Ha sido una agradable sorpresa saborear la lectura de un libro joven. ¿Joven? No; mejor sería decir, un libro para todos aquellos que aún mantenemos "el niño" en las ilusiones. Como decía Unamuno, "la niñez es la antigüedad del alma", y en la obra "Tararí que te vi", de Luis Pérez Aguado, he saboreado una niñez de antigüedad cercana. De una niñez isleña embadurnada de barro, con alpargatas bajo el brazo, amasada con esencias de balos y tabaibas, pero repleta de fantasías creadoras y grandes sueños.
Por este libro pasan y viven animalillos queridos o maltratados, tiernos mataperros, viejos juegos, aventuras en los barrancos, primeros amores de la infancia, descubrimientos importantes, el extraordinario mundo de las niñas, las guirreas, las pedradas, la convivencia en las pandillas, los cuentos de miedos, amores y amistades para toda la vida… Recuerdos de impresiones personales o ajenas hechas literariamente anécdota, unas veces alegres y otras no tanto; pero intensamente conformadoras del ser humano.
Pero lo que realmente me ha ganado de este libro es su lengua, alma del libro, no sólo porque es cercana, ligera, tierna, entendible…, sino porque posee el don de transmitir el sentimiento. "Una lengua de niñez secular, antigua y de mañana y de siempre".
Recordé mi infancia y me identifiqué en todos y cada uno de los capítulos del libro. Confieso sin pudor, que su ágil lectura ha sido como un revulsivo beneficioso para mi trabajo, porque he vuelto a renovar esa "antigüedad del alma" de la que hablaba Unamuno y que algunas veces se me esconde entre farándulas.
"Tararí que te vi", es un interesantísimo libro para niños preadolescentes y adolescentes. Su autor, profesor que lleva toda su vida en las aulas, sabe muy bien lo que interesa y conviene a los niños; y conociendo su trayectoria literaria (no olvidemos que sus primeros libros infantiles datan de hace más de treinta años) y su trabajo docente, es un profesor que practica con anhelo su doctrina.
Este es, sin duda, un gran libro para todos los jóvenes. Diría, según mi modesta experiencia, que sería un recurso extraordinario para los alumnos que cursan la E.S.O., e incluso para el último ciclo de Primaria. Es un libro que enseña de forma lúdica lo que el sistema de hoy ha pasado por alto: enseña la calidad del lenguaje haciéndonos descubrir las palabras, los giros, los dichos populares, las exclamaciones, las frases…, y (como decíamos hace tiempo) nos pone al alcance de nuestras manos todas las partes de la gramática, sin nombrarlas.
Nos muestra, además, como se podía socializar a los jóvenes, incluso a los belicosos, a través de la amistad, de los juegos y de la comprensión; como se podía pasar bien el tiempo de asueto sin necesidad de dinero ni de todos los elementos que hoy ensucian la vida de nuestros jóvenes y como se podía emplear la imaginación para crear y recrear nuestro propio espacio vital.
Gracias, Luis, por este hermoso libro, que estoy segura será celebrado por padres y profesores. Un libro para leer y comentar en clase. Te doy las gracias porque, leyéndolo, he descubierto las hermosas palabras de Machado: "Es el encuentro y la recuperación de esos días azules y ese sol de la infancia".
Por este libro pasan y viven animalillos queridos o maltratados, tiernos mataperros, viejos juegos, aventuras en los barrancos, primeros amores de la infancia, descubrimientos importantes, el extraordinario mundo de las niñas, las guirreas, las pedradas, la convivencia en las pandillas, los cuentos de miedos, amores y amistades para toda la vida… Recuerdos de impresiones personales o ajenas hechas literariamente anécdota, unas veces alegres y otras no tanto; pero intensamente conformadoras del ser humano.
Pero lo que realmente me ha ganado de este libro es su lengua, alma del libro, no sólo porque es cercana, ligera, tierna, entendible…, sino porque posee el don de transmitir el sentimiento. "Una lengua de niñez secular, antigua y de mañana y de siempre".
Recordé mi infancia y me identifiqué en todos y cada uno de los capítulos del libro. Confieso sin pudor, que su ágil lectura ha sido como un revulsivo beneficioso para mi trabajo, porque he vuelto a renovar esa "antigüedad del alma" de la que hablaba Unamuno y que algunas veces se me esconde entre farándulas.
"Tararí que te vi", es un interesantísimo libro para niños preadolescentes y adolescentes. Su autor, profesor que lleva toda su vida en las aulas, sabe muy bien lo que interesa y conviene a los niños; y conociendo su trayectoria literaria (no olvidemos que sus primeros libros infantiles datan de hace más de treinta años) y su trabajo docente, es un profesor que practica con anhelo su doctrina.
Este es, sin duda, un gran libro para todos los jóvenes. Diría, según mi modesta experiencia, que sería un recurso extraordinario para los alumnos que cursan la E.S.O., e incluso para el último ciclo de Primaria. Es un libro que enseña de forma lúdica lo que el sistema de hoy ha pasado por alto: enseña la calidad del lenguaje haciéndonos descubrir las palabras, los giros, los dichos populares, las exclamaciones, las frases…, y (como decíamos hace tiempo) nos pone al alcance de nuestras manos todas las partes de la gramática, sin nombrarlas.
Nos muestra, además, como se podía socializar a los jóvenes, incluso a los belicosos, a través de la amistad, de los juegos y de la comprensión; como se podía pasar bien el tiempo de asueto sin necesidad de dinero ni de todos los elementos que hoy ensucian la vida de nuestros jóvenes y como se podía emplear la imaginación para crear y recrear nuestro propio espacio vital.
Gracias, Luis, por este hermoso libro, que estoy segura será celebrado por padres y profesores. Un libro para leer y comentar en clase. Te doy las gracias porque, leyéndolo, he descubierto las hermosas palabras de Machado: "Es el encuentro y la recuperación de esos días azules y ese sol de la infancia".