Jueves, 5 de diciembre.
Antonio Morales*
El futuro es una ventana que jamás podremos abrir de par en par si no dejamos que el aire de la justicia y la luz de la memoria penetren antes en las estancias más oscuras de nuestra casa común, el ámbito en la que debe desarrollarse la convivencia y nuestro progreso social.
En cambio, si como muchos pretenden, permitimos que la oscuridad y el moho del olvido aniden en los sótanos de nuestra sociedad, será imposible construir una democracia plena y saludable. Porque esas manchas se extenderán como un aviso y una amonestación por las columnas de nuestro edificio constitucional.
Hoy, tristemente, se multiplican las pruebas de que este hogar está siendo asediado. Escuchamos fuera, cada vez más cerca y en mayor número, las voces, en realidad los aullidos, de quienes desean acabar con un modelo social que hemos tardado décadas en levantar. Aunque lo más preocupante es que muchos de los enemigos a los que nos enfrentamos corroen sus cimientos desde dentro. Y lo hacen sin descanso.
Esta realidad obliga a instituciones y ciudadanía a redoblar los esfuerzos para hacer frente a los ataques al sistema democrático y a la concordia, manteniendo en pie los pilares democráticos. Debemos, en definitiva, «arrancar una sombra», como señaló el poeta Luis Cernuda, exiliado en México, país donde transcurrió precisamente una de las etapas de la vida del que fuera alcalde de Madrid en el momento del levantamiento militar franquista, Pedro Rico López, también exiliado y protagonista de este sentido y necesario acto.
Porque una mañana del pasado noviembre, de algún modo, conectamos pasado y presente en esta Casa de Colón, un espacio museístico del Cabildo de Gran Canaria acostumbrado a hablar de tránsitos, de encuentros y de historias que van y vienen a través del Atlántico, de orilla en orilla, aunque comiencen en ocasiones en el corazón de los continentes.
Para mí es importante transmitir que Pedro Rico fue un patriota tal y como yo puedo entenderlo. Fue un político por y para el pueblo que hizo lo posible, por ejemplo, para extender la educación pública, sabedor de que un pueblo instruido y consciente es el mejor dique frente al avance de las fuerzas involucionistas. Ojalá hubiera más patriotas como Pedro Rico, al contrario de los que tratan de manipular a la ciudadanía en su beneficio escondidos detrás de una bandera.
Vean que aquí emerge uno de esos cruces de caminos en el tiempo de los que hablaba antes, porque esto sigue siendo perfectamente válido y necesario en nuestros días, sobre todo en estos tiempos en los que el totalitarismo y el negacionismo cabalgan a lomos de la desinformación.
Pero la amplia visión social, modernizadora y reformista de Pedro Rico fue mucho más allá. Centró esfuerzos en la reducción del paro o en la creación de viviendas para las clases más desfavorecidas. Y comprendió la necesidad de poner los espacios públicos al servicio de la comunidad, para convertirlos en lugares vivos. Como paradigma, durante su mandato se entregó a la ciudad de Madrid la Casa de Campo, hasta entonces coto de caza exclusivo de la Familia Real. En aquel acto público, recalcó, y cito sus palabras, «la honda labor cultural y de recreo» ciudadano que entrañó la iniciativa. Rico, por lo tanto, fue un mascarón de proa del reformismo republicano, barco que fue abordado y, finalmente, hundido.
En nombre de la Junta Delegada de Incautación, fueron sustraídos de su residencia sus libros y su notable colección de arte de temática costumbrista, entre otros bienes. Fue un expolio. Pero también un símbolo, porque el franquismo, en efecto, le robó a todo un país la cultura, la dignidad y la libertad. Solo quedó una España tenebrosa, enmarcada en los criminales límites de una Dictadura que pintó un paisaje de atraso, ignorancia y represión, lo único que podía salir de sus pinceles.
Pedro Rico tuvo que abandonar Madrid y finalmente España, hasta su fallecimiento en el exilio francés en 1957. Hubo de sentir que su vida estaba en el aire, 'dando vueltas', como escribió otro poeta en el exilio, León Felipe. Pero antes de dejarnos, nos dejó volando en el cielo de la libertad que siempre defendió un legado contenido en el libro 'Roja, amarilla y morada', donde habla, con palabras que vuelven a sonar absolutamente actuales, y vuelvo a leer textualmente, del «sectarismo cerril e ignorante que nos acechaba».
