Martes, 5 de noviembre.
Antonio Morales*
El pasado jueves convocamos a los medios de comunicación para trasladar a la sociedad grancanaria un triste y a la vez esperado descubrimiento que nos va a permitir dar un paso más que posibilitará que entre todos y todas levantemos una de las losas de olvido que pesan sobre la memoria democrática de esta comunidad insular. El Cabildo de Gran Canaria ha tenido que sumergirse, literalmente, en las entrañas de la isla, en un lugar donde se entrelazan el origen mismo de la tierra que pisamos y el terrible escenario de los acontecimientos más oscuros y cobardes de nuestra historia reciente. Para “minar la tierra hasta encontrarte”, como canta Miguel Hernández a Ramon Sijé.
Quisieron borrar las huellas de sus crímenes. Y durante demasiado tiempo se permitió que el silencio se impusiera al sonoro eco del terror que ejercieron. Sin embargo, este Cabildo ha querido contribuir a seguir rasgando el velo de la desmemoria. En la mañana del 31 de octubre, día oficial del recuerdo de las víctimas del franquismo según la Ley de Memoria Democrática, quisimos desvelar los resultados iniciales de la primera intervención arqueológica, todavía en curso, en el interior de la Sima de Jinámar, trabajo a cargo del Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Presidencia de esta institución insular.
Gran Canaria nació de los volcanes. Trágicamente, también hubo personas que eligieron un alejado emplazamiento volcánico para transformarlo en un escenario de horror y represión. Cualquiera que se acerque hasta el borde de la Sima de Jinámar puede comprobar que la cavidad se asemeja a una gran boca abierta, muda, aunque parece querer contar a gritos el relato de trágicos episodios escritos a sangre y fuego.
Con estas investigaciones, el Cabildo desea otorgar voz eterna a las personas represaliadas, a sus familias y al recuerdo de una sociedad sometida. Respaldamos también la construcción de una sociedad basada en la paz y los valores democráticos. Sobre todo ahora, cuando se eleva a nuestro alrededor el rumor de quienes parecen anhelar lo peor de nuestro pasado y hacen sonar sin descanso campanas que nos traen el sonido de tiempos que no deben repetirse. Debemos levantar diques para evitarlo. Y uno de los más importantes es la lucha contra la amnesia. Por eso, quiero pedirles que hagamos nuestros los versos de Octavio Paz, para que cualquier atisbo de duda en esta senda se vea cegado y deslumbrado por el hueso, por la lívida centella entre simas y golfos de tiniebla.
La Sima de Jinámar fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico por su importancia para la memoria colectiva de Gran Canaria y de Canarias. En este enclave, donde yacen el polvo y las piedras de este ayer que no olvidamos, ha intervenido el Cabildo - desde el área de Patrimonio Histórico, que coordina el Vicepresidente Segundo, Teodoro Sosa- con actuaciones directas que comenzaron en 2021, con la inspección del fondo de la Sima, en colaboración con el Consorcio de Emergencias de Gran Canaria a los que agradezco su enorme aportación. Estos trabajos prosiguieron en 2023 con la prospección exterior y han desembocado en esta primera intervención arqueológica.
Con su descenso, el personal técnico - los arqueólogos insulares Xabi Velasco y José Guillén, con su equipo y el apoyo logístico de Tagorock- ha llevado a más de ochenta metros bajo tierra la mirada y el sentimiento de Gran Canaria. Los resultados de esta iniciativa aún deben ser sometidos a análisis más minuciosos, además de que se llevarán a cabo nuevos descensos. Sin embargo, ya podemos decir que se ha arrojado más luz donde hace casi noventa años se volcara tanta oscuridad.
Los primeros resultados corroboran el hallazgo de restos óseos pertenecientes a 3 ó 4 adultos varones. Se trata de restos inconexos, removidos por los aportes sedimentarios, la acción del agua y otros agentes naturales, pero que desvelan, por ejemplo, el impacto en la cabeza de las balas mortales.
