuelta al horario de invierno comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.
Sin embargo, tras la aprobación de la Novena Directiva aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, desde enero de 2001 el cambio se aplica con carácter indefinido. En la normativa española se incorporó mediante el Real decreto 236/2002, de 1 de marzo. Así, el cambio de hora se produce el último domingo de marzo (verano) y el último de octubre (invierno).
De acuerdo a las estimaciones del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), con carácter general el potencial de ahorro en iluminación podría suponer un 5 por ciento, lo que equivaldría a 300 millones de euros de ahorro según los precios vigentes.
De esa cantidad, 90 millones correspondería al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar, mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
El carácter indefinido de la aplicación del cambio de hora se adoptó por entenderse que "el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo".
En concreto, la fecha para el inicio de la hora de verano, y su finalización se producen el último domingo del mes de marzo y el último de octubre, respectivamente. La vocación de permanencia de la directiva permite que ciudadanos e instituciones públicas y privadas de la UE conozcan con anticipación las fechas del cambio horario para planificar su actividad sin necesidad de esperar a norma futura.
Según un estudio sobre el alcance y los efectos de la medida realizado por la Comisión Europea y presentado al Parlamento en 1999, el cambio de hora tiene impactos "positivos" no sólo sobre el ahorro sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
El IDAE señala que para alcanzar el potencial ahorro deberá realizarse un comportamiento "responsable" en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en edificios del terciario y en industrias.
Estas tecnologías ampliamente experimentadas consisten en fotocélulas o sensores de luz que apagan o regulan la iluminación artificial en función de la luz natural aportada a la zona, a través de ventanas o lucernarios, entre otras propuestas.