Martes, 1 de noviembre.
Antonio Morales*
La Reserva Natural Especial de Las Dunas de Maspalomas es sin duda uno de los mayores tesoros ambientales y paisajísticos que tenemos en Gran Canaria. Contiene hasta 6 hábitats de interés comunitario; es uno de los parajes más queridos por los y las grancanarias y, al situarse en el corazón de uno de los principales destinos turísticos de Europa, es un paisaje ampliamente conocido por quienes nos visitan y difundido en publicaciones de toda Europa.
Pero su popularidad también supone un reto mayúsculo para su conservación ya que por sus características y por su emplazamiento es uno de los Espacios Naturales Protegidos sometido a una mayor presión humana. No obstante, los problemas que afrontan estas dunas no son exclusivamente provocados por la acción del ser humano, ya que también existen otros más específicos relacionados con la propia dinámica del sistema dunar.
Según un estudio encargado por el Ministerio de Medio Ambiente en 2006 y realizado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria y expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la formación del campo dunar se produjo hace poco más de dos siglos como consecuencia de un fenómeno que depositó grandes cantidades de sedimento marino, en un momento muy determinado, pero cuyo aporte cesó. El estudio apunta que ese fenómeno pudo ser un tsunami producido por un terremoto en Lisboa en 1755.
Este tsunami habría provocado olas de hasta 15 metros de altura que habrían arrastrado hasta la superficie las grandes cantidades de arena sumergida que conformaron el campo dunar. Dado que este aporte se produjo en un momento determinado al depositarse grandes cantidades de sedimento y que posteriormente el aporte se detuvo o decreció considerablemente, el ecosistema dunar pierde arena por el mar que no recupera. Es decir, en términos coloquiales podemos decir que las Dunas están en un lento proceso de desaparición.
Aunque se trata de un proceso natural, la urbanización de Playa del Inglés a partir de los años 60 alteró el flujo del viento, frenándolo en unas zonas y acelerándolo en otras, incrementando la erosión de las dunas. Esto provoca que en determinadas circunstancias se pierda arena por la Punta de la Bajeta (la unión entre Playa del Inglés y Maspalomas) que no vuelve. Se calcula que, de esta manera, se pierden unos 45.000 metros cúbicos de arena al año.
Además de la pérdida de arena, el espacio también se ve amenazado por la desaparición de balancones, una especie vegetal imprescindible para la retención de la arena y el freno a la erosión, así como por conductas incívicas como el abandono de basura o la creación de goros y otras formaciones con piedras que entorpecen la dinámica dunar. También por la llegada de especies invasoras, tanto vegetales como animales.
Para hacer frente al conjunto de problemas medioambientales que sufre este espacio, en 2018 pusimos en marcha el proyecto Masdunas, sin ninguna duda la propuesta de conservación y restauración ambiental más ambiciosa que se ha llevado a cabo en este espacio y probablemente en el conjunto de los espacios naturales de la isla.
El primer objetivo es frenar la pérdida de arena. Para ello se llevó a cabo una experiencia piloto consistente en extraer arena del fondo marino de la Punta de la Bajeta para reintegrarla en la parte seca de Playa del Inglés. De esta manera unos 60.000 metros cúbicos de arena se reincorporaron al sistema dunar de manera natural, transportados por la acción del viento. También se llevó a cabo la plantación de 583 ejemplares de balancones (Traganum moquinii) y captadores de arena para frenar la erosión y favorecer la formación de las dunas costeras.
Estas dos acciones tenían como objetivo principal frenar la pérdida de arena, pero Masdunas también contempla la mejora de la biodiversidad del espacio. La principal acción en este sentido ha sido la eliminación de especies vegetales y animales invasoras como tuneras, rabo de gato o las tilapias de Mozambique que llegaron a La Charca. En total se han eliminado 760 metros cúbicos de flora exótica invasora y se han capturado más de 250.000 ejemplares de tilapias de Mozambique.
Por último, se diseñaron estrategias para limitar los efectos nocivos de la presencia humana en las zonas de uso restringido y de exclusión. Para ello se rebalizaron los 8 Km de senderos que transcurren por dentro de la Reserva, con más de 1.500 bolardos verticales, y se instalaron nuevos carteles informativos, tanto en los senderos como alrededor de la zona de exclusión para evitar, por desconocimiento, el deterioro del paraje.
Y es que hay que recalcar que no se puede transitar libremente por las Dunas. Aunque parezca una acción inofensiva, el tránsito de cientos de miles de personas al año provoca afecciones a la vegetación, propicia el movimiento de piedras y la apertura de nuevos senderos, lo que altera los movimientos de las dunas y puede provocar una aceleración de la erosión.
Para garantizar el cumplimiento de estas medidas también se ha reforzado la vigilancia. En primer lugar la presencia de cuadrillas de trabajo para erradicar la presencia de especies invasoras también es una forma indirecta de controlar el espacio, ya que pueden informar a los visitantes de la prohibición de transitar o avisar a los agentes de la autoridad. Asimismo, hemos asignado nuevos agentes de medio ambiente para vigilar las 400 hectáreas de extensión de la reserva y se ha reforzado la colaboración con otros cuerpos de seguridad.
Pero ¿se han obtenido los resultados esperados? El primer y más importante resultado del proyecto Masdunas es que ha aumentado la cantidad de arena en el frente dunar, que era sin duda uno de los objetivos prioritarios del proyecto. Para ello han sido fundamentales las repoblaciones de balancones, que se han mostrado muy efectivas para frenar la erosión.
Por otro lado, el trabajo intenso y continuado sobre especies invasoras tanto vegetales como animales en el entorno de La Charca ha mejorado la biodiversidad. Creemos que también ha aumentado el nivel de concienciación de la población sobre la problemática de este espacio y cada vez son más las personas informadas de la prohibición de transitar por las Dunas.
Ahora bien, tal y como decíamos se trata de un espacio sometido a una gran presión humana, que además es muy extenso y accesible, por lo que aún queda mucho trabajo por hacer. Estamos en contacto con la Demarcación de Costas y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana para estudiar propuestas que perimetren la Reserva e impidan el acceso, pero integradas en el medio y sin afectar al paisaje.
Masdunas es una experiencia exitosa, un ejemplo de restauración y conservación ambiental que condensa la investigación científica que se ha hecho durante décadas y que, gracias a la colaboración entre instituciones, ha conseguido mejorar el nivel de conservación de la Reserva Natural Especial. Esta experiencia también ha sentado las bases para garantizar el futuro de este patrimonio colectivo de los hombres y mujeres de Gran Canaria.