Hay brillos que hielan. Es el caso de dos casquillos, probablemente pertenecientes a un fusil Mauser usado por los verdugos e idénticos a los encontrados en el Pozo de Tenoya. Resulta elocuente que en los rastreos en el exterior de la chimenea volcánica con un detector de metales no se encontraron evidencias de los fusilamientos, una prueba más de la voluntad de ocultar el rastro de los asesinatos.
Se han hallado igualmente objetos y pertenencias cotidianas, íntimas, que hablan por sí mismas y que nos hacen enmudecer de rabia y emoción. Les hablo de suelas y otras partes del calzado que usaron las víctimas en su último camino por este mundo. También un peine, botones, una cartera, una peseta.
Les quitaron la vida y, de paso, la paz y la dignidad de toda una isla. Estos vestigios ayudan a certificar que los crímenes tuvieron lugar durante la guerra civil y los años posteriores.
Por el momento, desconocemos las identidades. No obstante, la labor del Cabildo permite contar con nuevos elementos de identificación. Al respecto, y para añadir todos los esfuerzos posibles a esta tarea de restitución, resultaría de gran utilidad la base de datos genética, herramienta contemplada en la Ley Canaria de Memoria Histórica, por lo que hacemos una petición al Gobierno de Canarias para que trabaje en su desarrollo.
Podemos imaginar el dolor infligido. Ponernos en la piel de hijos e hijas, de aquellas mujeres que, a veces, incluso rehusaban hacer uso del luto acostumbrado en la época para evitar más pesares y castigos. Es fácil empatizar con aquellos hogares que sentían los pasos fúnebres, la llamada en la puerta, los gritos rabiosos de brigadas del amanecer que conducían en realidad a la noche final.
Se estima que cerca de 500 personas se adentraron en esa noche por unas ideas, por defender derechos laborales, por un chivatazo o por una enemistad con alguien cercano al nuevo régimen del pavor. Lograron tender una densa capa de miedo. Acabaron con centenares de vidas, pero querían exterminar las libertades, que también acabaron sepultadas en el fondo de simas, pozos y costas. Una metáfora de la muerte en el más amplio sentido de la palabra.
Esta acción no es un hecho aislado. Forma parte del compromiso del Cabildo con la causa. Tanto en la Sima como en el Pozo del Barranco de Arucas se han dignificado estos espacios con la instalación de paneles informativos y esculturas conmemorativas para convertirlos en ámbitos de divulgación, conciliación y homenaje. La intervención del Cabildo en el Pozo de Tenoya logró recuperar 14 hombres con claros signos de muerte violenta, siete de los cuales pudieron ser identificados, emergiendo historias sobre las que pesaba un manto de postergación.
El Cabildo coeditó junto al Ayuntamiento de Arucas el libro sobre los represaliados del franquismo en este municipio, el primer trabajo monográfico sobre una exhumación en el archipiélago. Como dijo Eduardo Galeano con palabras que parecían dictadas para aquella publicación, fue un texto “escrito para que no se vayan”. Creo que este mismo ánimo llena hoy esta casa común de los grancanarios y grancanarias.
Este mismo esfuerzo del Cabildo cristalizó en las investigaciones realizadas en el Cementerio de Vegueta, que permitieron recabar una importante e inédita información histórica sobre el yugo de la dictadura en la isla; o en la producción del documental ‘Simiente sobre tierra’ y el posterior ciclo de proyecciones y conferencias.
Quiero terminar subrayando que las actuaciones en materia de memoria histórica persiguen la verdad, la justicia, la reparación y, sobre todo, las garantías de no repetición. Sí, la verdad a base de un trabajo exhaustivo y sistemático de recuperación de evidencias como las que se presentan y que proyectan claridad sobre unos hechos que fueron una evidente violación de los derechos humanos.
Estos datos abren la puerta a la justicia y a la reparación de las víctimas, en particular si se consigue su identificación y la recuperación de su memoria para las personas a las que se les ocultaron estos asesinatos, poniendo límites así a la impunidad a través de las políticas públicas, como hace este Cabildo.
