7 de junio de 2020

Breve historia de la amistad con la Villa de Lagartera (Toledo)

Domingo, 7 de junio.

Teresita Ruano
Nos encontrábamos de veraneo en la playa de Arinaga (1980). Se presentó en mi casa Obdulia Suárez, delegada de la Sección Femeninaa encargada del taller de calados de Agüimes.
Con motivo de las fiestas del Rosario estaban pensando hacer un concurso sobre la procedencia del calado canario, pues se desconocía. Me propuso participar y, a los pocos días, le contesté que sí.
Me puse manos a la obra y empecé a preguntar a las viejas caladoras de Agüimes, Ingenio y Carrizal. Todas me decían lo mismo, que no sabían de donde venía, solo me hablaban de la forma de repartir, cobrar y los modelos que hacían. Una persona me contó que le habían dicho que procedía de los trabajos de los guanches canarios con el junco y la palma. Comprobamos que no tenía similitud con dichos trabajos ni nada que se pareciera.
Nos dirigimos al Museo Canario y hablamos con el bibliotecario, que nos contestó que sobre los calados no existía ninguna documentación en sus archivos. Nos presentó a un señor que estaba allí y que conocía sobre los tejidos. Él nos dijo que su estudio era sobre los telares para confeccionar tejidos de lana y lino y que no tenía ningún conocimiento sobre el calado canario. Pepita Olivares, al comentarle sobre el trabajo que iba a hacer, me trajo un libro que hablaba de la artesanía regional española y, en sus páginas, me tropecé con una foto de un trabajo muy parecido a nuestro calado y decía que era de artesanía lagarterana. No sabía dónde quedaba Lagartera y mirando el atlas descubrí que era una villa de Toledo. Escribí contándole al alcalde lo que tenía entre manos y si me podía enviar un muestrario. Mucha gente me comentó que para qué lo hice si probablemente este tipo de cartas iban a la papelera. Pero en este caso me contestaron muy amablemente, pues cayó en manos de un alcalde serio. A los pocos días recibí una contestación del secretario del ayuntamiento en la que me decía que se pondría manos a la obra con el asunto. 
Finalmente, cuando llegaron las fiestas presenté un trabajo con lo que había investigado, recibiendo un reconocimiento por ello. En el mes de diciembre recibí una preciosa toalla, muestrario de las labores lagarteranas, que conservo con mucho cariño y que tengo enmarcada con todo lujo y colgada en casa en un sitio preferido, aunque lamentablemente no se pudo presentar en la muestra de las fiestas porque ya habían finalizado.
El alcalde se llamaba D. Máximo Santillana García, se portó como un caballero y, a partir de ese momento, surgió una gran amistad que aún conservamos con sus hijas.
En nuestras conversaciones descubrimos que había muchos parecidos entre Agüimes y Lagartera, siendo lo que más me llamó la atención que a nosotros (la gente de Agüimes) nos llaman lagarteros. En las labores existen grandes parecidos, como las fiestas del Rosario, San Sebastián, los finaos, la casa puerta y otras muchos similitudes.
En estos años, el alcalde de Agüimes era D. José Armas Rodríguez, a quien le enseñamos el muestrario y le comentamos los parecidos entre nuestra villa y Lagartera. De ahí se iniciaron las conversaciones y posterior amistad entre los dos ayuntamientos.
En una primera visita, Máximo y su familia se hospedaron en nuestra casa. Al día siguiente fueron recibidos en el Ayuntamiento y, después de una amena conversación, fuimos invitados a comer a Arinaga.
En dos ocasiones Máximo visitó la Villa de Agüimes y el alcalde de Agüimes, Pepe Armas, y el por aquel entonces concejal, Antonio Morales, visitaron Lagartera, donde fueron agasajados con cariño y respeto. En octubre de 1994, un grupo de 50 personas de Lagartera nos visitaron y fueron recibidos en el ayuntamiento. Visitamos el hogar de pensionistas, el Cocodrilo Park, la desaladora, almorzamos en Guayadeque y recorrimos el casco histórico de Agüimes con visita a la iglesia, donde el párroco les dirigió unas palabras, y al atardecer el grupo La Villa hizo una demostración de nuestros bailes tradicionales.
En el mes de junio de 1995 fuimos una 50 personas de Agüimes a visitar Lagartera, que fuimos recibidos en el ayuntamiento; nos invitaron a una sangría en el hogar del pensionista, visitamos el museo de la artesanía y la iglesia, obsequiamos al párroco con un cuadro de la Virgen del Rosario, que se encuentra en la sacristía de la iglesia, recorrimos el caso antiguo, visitando casas donde veíamos los bordados. En ambas visitas hubo un intercambio de presentes que se conservan en los dos ayuntamientos.
Hablar de Lagartera en Agüimes o de Agüimes en Lagartera es muy habitual. Incluso cuando gente del pueblo visita la península, algunos suelen ir a esta villa y viceversa.