3 de marzo de 2020

Opinión: El agua en Gran Canaria

Martes, 3 de marzo.

Antonio Morales*
La escasez de agua es uno de los grandes problemas mundiales. Un suministro adecuado de agua potable es imprescindible para la salud, para la agricultura y para la industria. Según los datos del World Resources Institute (WRI), más de 1.000 millones de personas viven en regiones con insuficiencia de agua y hasta 3.500 millones podrían no tener las cantidades suficientes de este elemento en 2025. Sin llegar a los niveles de otras partes del mundo, lo cierto es que los recursos hídricos siempre han sido una importante y permanente fuente de preocupación en el archipiélago, especialmente en Gran Canaria, y por ese motivo en las últimas décadas se ha destinado una importante inversión, pública y privada, para cubrir la demanda.
Esta constante preocupación por el agua ha resurgido con fuerza en las últimas semanas debido a la persistente sequía que estamos sufriendo en Canarias, con precipitaciones que están un 75% por debajo de lo que deberían en esta época del año. Esta escasez de lluvias está generando alarma entre la población y sobre todo preocupación por el riego de cultivos de medianías y cumbre. La situación ha llevado a algunas organizaciones a pedir la declaración de emergencia hídrica, pero desde el Cabildo hemos explicado que no se dan las condiciones para adoptar tal decisión, dado que el agua de abasto para la población está garantizada. Es más, una declaración de emergencia perjudicaría notablemente a la agricultura.
A pesar de la garantía del agua de abasto, lo cierto es que el cambio climático acentuará las sequías haciéndolas más frecuentes y persistentes, por lo que necesitaremos “fabricar” más agua potable. El problema histórico del agua ha hecho que Canarias sea la comunidad con más experiencia en la explotación de plantas desalinizadoras. Desde que se construyera la primera en 1964, en las islas hemos utilizado casi todas las tecnologías de desalinización existentes. Es más, las Islas Canarias son el espacio territorial con mayor densidad de desaladoras por km2 en el mundo, con más de 300 plantas en explotación con una capacidad instalada de 600.000 metros cúbicos por día. Pero hoy por hoy los procesos de desalación tienen un alto coste de producción, y, en particular, un elevado consumo energético. Según un informe del instituto tecnológico de Canarias (ITC) producir agua desalinizada genera una dependencia energética en las islas de un 10% de la energía puesta en la red insular.
En Gran Canaria el agua desalinizada supone el 50% de la oferta total insular de agua. La isla cuenta con una capacidad total de desalación de agua de mar de 104 hectómetros cúbicos al año procedente de un total de 20 complejos de desalación públicos y privados. De los 78,3 hm3/año que se producen, 70 son para el suministro a la población y 9 hm3/año para la agricultura. Específicamente el Consejo Insular de Aguas explota en la actualidad cuatro desalinizadoras de ósmosis inversa que producen entre 5.000 y 15.000 metros cúbicos al día. Esto supone unos 9,5 hm3 de agua desalinizada que consumen el 15% de la energía eléctrica generada en la isla, lo que supone una facturación anual de unos 4,8 millones de euros.
Dedicamos asimismo un enorme esfuerzo en la reutilización de aguas negras (las depuramos casi en su totalidad)  haciendo una aportación de 12,7 hm3 anuales al sector agrícola de la isla, esto es, en torno al 50% de las aguas depuradas. Tenemos que conseguir que sea el 100%. Esta línea de trabajo es especialmente importante, ya que debemos centrarnos en el ciclo integral del agua y tiene beneficios adicionales como la reducción del aporte de contaminantes a los cursos naturales de agua, porque las diversas sustancias orgánicas son “filtradas” de manera natural biológicamente durante su infiltración a través del terreno de cultivo ya que algunos de sus componentes minerales serán absorbidos por las plantas.
Parece evidente por lo tanto que en nuestra agenda política de prioridades para convertir nuestra isla en un referente ambiental, la provisión de agua de manera sostenible y a precio asequible sea una prioridad para el actual gobierno del Cabildo insular. Una de las líneas de trabajo prioritarias es la transformación de las actuales instalaciones, combinando la desalación, depuración y reutilización con el empleo de energías sostenibles y sistemas de ahorro energético.
Por ese motivo pusimos en marcha el proyecto RENOVAGUA, un ambicioso plan para que 26 plantas de desalación y depuración, distribuidas por todo el territorio insular, se abastezcan de energías limpias. El Cabildo destina a esta propuesta un total de 18 millones de euros en cuatro anualidades desde 2017 a 2021. El objetivo es reducir en un 40 % el uso de energías convencionales en la producción y distribución de agua, dejar de emitir 17.000 toneladas de CO2 a la atmósfera y dejar de importar y consumir 4.670 toneladas de petróleo además de ahorrar dos millones de euros  de la cantidad total destinada a desalar agua.
La semana pasada dimos un nuevo paso al lanzar, junto con el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia e Innovación, una ambiciosa iniciativa que permitirá desarrollar y testar tecnología innovadora aplicada a la desalación de aguas en Gran Canaria por valor de 20 millones de euros. La iniciativa se enmarca en la consulta pública lanzada por el CDTI con el fin de averiguar qué actividades de I+D proponen las empresas españolas para resolver diversas necesidades públicas.
De las propuestas recibidas por parte de Canarias, el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial seleccionó la del Cabildo de Gran Canaria, un proyecto conjunto de la Sociedad de Promoción Económica y el Consejo Insular de Aguas que también contó con la colaboración del Instituto Tecnológico de Canarias. En distintos ámbitos de investigación, la convocatoria recibió 274 candidaturas de todo el país. El reto propuesto por el Cabildo es buscar soluciones tecnológicas innovadoras que hagan la desalación de aguas más eficiente, por lo que esta iniciativa permitirá crear un prototipo que sirva de demostrador tecnológico que podrá ser testado en Gran Canaria para optimizar la desalación de aguas.
El  proceso está en fase de recopilación de propuestas de las empresas, gracias a las cuales el CDTI podrá disponer de la información suficiente para licitar la compra pública de la tecnología, probarla, implantarla en las Islas e incluso exportarla a otras regiones del país. Además celebramos una jornada técnica con una veintena de empresas interesadas en la consulta. Esta novedosa iniciativa nos sitúa a la vanguardia de la desalación de agua y ayuda a afrontar el futuro con mucha mayor tranquilidad, porque vamos a disponer de soluciones tecnológicas eficientes para seguir fabricando agua, porque los acuíferos disminuyen y las sequías serán cada vez más intensas.
La transición ecológica que la emergencia climática nos obliga a hacer es sin duda un reto de una tremenda envergadura que plantea riesgos innegables desde el punto de vista social y económico. Pero es asimismo una enorme oportunidad para Canarias ya que cuenta con la “materia prima” de la nueva economía (energías renovables, mar, biodiversidad, centros de investigación e innovación etc.). No obstante tenemos que ser ambiciosos, abandonar el cortoplacismo y planificar a corto y medio plazo para adaptarnos y realizar la transición hacia la sostenibilidad de manera justa socialmente. La apuesta del Cabildo de Gran Canaria por la innovación para proveernos de agua de manera sostenible medioambiental y económicamente, ahorrando dinero y generando nuevas oportunidades de empleo, es un ejemplo de estas oportunidades de futuro.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)