ABC
La variante para motocicletas del Plan 2000E, no parece haber dado los resultados de la versión para automóviles. Si para el subsector de las cuatro ruedas ha supuesto un respiro en medio de una coyuntura sin precedentes, los beneficios reportados a las empresas y amantes del mundo de las motos no resultan, ni mucho menos, tan sustanciosos. De hecho, no son pocos quienes lo califican de "fracaso".
Así lo afirma Antonio Sánchez, Gerente de Chicago Motos, quien explica cómo, desde la entrada en vigor del llamado Plan Moto-E, su empresa no ha tramitado ni una sola operación por esta vía. El problema es que el importe de la ayuda no es suficiente para incentivar a un motero a la sustitución de su motocicleta. En este sentido, hay que tener en cuenta que acogerse a la bonificación implica el "achatarramiento" de otro vehículo.
"Para una moto de siete años de antigüedad, por ejemplo, el plan puede aportar entre 300 y 1.000 euros", detalla Sánchez, que advierte que esta cuantía no convence al propietario y potencial beneficiario de la medida, habida cuenta de que, a diferencia del coche, una motocicleta de siete años de antigüedad suele estar en perfectas condiciones.
De este modo, el gerente de Chicago Motos, empresa situada en el Cruce de Arinaga, lamenta que la apuesta del Gobierno no haya servido para aliviar la "complicada situación" que atraviesa el subsector de las dos ruedas, que viene padeciendo sobremanera el manido "cierre del grifo" crediticio.
Según comenta, los problemas de financiación con que se topan los clientes de los concesionarios de coches, que terminan por dar al traste con muchas operaciones, son aún más acusados en el caso de las motos. "La banca considera que incurre en mayores riesgos cuando financia una moto", asegura Sánchez, quien dibuja un momento de total incertidumbre para los empresarios, en particular, y el sector, en general, del que asegura está "tocado y asustado".
Este representante del empresariado de las dos ruedas del archipiélago subraya que la moto se encuentra con el obstáculo de no ser un bien prioritario, lo que acrecienta las consecuencias de la crisis. "Sabemos que somos los últimos en la prioridad de compra, pues la moto constituye un artículo de lujo, lo que, junto a los problemas de financiación, complica mucho el panorama".
De hecho, calcula en más del 30% la caída de las ventas desde la irrupción de la crisis y asegura que resulta difícil saber qué puede deparar cada mes. "Hay meses en los que se vende algo más, pero, realmente, no se sabe cómo irá".
Además, y en lo que respecta a la parte menos empresarial, el Gerente de Chicago Motos lamenta que sean muchos quienes, a consecuencia de las estrecheces económicas, se ven obligados "a dejar su moto y venderla". Tanto es así, que reconoce como no pocos los casos en que dejan la motocicleta en su empresa para ponerla de nuevo en el mercado, lo que no siempre resulta sencillo, puesto que el comprador, "en un 70%", opta por motos de fábrica.
Así lo afirma Antonio Sánchez, Gerente de Chicago Motos, quien explica cómo, desde la entrada en vigor del llamado Plan Moto-E, su empresa no ha tramitado ni una sola operación por esta vía. El problema es que el importe de la ayuda no es suficiente para incentivar a un motero a la sustitución de su motocicleta. En este sentido, hay que tener en cuenta que acogerse a la bonificación implica el "achatarramiento" de otro vehículo.
"Para una moto de siete años de antigüedad, por ejemplo, el plan puede aportar entre 300 y 1.000 euros", detalla Sánchez, que advierte que esta cuantía no convence al propietario y potencial beneficiario de la medida, habida cuenta de que, a diferencia del coche, una motocicleta de siete años de antigüedad suele estar en perfectas condiciones.
De este modo, el gerente de Chicago Motos, empresa situada en el Cruce de Arinaga, lamenta que la apuesta del Gobierno no haya servido para aliviar la "complicada situación" que atraviesa el subsector de las dos ruedas, que viene padeciendo sobremanera el manido "cierre del grifo" crediticio.
Según comenta, los problemas de financiación con que se topan los clientes de los concesionarios de coches, que terminan por dar al traste con muchas operaciones, son aún más acusados en el caso de las motos. "La banca considera que incurre en mayores riesgos cuando financia una moto", asegura Sánchez, quien dibuja un momento de total incertidumbre para los empresarios, en particular, y el sector, en general, del que asegura está "tocado y asustado".
Este representante del empresariado de las dos ruedas del archipiélago subraya que la moto se encuentra con el obstáculo de no ser un bien prioritario, lo que acrecienta las consecuencias de la crisis. "Sabemos que somos los últimos en la prioridad de compra, pues la moto constituye un artículo de lujo, lo que, junto a los problemas de financiación, complica mucho el panorama".
De hecho, calcula en más del 30% la caída de las ventas desde la irrupción de la crisis y asegura que resulta difícil saber qué puede deparar cada mes. "Hay meses en los que se vende algo más, pero, realmente, no se sabe cómo irá".
Además, y en lo que respecta a la parte menos empresarial, el Gerente de Chicago Motos lamenta que sean muchos quienes, a consecuencia de las estrecheces económicas, se ven obligados "a dejar su moto y venderla". Tanto es así, que reconoce como no pocos los casos en que dejan la motocicleta en su empresa para ponerla de nuevo en el mercado, lo que no siempre resulta sencillo, puesto que el comprador, "en un 70%", opta por motos de fábrica.