Cualquier vía en esta dirección nos ha sido y nos será válida en el futuro con el fin de llegar hasta el fondo de aquellos lugares donde reinaron las sombras. Lo haremos con una antorcha moderna, solidaria y democrática; para quemar el olvido, mantener a raya a los lobos del pasado y alumbrar un amplio espacio de convivencia.
Quisieron borrar las huellas de sus crímenes. Y durante demasiado tiempo se permitió que el silencio se impusiera al sonoro eco del terror que ejercieron. Sin embargo, este Cabildo ha querido contribuir a seguir rasgando el velo de la desmemoria. En la mañana del 31 de octubre, día oficial del recuerdo de las víctimas del franquismo según la Ley de Memoria Democrática, quisimos desvelar los resultados iniciales de la primera intervención arqueológica, todavía en curso, en el interior de la Sima de Jinámar, trabajo a cargo del Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Presidencia de esta institución insular.
Gran Canaria nació de los volcanes. Trágicamente, también hubo personas que eligieron un alejado emplazamiento volcánico para transformarlo en un escenario de horror y represión. Cualquiera que se acerque hasta el borde de la Sima de Jinámar puede comprobar que la cavidad se asemeja a una gran boca abierta, muda, aunque parece querer contar a gritos el relato de trágicos episodios escritos a sangre y fuego.
Con estas investigaciones, el Cabildo desea otorgar voz eterna a las personas represaliadas, a sus familias y al recuerdo de una sociedad sometida. Respaldamos también la construcción de una sociedad basada en la paz y los valores democráticos. Sobre todo ahora, cuando se eleva a nuestro alrededor el rumor de quienes parecen anhelar lo peor de nuestro pasado y hacen sonar sin descanso campanas que nos traen el sonido de tiempos que no deben repetirse. Debemos levantar diques para evitarlo. Y uno de los más importantes es la lucha contra la amnesia. Por eso, quiero pedirles que hagamos nuestros los versos de Octavio Paz, para que cualquier atisbo de duda en esta senda se vea cegado y deslumbrado por el hueso, por la lívida centella entre simas y golfos de tiniebla.
La Sima de Jinámar fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico por su importancia para la memoria colectiva de Gran Canaria y de Canarias. En este enclave, donde yacen el polvo y las piedras de este ayer que no olvidamos, ha intervenido el Cabildo - desde el área de Patrimonio Histórico, que coordina el Vicepresidente Segundo, Teodoro Sosa- con actuaciones directas que comenzaron en 2021, con la inspección del fondo de la Sima, en colaboración con el Consorcio de Emergencias de Gran Canaria a los que agradezco su enorme aportación. Estos trabajos prosiguieron en 2023 con la prospección exterior y han desembocado en esta primera intervención arqueológica.
Con su descenso, el personal técnico - los arqueólogos insulares Xabi Velasco y José Guillén, con su equipo y el apoyo logístico de Tagorock- ha llevado a más de ochenta metros bajo tierra la mirada y el sentimiento de Gran Canaria. Los resultados de esta iniciativa aún deben ser sometidos a análisis más minuciosos, además de que se llevarán a cabo nuevos descensos. Sin embargo, ya podemos decir que se ha arrojado más luz donde hace casi noventa años se volcara tanta oscuridad.
Los primeros resultados corroboran el hallazgo de restos óseos pertenecientes a 3 ó 4 adultos varones. Se trata de restos inconexos, removidos por los aportes sedimentarios, la acción del agua y otros agentes naturales, pero que desvelan, por ejemplo, el impacto en la cabeza de las balas mortales.
Hay brillos que hielan. Es el caso de dos casquillos, probablemente pertenecientes a un fusil Mauser usado por los verdugos e idénticos a los encontrados en el Pozo de Tenoya. Resulta elocuente que en los rastreos en el exterior de la chimenea volcánica con un detector de metales no se encontraron evidencias de los fusilamientos, una prueba más de la voluntad de ocultar el rastro de los asesinatos.
