Antonio Morales*
Sí, estoy absolutamente envenenado, que en canario, es más que indignado. En los últimos años, la deriva de la democracia española hacia una peligrosa dejación de lo público en manos de lo peor del liberalismo no tiene parangón. Los poderes públicos no han dudado en ponerse al servicio del sistema financiero, endeudándose hasta el cuello para sanearlo, y poniéndose después de rodillas ante él para enjugar el déficit a costa de la ciudadanía. Encadenadamente se han ido sucediendo en los últimos tiempos recortes sociales y laborales; reducciones de salarios; disminución de los presupuestos dedicados a la sanidad, a la educación y a otros servicios públicos de primer orden; congelación de las pensiones y un sinfín de desafueros que abren abismos de desigualdad y frustración. Cinco millones de parados, varios millones de pobres y excluidos, una generación perdida de jóvenes preparados, con un 50% de ellos en paro, son el exponente más claro de una democracia que ha roto sus vínculos con la búsqueda de la equidad y la igualdad, perdiendo su razón de ser fundamental.
La valoración de los hombres y mujeres españoles sobre la política y los políticos no puede ser más desalentadora, hasta el punto de que la consideran como el tercer problema del país. El desapego y el desafecto, antesala de la tiranía, es cada vez mayor, pero esto parece entrarles por un oído y salirles por otro a las fuerzas políticas más representativas del arco parlamentario. Sin darnos cuenta apenas, han ido consolidando un modelo bipartidista asfixiante que no tiene más objetivos inmediatos que alcanzar y mantener el poder a cualquier precio. No importa la corrupción y el debate de las ideas es absolutamente secundario. El PP y el PSOE se han puesto de acuerdo para repartirse los órganos de control judicial que toman decisiones en función de si los nombran los conservadores o los progresistas; en el Parlamento se ha prescindido del debate y los partidos ya vienen con sus decisiones tomadas; los sindicatos se han convertido en entes subvencionados y acríticos; los medios de comunicación libres e independientes del poder económico y político dominante son algo residual… Y podría seguir y no terminar, pero como representante de Roque Aguayro he podido comprobar cómo el bipartidismo ha ido diseñando minuciosamente todo un engranaje encaminado a impedir la presencia de los movimientos sociales en igualdad de condiciones. Después de tantos años de estar presente en la política canaria con mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Agüimes, desde el año 1979, en estas elecciones locales, por ser una agrupación de electores, no se nos permitió sino el 1% de los espacios públicos para colocar carteles, es decir, pudimos colocar solamente cinco carteles en el municipio, tras un recurso ante la JEZ del PSOE, que se sabía muy bien la ley que había elaborado en connivencia con el PP, que para esto sí que se ponen de acuerdo. Tampoco podíamos tener presencia en los medios públicos y para tenerla en los privados había que pagar y si no nada, ni p…caso. Y a eso lo llaman pluralidad y lo llaman igualdad de oportunidades para todos en el proceso electoral.
Pero el culmen de este modelo alienante y castrador lo vivimos la noche del 22 de mayo al conocer los resultados de las votaciones efectuadas ese día. Los datos finales son profundamente desalentadores y reflejan el grado de podredumbre de la política y el nivel de irresponsabilidad de una gran parte de la ciudadanía. Si bien puede ser comprensible que ésta optara por castigar a una socialdemocracia blanda que, hincada ante los dictados de los mercados, ha hecho una política de derechas, arrebatándole la ilusión y llenándola de temores por el presente y el futuro, no lo es, en absoluto, que hayan respaldado las tesis de la peor de las derechas, la más cómplice del neoliberalismo, la que ha sido compinche de la situación y ha preferido la crispación y el enfrentamiento, para hacerse con el poder, a aportar ideas y alternativas. Y es también terrible que un 38% de los canarios haya decidido pasar de todo, no implicarse, y que los grancanarios hayan respaldado mayoritariamente a un PP que, en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria propició ciento y un casos de prácticas urbanísticas cuanto menos dudosas; que en Telde, a los dos años de estar gobernando, casi desmantelan el consistorio; que en Mogán…
Hemos sostenido siempre que todo esto sólo lo puede cambiar una ciudadanía consciente, formada, responsable, valiente. La ciudadanía genuinamente democrática que se resiste a ser cómplice de la perversión de la democracia, de los males que la pudren, que se está sacrificando para regenerarla, está en estos momentos representada por el movimiento ciudadanísta del 15M, formado en su mayoría por jóvenes de los que se decía que estaban todo el día en el botellón y en el pasotismo y resulta que no, que están dando la cara por la democracia desde el compromiso, la frescura de ideas y la esperanza; que se han atrevido a hacer lo que no han podido ni querido los partidos y los sindicatos y una gran parte de los hombres y mujeres de este país, cómplices del sistema.