Un rastro de pintura y una historia que lleva décadas a la espera de reparación y justicia conectan desde 1942 Madrid y Gran Canaria. Fue el año en el que llegaron a la isla cinco de los cuadros incautados a Pedro Rico, según ha trazado con precisión el Servicio de Museos de la Consejería de Cultura del Cabildo.
Esta investigación, junto al riguroso estudio histórico y jurídico para completar el expediente, nos permiten hoy devolver a la familia las cinco obras pictóricas requisadas en 1938, las cuales permanecían custodiadas desde 1952 en la Casa de Colón, si bien estuvieron desde 1942 en la Casa-Palacio del Cabildo tras arribar a la isla por decisión del entonces Gobernador Civil de Las Palmas.
La resolución de restitución se ha materializado tras un complicado pero ejemplar proceso administrativo iniciado con celeridad a finales de 2023 y que convierte al Cabildo de Gran Canaria en la primera institución pública del Estado que impulsa y completa un expediente de devolución de esta naturaleza conforme a las condiciones que determina la Ley de Memoria Democrática. Cumplimos con la legalidad. Hemos dado respuesta con todos los medios a nuestro alcance y con la mayor prontitud posible a una reivindicación tan justa como impostergable. Edificamos memoria frente al olvido. Y lo hacemos sobre todo porque forma parte de nuestras convicciones y de las líneas de acción de esta Institución insular.
«Como un golpe de viento/ que deshace la sombra, caí en lo negro…» Son versos del poema 'Yo fui', también de Cernuda. Los traigo aquí porque me sirven para recordar que Canarias fue parte de la zona cero y uno de los epicentros de la nefasta onda expansiva del franquismo.
Todavía hay quien difunde tendenciosamente la idea de que esta tierra tendió una alfombra roja al avance del terror. Nada más lejos de la realidad. Hubo más de mil fallecidos, millares de familias fueron represaliadas, se tejió un gran manto de miedo sobre el conjunto de la sociedad isleña.
En el caso de Gran Canaria, muchos hombres fueron arrojados a fosas comunes, 'cayeron en lo negro', como señaló el poeta. En nuestro caso, incluso al fondo de simas volcánicas, trágica, singular y simbólica tumba insular de la libertad. El Cabildo impulsa y colabora en proyectos para rasgar los velos de la impunidad y la desmemoria, como se ha hecho antes en los Pozos de Tenoya, donde se recuperaron los cuerpos de 14 hombres con claros signos de muerte violenta; o con la publicación del primer libro monográfico en Canarias sobre los represaliados, o las actuaciones arqueológicas en curso en la Sima de Jinámar.
Los ejemplos políticos que evidencian pasión por la cultura, además de voluntad de diseminar las semillas del arte y la educación para procurar sociedades más formadas y resistentes a los vientos reaccionarios, nos alientan a promover la igualdad y el avance social. Lo hacemos, en efecto, a través de la cultura, con el mismo espíritu que él demostró. Porque sabemos que los lobos del fascismo moderno también odian la belleza, la instrucción y el conocimiento, como hacían en el pasado.
Así lo reflejó Alberti en su pieza teatral 'Noche de guerra en el Museo del Prado'. Por eso deseamos que nuestra red insular de museos, como esta Casa de Colón, y el futuro Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, el MUBEA, sean, sobre todo una fortaleza ética y estética frente a la ignorancia y la maldad.
Devolvemos obras de arte que hemos cuidado y admirado, pero que no nos pertenecían. Las depositamos en las manos de sus legítimos propietarios, con humildad y el sentimiento de cumplir con nuestro deber. Queremos que cubran el espacio de la ausencia, que vuelvan a las paredes de las que fueron arrancados. Es el justo y sentido homenaje de las demócratas y los demócratas grancanarios a quienes defendieron la democracia y sufrieron el terror de la represión.
