Jueves, 7 de octubre.
Fernando T. Romero
Es la tercera encíclica del Papa Francisco. La primera, “Lumen fidei” (“La luz de la fe”) fue publicada el 29 de junio de 2013, casi cuatro meses después de su elección (marzo), y fue escrita e inspirada en buena medida por su antecesor Benedicto XVI.
La segunda, “Laudato si” (“Alabado seas”) fue publicada el 24 de mayo de 2015. Constituye una orientación-reflexión en favor de una acción mundial rápida y unificada “para combatir la degradación ambiental y el cambio climático”.
Pero, en esta ocasión, nos centramos en la tercera encíclica: “Fratelli tutti” (“Hermanos todos”). Obsérvese algunos detalles: está redactada en italiano, no en latín, y fue dada a conocer el 4 de octubre de 2020, día de San Francisco de Asís. Un año después de su publicación, puede considerarse adecuado recordarla. Y coincide, además, con el momento en que, según algunas noticias, parece que el Papa se encuentra inmerso en determinada renovación interna de los poderes de la propia Iglesia.
Esta encíclica tiene como referencia teológica la parábola del Buen Samaritano. Trata sobre la fraternidad y la amistad social. En ella se esboza una cultura de la fraternidad que debe aplicarse a las relaciones internacionales.
El Papa propone un programa de vida en el que plantea el camino concreto a recorrer para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno desde lo cotidiano, la política y las instituciones.
También advierte contra los excesos del sistema, al entender que el ser humano tiene que estar por encima de la macroeconomía y de los beneficios de unos pocos. Y nos dice que el derecho a una vida digna es inalienable. De ahí, su interesante propuesta, auténtico programa de acción, para el tratamiento con humanidad al sempiterno problema de la inmigración.
Esta encíclica, “Fratelli tutti”, constituye una denuncia que, como alguien ha escrito, va contra la inhumanidad “vestida de Armani” que gobierna el mundo. Y, también va contra las injusticias que algunos disfrazan de racionalidad.
Algunos mensajes constituyen una denuncia vergonzante para muchos. El Papa se refiere al capitalismo imperante como un modelo que explota, descarta y mata al ser humano. Además, manifiesta su menosprecio al mercado que siempre fue sacrosanto. Y considera al neoliberalismo un “pensamiento pobre” y repetitivo en sus recetas, a pesar de ser o considerarse el motor que mueve al mundo.
Y es que una cosa es clamar contra el hambre en el mundo, así en abstracto; y otra muy distinta, es señalar con el dedo a los poderes económicos, a las multinacionales y a los especuladores financieros. Es así como se manifiesta el Papa en esta encíclica de recomendable lectura.
Sin embargo, lo más triste es percibir los abrumadores silencios de algunos, especialmente de esos cuyo único “dios” siempre ha sido el dinero; y para quienes defender los derechos de los más débiles no es justicia, sino populismo.
Por ello, no es casualidad que algunos medios de comunicación españoles se hayan quedado fríos con “Fratelli tutti” y apenas hayan informado. En su momento, hace un año, sólo El País y La Vanguardia recogieron en portada la noticia de la nueva encíclica. El silencio de medios como La Razón, El Mundo o ABC los delata: católicos, apostólicos y romanos, sí; pero, no con el Papa Francisco.
Resulta, por tanto, evidente que el contenido de esta carta encíclica no es del agrado de buena parte de la derecha sociológico-política de este país. Nada nuevo ni sorprendente.