Domingo, 2 de junio.
Rosa Santa Daría
Sí, es verdad que muchos docentes tienen más vacaciones que el resto de los trabajadores. Sí, es verdad que hay malos docentes. Sí, es verdad que entran en el ejercicio de la docencia algunas personas buscando un sueldo y lo que ellos creen que es un trabajo cómodo. Sí, es verdad que algunos docentes no trabajan nada fuera del aula y dentro hacen poco.
Pero también es verdad que hay maravillosos profesionales de la Educación: interinos, funcionarios, jóvenes y mayores. Docentes que están en las aulas motivados por aprender y enseñar, docentes que al llegar a sus casas preparan las clases para que sus alumnos sean los mejores, los que más aprendan, aunque les cueste. Hay docentes que no tienen libre ni los fines de semana porque se pasan los años formándose en contenido y metodología para adaptarse a la diversidad del alumnado. Y es verdad que lo hacen con mucho gusto porque aprender y enseñar es una de las aventuras más interesantes de la vida.
Hoy me van a permitir que haga referencia a las personas que están detrás de cada buen profesional. Esos invisibles por los que poca gente se preocupa.
Hace pocos días vimos como Pedro Sánchez “aparcaba” la Presidencia para reflexionar sobre su entorno familiar. Cada día son más los deportistas que paran su carrera para centrarse en ellos mismos, no les bastan los momentos de gloria y de medallas. Los médicos son agredidos por el trabajo que hacen, nadie les pregunta cómo se sienten… La lista es larga y se pueden reconocer en ella muchos trabajadores que se saben afortunados por tener estabilidad laboral y un sueldo que les permite vivir con cierta holgura. Desgraciadamente, también es larga la de los profesionales que lo dan todo y ni tienen estabilidad ni sueldos dignos. No los olvidamos.
Es preciso recordar a esos maravillosos docentes que, sin ellos desearlo, están fuera del aula por enfermedades graves. De ellos quiero acordarme ahora para trasladarles la energía positiva que se almacena en las aulas y que reconoce las semillas del conocimiento y humanidad que han sembrado a lo largo de todos estos cursos: se llaman Matemáticas , Lengua, Orientación y muchas otras disciplinas que cada uno de ustedes puede añadir. A veces no son los más populares por su nivel de exigencia en la formación y evaluación, pero son los más necesarios en estos tiempos de laxitud que tristemente define a muchos otros.
Nadie sale a la calle a manifestar su apoyo, nadie se manifiesta para pedir calidad y exigencia en el sistema educativo, porque somos el eslabón débil de esta cadena: la Administración y las familias no parecen demandar profesionales serios en la docencia, solo aprobados, de ahí este sistema de acceso y de permanencia en las aulas. Por eso yo, crítica con este sistema, reivindico con la palabra el reconocimiento del buen profesorado que ha ayudado a la formación de actuales profesionales de todos los ámbitos laborales.