Lo hacemos con un procedimiento donde el derecho natural se une al positivo, es decir, donde la dignidad de las personas y el proceso administrativo de restitución se dan la mano. O, mejor dicho, se abrazan y se hermanan. Muchas gracias por su presencia y, sobre todo, por su tesón y su dignidad.
En cambio, si como muchos pretenden, permitimos que la oscuridad y el moho del olvido aniden en los sótanos de nuestra sociedad, será imposible construir una democracia plena y saludable. Porque esas manchas se extenderán como un aviso y una amonestación por las columnas de nuestro edificio constitucional.
Hoy, tristemente, se multiplican las pruebas de que este hogar está siendo asediado. Escuchamos fuera, cada vez más cerca y en mayor número, las voces, en realidad los aullidos, de quienes desean acabar con un modelo social que hemos tardado décadas en levantar. Aunque lo más preocupante es que muchos de los enemigos a los que nos enfrentamos corroen sus cimientos desde dentro. Y lo hacen sin descanso.
Esta realidad obliga a instituciones y ciudadanía a redoblar los esfuerzos para hacer frente a los ataques al sistema democrático y a la concordia, manteniendo en pie los pilares democráticos. Debemos, en definitiva, «arrancar una sombra», como señaló el poeta Luis Cernuda, exiliado en México, país donde transcurrió precisamente una de las etapas de la vida del que fuera alcalde de Madrid en el momento del levantamiento militar franquista, Pedro Rico López, también exiliado y protagonista de este sentido y necesario acto.
Porque una mañana del pasado noviembre, de algún modo, conectamos pasado y presente en esta Casa de Colón, un espacio museístico del Cabildo de Gran Canaria acostumbrado a hablar de tránsitos, de encuentros y de historias que van y vienen a través del Atlántico, de orilla en orilla, aunque comiencen en ocasiones en el corazón de los continentes.
Para mí es importante transmitir que Pedro Rico fue un patriota tal y como yo puedo entenderlo. Fue un político por y para el pueblo que hizo lo posible, por ejemplo, para extender la educación pública, sabedor de que un pueblo instruido y consciente es el mejor dique frente al avance de las fuerzas involucionistas. Ojalá hubiera más patriotas como Pedro Rico, al contrario de los que tratan de manipular a la ciudadanía en su beneficio escondidos detrás de una bandera.
Vean que aquí emerge uno de esos cruces de caminos en el tiempo de los que hablaba antes, porque esto sigue siendo perfectamente válido y necesario en nuestros días, sobre todo en estos tiempos en los que el totalitarismo y el negacionismo cabalgan a lomos de la desinformación.
Pero la amplia visión social, modernizadora y reformista de Pedro Rico fue mucho más allá. Centró esfuerzos en la reducción del paro o en la creación de viviendas para las clases más desfavorecidas. Y comprendió la necesidad de poner los espacios públicos al servicio de la comunidad, para convertirlos en lugares vivos. Como paradigma, durante su mandato se entregó a la ciudad de Madrid la Casa de Campo, hasta entonces coto de caza exclusivo de la Familia Real. En aquel acto público, recalcó, y cito sus palabras, «la honda labor cultural y de recreo» ciudadano que entrañó la iniciativa. Rico, por lo tanto, fue un mascarón de proa del reformismo republicano, barco que fue abordado y, finalmente, hundido.
En nombre de la Junta Delegada de Incautación, fueron sustraídos de su residencia sus libros y su notable colección de arte de temática costumbrista, entre otros bienes. Fue un expolio. Pero también un símbolo, porque el franquismo, en efecto, le robó a todo un país la cultura, la dignidad y la libertad. Solo quedó una España tenebrosa, enmarcada en los criminales límites de una Dictadura que pintó un paisaje de atraso, ignorancia y represión, lo único que podía salir de sus pinceles.
Pedro Rico tuvo que abandonar Madrid y finalmente España, hasta su fallecimiento en el exilio francés en 1957. Hubo de sentir que su vida estaba en el aire, 'dando vueltas', como escribió otro poeta en el exilio, León Felipe. Pero antes de dejarnos, nos dejó volando en el cielo de la libertad que siempre defendió un legado contenido en el libro 'Roja, amarilla y morada', donde habla, con palabras que vuelven a sonar absolutamente actuales, y vuelvo a leer textualmente, del «sectarismo cerril e ignorante que nos acechaba».
