Jueves, 3 de noviembre.
Fernando T. Romero*
Hace algunas décadas, nos sonreíamos porque nos parecía algo ridículo ver en algún documental en blanco y negro la imagen de un Hitler gesticulante y con un pequeño bigote, pero que casi se adueña de Europa. En cuanto a Mussolini, su imagen física nos sugería lo que, en términos actuales, llamaríamos actitud machista.
Y pensar que millones de personas perdieron la cabeza, siguieron y mitificaron a semejantes individuos. Es evidente, aunque parezca increíble, que la desinformación y el fanatismo condujeron a muchos ciudadanos a una conducta colectiva propia de un rebaño, que tuvo nefastas consecuencias para la humanidad: la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Sin embargo, en los años 80 y 90 del siglo XX, el mundo había evolucionado y en nuestro pensamiento no cabían personajes de tal calibre, al menos en lo que llamamos el primer mundo. Europa se cohesionaba consolidándose la U.E. y se diseñaba la moneda común, los Estados Unidos continuaban liderando el mundo, la URSS y su sistema se diluía como un azucarillo y el gigante chino permanecía todavía dormido. Entonces, los dirigentes buscaban unir, sumar y cohesionar.
Pero llegamos al siglo XXI: la moneda única europea beneficia sobre todo a las grandes corporaciones en detrimento de los ciudadanos, y la construcción de la Europa social cayó en el olvido. Además, en el nuevo milenio se produce el impacto del 11-S y vuelven las guerras de religión (moros contra cristianos y viceversa), como si regresáramos casi mil años atrás a los tiempos de las Cruzadas (1096-1291), y el gigante chino despierta de su letargo y ya compite económicamente con los E.E. U.U.
De pronto, la sociedad y sus dirigentes comienzan una nueva tendencia: disgregar, dividir y restar. En los dos últimos lustros han resurgido los nacionalismos radicales, la normalidad política se ha hecho más intolerante y el diálogo entre algunos lideres se ha vuelto casi imposible. Por último, una pandemia seguida de tambores de guerra y sus consecuencias, junto a una alarma medioambiental inquietante, coronan la realidad de nuestro tiempo presente.
Y, por si fuera poco, todo indica que en la actualidad nos encontramos ante un regreso de los caudillos, con toda una compleja y variada realidad de situaciones; pero que, cada uno, parece que consigue su adaptación al medio. Muchos ya están en el poder y otros esperan en la banda: Orbán, Daniel Ortega, Diaz-Canel, Maduro, Putin, Bolsonaro, Donald Trump, Xi Jinping, Marine Le Pen, Giorgia Meloni, etc. ¿Por qué esta tendencia de la sociedad de volver a buscar caudillos?
¿Qué pasa con la democracia? ¿Qué está ocurriendo? Es como si ahora la democracia empezara a dar síntomas de agotamiento. Esperemos que no. Pero tanto es así, que mandatarios elegidos democráticamente y con toda legitimidad, empiezan a mostrar tics autocráticos impensables en otros tiempos.
¿Qué fue de los tiempos, en los que los dirigentes se regían por la razón y las líneas rojas eran infranqueables y respetadas? Es urgente reivindicar la democracia, recuperar determinados valores, reforzar el diálogo y consolidar los derechos y las libertades alcanzadas.
Y mucho más en estas fechas, en que nuestro país ha celebrado el 40º aniversario de una ilusionante fiesta de la democracia (el arrollador triunfo democrático del PSOE el 28 de octubre de 1982). Pero, ojo, también celebramos el centenario de la llegada al poder de Benito Mussolini, el fundador del fascismo (30 de octubre de 1922), algunos de cuyos seguidores parecen haberse reencarnado en el presente. Por eso, no podemos cerrar los ojos o ser indiferentes ante el panorama político actual de Europa y del mundo.
Los derechos y libertades individuales hay que cuidarlos y defenderlos siempre. La mejor manera de mejorar todo lo público y de luchar contra la xenofobia, el racismo, el ataque a las minorías y contra las desigualdades sociales, es la democracia. Y esto, se pongan como se pongan sus enemigos. Ahora bien, ¿cómo hacerlo? Nuestro entrañable Francisco Tarajano en un pequeño poema nos daba la siguiente lección: “Que qué hay que hacer, me preguntas gagueando. Lee, piensa, reflexiona. Lo demás está en tus manos".
*Fernando T. Romero es profesor y colaborador de Radio Agüimes Onda Libre.