Y a pesar de las andanadas de la Junta Central, de los medios de comunicación reaccionarios, del bipartidismo incomodado ["Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa" (Pablo Freire)], ahí están cada día miles de personas exigiendo dignificación de la democracia; defendiendo valores cívicos; pidiendo transparencia, separación de poderes y listas abiertas; que la constitución no sea papel mojado y se respeten las garantías comprometidas y el estado de bienestar que procura políticas igualitarias; que paguen más los que más tienen y desaparezcan los paraísos fiscales; que la corrupción no forme parte de la trastienda de los partidos y su financiación opaca; que se protejan los derechos de los trabajadores; que se recupere para lo público lo que malvendió Aznar en su día (telefónicas, banca, eléctricas) y lo que quiere malvender ahora Zapatero (cajas de ahorros, aeropuertos, loterías); que se ponga coto a los lobbys eléctricos y se democraticen las energías apostando por las renovables; que se modifique la ley electoral para hacerla más justa y plural y un largo etcétera de planteamientos democráticos, profundos, firmes y rigurosos.
Luchan contra la democracia cautiva, autocomplaciente, que excluye a un importante número de ciudadanos hastiados, impotentes o cobardes. Y están casi solos. Y por eso mi envenenamiento: ¿Dónde están los cinco millones de parados? ¿Dónde los intelectuales, si no es rumiando las subvenciones al pie del pesebre? ¿Y el 50% de los jóvenes en paro, dónde están? ¿Y dónde están los familiares de los dependientes que en Canarias tardan hasta 24 meses en cobrar las ayudas? ¿Dónde están los pacientes de las eternas listas de espera? ¿Y los padres y los profesores afectados por una educación catastrófica? ¿Y los sindicatos? ¿Y todos los demás?
En el pecado está la penitencia. No se olviden que, como dijo Arnold Joseph Toynbee, "el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan".
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.
Sí, estoy absolutamente envenenado, que en canario, es más que indignado. En los últimos años, la deriva de la democracia española hacia una peligrosa dejación de lo público en manos de lo peor del liberalismo no tiene parangón. Los poderes públicos no han dudado en ponerse al servicio del sistema financiero, endeudándose hasta el cuello para sanearlo, y poniéndose después de rodillas ante él para enjugar el déficit a costa de la ciudadanía. Encadenadamente se han ido sucediendo en los últimos tiempos recortes sociales y laborales; reducciones de salarios; disminución de los presupuestos dedicados a la sanidad, a la educación y a otros servicios públicos de primer orden; congelación de las pensiones y un sinfín de desafueros que abren abismos de desigualdad y frustración. Cinco millones de parados, varios millones de pobres y excluidos, una generación perdida de jóvenes preparados, con un 50% de ellos en paro, son el exponente más claro de una democracia que ha roto sus vínculos con la búsqueda de la equidad y la igualdad, perdiendo su razón de ser fundamental.
La valoración de los hombres y mujeres españoles sobre la política y los políticos no puede ser más desalentadora, hasta el punto de que la consideran como el tercer problema del país. El desapego y el desafecto, antesala de la tiranía, es cada vez mayor, pero esto parece entrarles por un oído y salirles por otro a las fuerzas políticas más representativas del arco parlamentario. Sin darnos cuenta apenas, han ido consolidando un modelo bipartidista asfixiante que no tiene más objetivos inmediatos que alcanzar y mantener el poder a cualquier precio. No importa la corrupción y el debate de las ideas es absolutamente secundario. El PP y el PSOE se han puesto de acuerdo para repartirse los órganos de control judicial que toman decisiones en función de si los nombran los conservadores o los progresistas; en el Parlamento se ha prescindido del debate y los partidos ya vienen con sus decisiones tomadas; los sindicatos se han convertido en entes subvencionados y acríticos; los medios de comunicación libres e independientes del poder económico y político dominante son algo residual… Y podría seguir y no terminar, pero como representante de Roque Aguayro he podido comprobar cómo el bipartidismo ha ido diseñando minuciosamente todo un engranaje encaminado a impedir la presencia de los movimientos sociales en igualdad de condiciones. Después de tantos años de estar presente en la política canaria con mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Agüimes, desde el año 1979, en estas elecciones locales, por ser una agrupación de electores, no se nos permitió sino el 1% de los espacios públicos para colocar carteles, es decir, pudimos colocar solamente cinco carteles en el municipio, tras un recurso ante la JEZ del PSOE, que se sabía muy bien la ley que había elaborado en connivencia con el PP, que para esto sí que se ponen de acuerdo. Tampoco podíamos tener presencia en los medios públicos y para tenerla en los privados había que pagar y si no nada, ni p…caso. Y a eso lo llaman pluralidad y lo llaman igualdad de oportunidades para todos en el proceso electoral.