Un rastro de pintura y una historia que lleva décadas a la espera de reparación y justicia conectan desde 1942 Madrid y Gran Canaria. Fue el año en el que llegaron a la isla cinco de los cuadros incautados a Pedro Rico, según ha trazado con precisión el Servicio de Museos de la Consejería de Cultura del Cabildo.
Esta investigación, junto al riguroso estudio histórico y jurídico para completar el expediente, nos permiten hoy devolver a la familia las cinco obras pictóricas requisadas en 1938, las cuales permanecían custodiadas desde 1952 en la Casa de Colón, si bien estuvieron desde 1942 en la Casa-Palacio del Cabildo tras arribar a la isla por decisión del entonces Gobernador Civil de Las Palmas.
La resolución de restitución se ha materializado tras un complicado pero ejemplar proceso administrativo iniciado con celeridad a finales de 2023 y que convierte al Cabildo de Gran Canaria en la primera institución pública del Estado que impulsa y completa un expediente de devolución de esta naturaleza conforme a las condiciones que determina la Ley de Memoria Democrática. Cumplimos con la legalidad. Hemos dado respuesta con todos los medios a nuestro alcance y con la mayor prontitud posible a una reivindicación tan justa como impostergable. Edificamos memoria frente al olvido. Y lo hacemos sobre todo porque forma parte de nuestras convicciones y de las líneas de acción de esta Institución insular.
«Como un golpe de viento/ que deshace la sombra, caí en lo negro…» Son versos del poema 'Yo fui', también de Cernuda. Los traigo aquí porque me sirven para recordar que Canarias fue parte de la zona cero y uno de los epicentros de la nefasta onda expansiva del franquismo.
Todavía hay quien difunde tendenciosamente la idea de que esta tierra tendió una alfombra roja al avance del terror. Nada más lejos de la realidad. Hubo más de mil fallecidos, millares de familias fueron represaliadas, se tejió un gran manto de miedo sobre el conjunto de la sociedad isleña.
En el caso de Gran Canaria, muchos hombres fueron arrojados a fosas comunes, 'cayeron en lo negro', como señaló el poeta. En nuestro caso, incluso al fondo de simas volcánicas, trágica, singular y simbólica tumba insular de la libertad. El Cabildo impulsa y colabora en proyectos para rasgar los velos de la impunidad y la desmemoria, como se ha hecho antes en los Pozos de Tenoya, donde se recuperaron los cuerpos de 14 hombres con claros signos de muerte violenta; o con la publicación del primer libro monográfico en Canarias sobre los represaliados, o las actuaciones arqueológicas en curso en la Sima de Jinámar.
Los ejemplos políticos que evidencian pasión por la cultura, además de voluntad de diseminar las semillas del arte y la educación para procurar sociedades más formadas y resistentes a los vientos reaccionarios, nos alientan a promover la igualdad y el avance social. Lo hacemos, en efecto, a través de la cultura, con el mismo espíritu que él demostró. Porque sabemos que los lobos del fascismo moderno también odian la belleza, la instrucción y el conocimiento, como hacían en el pasado.
Así lo reflejó Alberti en su pieza teatral 'Noche de guerra en el Museo del Prado'. Por eso deseamos que nuestra red insular de museos, como esta Casa de Colón, y el futuro Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, el MUBEA, sean, sobre todo una fortaleza ética y estética frente a la ignorancia y la maldad.
Devolvemos obras de arte que hemos cuidado y admirado, pero que no nos pertenecían. Las depositamos en las manos de sus legítimos propietarios, con humildad y el sentimiento de cumplir con nuestro deber. Queremos que cubran el espacio de la ausencia, que vuelvan a las paredes de las que fueron arrancados. Es el justo y sentido homenaje de las demócratas y los demócratas grancanarios a quienes defendieron la democracia y sufrieron el terror de la represión.
Lo hacemos con un procedimiento donde el derecho natural se une al positivo, es decir, donde la dignidad de las personas y el proceso administrativo de restitución se dan la mano. O, mejor dicho, se abrazan y se hermanan. Muchas gracias por su presencia y, sobre todo, por su tesón y su dignidad.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)