Sábado, 6 de diciembre.
La Provincia
María Luisa García, catedrática de Biología de 98 años, conserva una memoria que la llevan a resaltar una vida fuera de lo común para su época, de la que atesora un legado de conocidos universales, como Alfredo Kraus, Miguel de Unamuno y Joaquín Artiles.
Actualmente, reside entre Las Palmas de Gran Canaria y Agüimes, en pleno casco histórico, donde vive su hijo Luis González, y entre sus recuerdos sobresale uno que une su vida con la historia de la moda, ya en su momento llegó a encandilar a un joven Manolo Blahnik.
"Él, señala, apenas tendría 7 u 8 años cuando se quedaba mirando mis zapatos hechos a mano y me decía: ¡Ay, María Luisa, qué zapatos más bonitos. ¿Dónde los compraste?", repetía fascinado por aquellas piezas únicas elaboradas por dos artesanos de la capital.
El vínculo con Manolo Blahnik no fue casual, pues la madre de conocido diseñador palmero, Manola Domínguez "Nola" era prima del marido de María Luisa, Eolo González.
Esa relación familiar propició que el entonces niño, que ni imaginaba el alcance de sus "Manolos", marca icónica de Carrie Bradshaw, en la serie "Sexo en Nueva York", acudiera a clases particulares de Matemáticas con el marido de la protagonista cuando vivían en La Palma.
De aquellos años María Luisa García conserva un recuerdo que atesora en el salón de su casa, en Las Palmas de Gran Canaria: unos servilleteros ornamentales de plata que la madre y el padre de Blanik les regalaron por su bona.
A sus casi 100 años de vida es una lectora incansable, diseña su propia ropa, confecciona bolsos únicos con materiales reciclados, acude a pilates tres veces por semana, pasea a diario y acude también puntualmente a la peluquería, mientras que en Agüimes, en la casa histórica que su hijo rehabilitó para ayudar a recuperar la historia local, participa de la vida parroquial y conversa con los vecinos-as, que la consideran ya parte del engranaje humano.
Actualmente, reside entre Las Palmas de Gran Canaria y Agüimes, en pleno casco histórico, donde vive su hijo Luis González, y entre sus recuerdos sobresale uno que une su vida con la historia de la moda, ya en su momento llegó a encandilar a un joven Manolo Blahnik.
"Él, señala, apenas tendría 7 u 8 años cuando se quedaba mirando mis zapatos hechos a mano y me decía: ¡Ay, María Luisa, qué zapatos más bonitos. ¿Dónde los compraste?", repetía fascinado por aquellas piezas únicas elaboradas por dos artesanos de la capital.
El vínculo con Manolo Blahnik no fue casual, pues la madre de conocido diseñador palmero, Manola Domínguez "Nola" era prima del marido de María Luisa, Eolo González.
Esa relación familiar propició que el entonces niño, que ni imaginaba el alcance de sus "Manolos", marca icónica de Carrie Bradshaw, en la serie "Sexo en Nueva York", acudiera a clases particulares de Matemáticas con el marido de la protagonista cuando vivían en La Palma.
De aquellos años María Luisa García conserva un recuerdo que atesora en el salón de su casa, en Las Palmas de Gran Canaria: unos servilleteros ornamentales de plata que la madre y el padre de Blanik les regalaron por su bona.
A sus casi 100 años de vida es una lectora incansable, diseña su propia ropa, confecciona bolsos únicos con materiales reciclados, acude a pilates tres veces por semana, pasea a diario y acude también puntualmente a la peluquería, mientras que en Agüimes, en la casa histórica que su hijo rehabilitó para ayudar a recuperar la historia local, participa de la vida parroquial y conversa con los vecinos-as, que la consideran ya parte del engranaje humano.
Nacida en Fuentesaúco (Zamora) en 1927, llegó de niña a Gran Canaria, viviendo una infancia marcada por episodios rudos históricos del país, por lo que su padre incluso la envió a Tánger, bajo la tutela de una tía, por las revueltas políticas en Madrid previas al golpe de Estado.
A través de su padre conoció de cerca nombres y acontecimientos claves del siglo XX como Miguel de Unamuno, porque estudió medicina con su hijo, o a un joven Alfredo Kraus, a quien dio clases en la universidad.
María Luisa García estudió en el Instituto Viera y Clavijo, donde apenas había mujeres en las aulas, y contra los deseos de su padre, que aspiraba a que fuera médica, ingresón en la Facultad de Química de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, donde conoció a su futuro marido, con quien viviría en La Palma antes de regresar a Gran Canaria para desarrollar su carrera de docente.
En referencia a Agüimes, recuerda especialmente su trabajo mano a mano con Joaquín Artiles examinando al alumnado del municipio como inspector de Educación.