Pero el culmen de este modelo alienante y castrador lo vivimos la noche del 22 de mayo al conocer los resultados de las votaciones efectuadas ese día. Los datos finales son profundamente desalentadores y reflejan el grado de podredumbre de la política y el nivel de irresponsabilidad de una gran parte de la ciudadanía. Si bien puede ser comprensible que ésta optara por castigar a una socialdemocracia blanda que, hincada ante los dictados de los mercados, ha hecho una política de derechas, arrebatándole la ilusión y llenándola de temores por el presente y el futuro, no lo es, en absoluto, que hayan respaldado las tesis de la peor de las derechas, la más cómplice del neoliberalismo, la que ha sido compinche de la situación y ha preferido la crispación y el enfrentamiento, para hacerse con el poder, a aportar ideas y alternativas. Y es también terrible que un 38% de los canarios haya decidido pasar de todo, no implicarse, y que los grancanarios hayan respaldado mayoritariamente a un PP que, en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria propició ciento y un casos de prácticas urbanísticas cuanto menos dudosas; que en Telde, a los dos años de estar gobernando, casi desmantelan el consistorio; que en Mogán…
Hemos sostenido siempre que todo esto sólo lo puede cambiar una ciudadanía consciente, formada, responsable, valiente. La ciudadanía genuinamente democrática que se resiste a ser cómplice de la perversión de la democracia, de los males que la pudren, que se está sacrificando para regenerarla, está en estos momentos representada por el movimiento ciudadanísta del 15M, formado en su mayoría por jóvenes de los que se decía que estaban todo el día en el botellón y en el pasotismo y resulta que no, que están dando la cara por la democracia desde el compromiso, la frescura de ideas y la esperanza; que se han atrevido a hacer lo que no han podido ni querido los partidos y los sindicatos y una gran parte de los hombres y mujeres de este país, cómplices del sistema.
Y a pesar de las andanadas de la Junta Central, de los medios de comunicación reaccionarios, del bipartidismo incomodado ["Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa" (Pablo Freire)], ahí están cada día miles de personas exigiendo dignificación de la democracia; defendiendo valores cívicos; pidiendo transparencia, separación de poderes y listas abiertas; que la constitución no sea papel mojado y se respeten las garantías comprometidas y el estado de bienestar que procura políticas igualitarias; que paguen más los que más tienen y desaparezcan los paraísos fiscales; que la corrupción no forme parte de la trastienda de los partidos y su financiación opaca; que se protejan los derechos de los trabajadores; que se recupere para lo público lo que malvendió Aznar en su día (telefónicas, banca, eléctricas) y lo que quiere malvender ahora Zapatero (cajas de ahorros, aeropuertos, loterías); que se ponga coto a los lobbys eléctricos y se democraticen las energías apostando por las renovables; que se modifique la ley electoral para hacerla más justa y plural y un largo etcétera de planteamientos democráticos, profundos, firmes y rigurosos.
Luchan contra la democracia cautiva, autocomplaciente, que excluye a un importante número de ciudadanos hastiados, impotentes o cobardes. Y están casi solos. Y por eso mi envenenamiento: ¿Dónde están los cinco millones de parados? ¿Dónde los intelectuales, si no es rumiando las subvenciones al pie del pesebre? ¿Y el 50% de los jóvenes en paro, dónde están? ¿Y dónde están los familiares de los dependientes que en Canarias tardan hasta 24 meses en cobrar las ayudas? ¿Dónde están los pacientes de las eternas listas de espera? ¿Y los padres y los profesores afectados por una educación catastrófica? ¿Y los sindicatos? ¿Y todos los demás?
En el pecado está la penitencia. No se olviden que, como dijo Arnold Joseph Toynbee, "el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan".
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.