Se han hallado igualmente objetos y pertenencias cotidianas, íntimas, que hablan por sí mismas y que nos hacen enmudecer de rabia y emoción. Les hablo de suelas y otras partes del calzado que usaron las víctimas en su último camino por este mundo. También un peine, botones, una cartera, una peseta.
Les quitaron la vida y, de paso, la paz y la dignidad de toda una isla. Estos vestigios ayudan a certificar que los crímenes tuvieron lugar durante la guerra civil y los años posteriores.
Por el momento, desconocemos las identidades. No obstante, la labor del Cabildo permite contar con nuevos elementos de identificación. Al respecto, y para añadir todos los esfuerzos posibles a esta tarea de restitución, resultaría de gran utilidad la base de datos genética, herramienta contemplada en la Ley Canaria de Memoria Histórica, por lo que hacemos una petición al Gobierno de Canarias para que trabaje en su desarrollo.
Podemos imaginar el dolor infligido. Ponernos en la piel de hijos e hijas, de aquellas mujeres que, a veces, incluso rehusaban hacer uso del luto acostumbrado en la época para evitar más pesares y castigos. Es fácil empatizar con aquellos hogares que sentían los pasos fúnebres, la llamada en la puerta, los gritos rabiosos de brigadas del amanecer que conducían en realidad a la noche final.
Se estima que cerca de 500 personas se adentraron en esa noche por unas ideas, por defender derechos laborales, por un chivatazo o por una enemistad con alguien cercano al nuevo régimen del pavor. Lograron tender una densa capa de miedo. Acabaron con centenares de vidas, pero querían exterminar las libertades, que también acabaron sepultadas en el fondo de simas, pozos y costas. Una metáfora de la muerte en el más amplio sentido de la palabra.
Esta acción no es un hecho aislado. Forma parte del compromiso del Cabildo con la causa. Tanto en la Sima como en el Pozo del Barranco de Arucas se han dignificado estos espacios con la instalación de paneles informativos y esculturas conmemorativas para convertirlos en ámbitos de divulgación, conciliación y homenaje. La intervención del Cabildo en el Pozo de Tenoya logró recuperar 14 hombres con claros signos de muerte violenta, siete de los cuales pudieron ser identificados, emergiendo historias sobre las que pesaba un manto de postergación.
El Cabildo coeditó junto al Ayuntamiento de Arucas el libro sobre los represaliados del franquismo en este municipio, el primer trabajo monográfico sobre una exhumación en el archipiélago. Como dijo Eduardo Galeano con palabras que parecían dictadas para aquella publicación, fue un texto “escrito para que no se vayan”. Creo que este mismo ánimo llena hoy esta casa común de los grancanarios y grancanarias.
Este mismo esfuerzo del Cabildo cristalizó en las investigaciones realizadas en el Cementerio de Vegueta, que permitieron recabar una importante e inédita información histórica sobre el yugo de la dictadura en la isla; o en la producción del documental ‘Simiente sobre tierra’ y el posterior ciclo de proyecciones y conferencias.
Quiero terminar subrayando que las actuaciones en materia de memoria histórica persiguen la verdad, la justicia, la reparación y, sobre todo, las garantías de no repetición. Sí, la verdad a base de un trabajo exhaustivo y sistemático de recuperación de evidencias como las que se presentan y que proyectan claridad sobre unos hechos que fueron una evidente violación de los derechos humanos.
Estos datos abren la puerta a la justicia y a la reparación de las víctimas, en particular si se consigue su identificación y la recuperación de su memoria para las personas a las que se les ocultaron estos asesinatos, poniendo límites así a la impunidad a través de las políticas públicas, como hace este Cabildo.
Cualquier vía en esta dirección nos ha sido y nos será válida en el futuro con el fin de llegar hasta el fondo de aquellos lugares donde reinaron las sombras. Lo haremos con una antorcha moderna, solidaria y democrática; para quemar el olvido, mantener a raya a los lobos del pasado y alumbrar un amplio espacio de convivencia.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)