Martes, 30 de enero.
Antonio Morales*
La semana pasada acudí a la inauguración de FITUR, una de las ferias de turismo más importantes del mundo. Estaba todo el sector presente y pudimos constatar que estamos en uno de los mejores años para el turismo grancanario, tanto en volumen de clientes, como en ocupación hotelera y facturación.
La mayoría de los destinos que acuden a Fitur lo hacen para hablar del proceso de recuperación tras las profundas transformaciones provocadas por la pandemia. Sin embargo, en Canarias ya no hablamos de recuperación puesto que lo consideramos una fase superada. Ahora estamos en un año de récord, cercano a los datos de 2017 que fue el mejor año para el sector. A falta de los últimos datos, todo parece apuntar a que cerraremos 2023 con 4,5 millones de visitantes, lo cual sería estadísticamente el segundo mejor año tras 2017.
También se espera que se supere la facturación de ese año gracias al aumento del gasto por viaje y por cliente, además del alza de costes e inflación. Los datos de conectividad de Gran Canaria son impresionantes, con cifras que nunca se habían alcanzado: tenemos conexiones con 153 aeropuertos de 25 países. Crecemos, igualmente, en 15 mercados, de los 18 en los que operamos.
Es cierto que el mercado nacional, los ciudadanos del resto de España que vienen a visitarnos, se ha reducido un 3,5%, aunque a falta de los datos de diciembre. Es posible que también acabe el año con un crecimiento en torno al 1%. Pero lo más destacable es que se han hecho grandes avances en la diversificación de mercados, la fortaleza del destino y la consecución de menos dependencia de los mercados habituales y sus posibles problemas. El ejemplo más notorio está en el mercado francés, que ha crecido un 63,6% respecto a 2019, con 38.500 clientes más al año, o el del gran crecimiento también del mercado nórdico.
Somos conscientes de que estas cifras nos sitúan ante el debate sobre el límite de capacidad de la isla y sus recursos y somos conocedores asimismo de que la sociedad grancanaria exige cada día mayor sostenibilidad. Por ello, en los últimos años el trabajo del Cabildo ha ido dirigido a mejorar la calidad del destino - el esfuerzo de la iniciativa empresarial ha sido también muy importante- y la calidad del cliente, que se traduce en un gasto más elevado, una mayor facturación y rendimiento económico y una distribución mejor por toda la isla.
Y precisamente por ello, creo que debemos aprovechar el gran momento de éxito turístico que vivimos para impulsar un gran acuerdo sobre el turismo en Canarias. Recientemente se publicaba el informe del Observatorio Canario de Turismo sobre vivienda vacacional y arrojaba algunos datos a tener muy en cuenta. El número de viviendas vacacionales en Canarias se ha duplicado desde 2017, es decir, en apenas 6 años y con una pandemia de por medio que provocó un 'cero turístico', estas viviendas han pasado de 25.000 a 50.000, especialmente en las capitales y los núcleos costeros.
Esta modalidad ya supone el 36% de todas las camas turísticas del archipiélago. En Las Palmas de Gran Canaria, sin ir más lejos, hay más plazas de vivienda vacacional que camas hoteleras. Es evidente que este aumento súbito genera importantes transformaciones y problemas en las ciudades y que se hace urgente y necesario ordenar esta actividad, estableciendo bien las zonas y las condiciones en las que se puede desarrollar.
El auge de redes sociales muy visuales como Instagram o Tiktok así como del marketing de 'influencers', y en general, un aumento de la generación de contenidos atractivos, está provocando que se difundan un gran número de infracciones ambientales, como personas que se cuelan en lugares protegidos en los que está prohibido el paso, actitudes irrespetuosas con el patrimonio etc, que generan alarma e indignación social. Son solo algunos ejemplos que nos señalan la imperiosa necesidad de abrir un amplio debate político, económico y social sobre el presente y futuro de nuestro principal nicho económico.
De un lado tenemos que asumir que no podemos crecer ilimitadamente y que ya se están viendo síntomas (escasez de agua, saturación de espacios naturales o problemas con la vivienda) que parecen indicar que estamos condicionados por nuestra capacidad de carga. El aumento de productividad, de facturación y de rentabilidad en el turismo tiene que venir necesariamente del incremento de la calidad del destino y de convertirnos en un referente mundial de sostenibilidad. Asimismo, se tienen que tomar medidas para frenar los impactos negativos del turismo en la sociedad y sus beneficios económicos deberían contribuir en mayor medida a paliar las desigualdades sociales.
Y es que esta industria, que se basa en ofrecer opciones de ocio y bienestar, requiere de legitimación social, ya que es evidente que nadie quiere ir a disfrutar o relajarse en un lugar en el que se siente rechazado. Y aunque no es masivo ni generalizado, si empiezan a hacerse notar pequeños cuestionamientos a los que es preciso atajar con buenas prácticas sociales y medioambientales.
Por otra parte, los sectores sociales críticos con la turistificación (un debate que está en auge en casi todas las zonas turísticas de España y en las principales capitales de Europa) tienen que entender que aunque diversifiquemos nuestro modelo, el turismo va a seguir siendo nuestra principal actividad, que los cambios son complejos y requieren tiempo, inversión, mucha coordinación institucional y un gran marco de acuerdo y consenso con el sector turístico. En caso contrario, podríamos dañar gravemente esta actividad y a los empleos y negocios de cientos de miles de personas en Canarias.
Nadie puede decir que durante mi mandato (que se aproxima a los 9 años) no he impulsado transformaciones en los ámbitos que eran competencia del Cabildo y que consideraba prioritarios. Pero todas esas medidas se han promovido intentando construir el mayor consenso social posible y procurando integrar las visiones de los diversos actores. Es la mejor manera de conseguir que los cambios sean sostenibles. Y es desde esa experiencia desde la que creo que hemos llegado a un punto de inflexión que requiere que trabajemos por un gran acuerdo sobre el turismo, que también es un acuerdo sobre el futuro de Gran Canaria y de Canarias.
Un acuerdo que hable y que integre aspectos estratégicos clave como el de la sostenibilidad y la disminución de la huella ecológica, la diversificación de la oferta y la innovación y la digitalización y que pasa, necesariamente, por las renovables, la seguridad hídrica, el consumo de productos de nuestro sector primario, el reciclado de los residuos, la formación profesional cualificada y especializada, la mejora de las condiciones laborales, una mayor universalización de los beneficios que nos aporta para que se contribuya en mayor medida a la reducción de las tasas de pobreza y la garantía de protección del territorio, el paisaje y de nuestros valores naturales, patrimoniales, culturales y de convivencia.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)