Antonio J. Rodríguez
El jueves, me dirigí a Tenerife para disfrutar de un fin de semana del mejor baloncesto base de Canarias en el Campeonato de Canarias de Minibasket.
Además, puedo decir que lo hice llevando una maleta cargada de ilusiones, alegría y muchas dosis de sensaciones, puesto que me disponía a pasar un fin de semana de baloncesto en Tenerife, no sólo presenciando el campeonato, sino saludando y recordando esos grandes momentos y vivencias que tuve como jugador canarista, durante varias temporadas, a finales de los años 80.
Entre estos momentos, y de forma casual, pude saludar a dos grandes periodistas deportivos de aquella época, Agustín Arias y Juan Manuel Betancourt, dos grandes profesionales que, hoy por hoy, continúan siendo un referente del periodismo deportivo en Tenerife.
En este primer día del campeonato, pude leer un artículo de Fernando Llombet, entrenador rival en mi etapa deportiva, que incidía en la necesidad de que, sin olvidar que se disputaba un campeonato, y donde las niñas debían competir, resaltaba la importancia del ejemplo que debían ofrecer los padres, y así lo recordé al final del partido, dirigiéndome, como indicaba el artículo, a felicitar a los padres del equipo ganador. Pero no todo podían ser alegrías.
Después de 20 años de mi etapa como jugador canarista, en la jornada del sábado, durante la semifinal que enfrentaba al Náutico (Tenerife) y al Caja de Gran Canaria, en la que jugaba la agüimense Natalia Rodríguez como invitada, pude revivir como eran aquellos partidos entre el Náutico y el Canarias, que si bien con aquella edad no comprendía, este fin de semana lo entendí.
Cuando tenía 15 años me ocurría como jugador, cada año, algo similar a lo que pude presencias 20 años después como padre y en la cancha del Real Club Náutico de Tenerife. Un partido donde el equipo deLa Caja es superior, pero donde la presión de una instalación y, sobre todo, la conciencia maliciosa de una labor arbitral, ambos de Tenerife, pueden hacer que el balonceso pase a un segundo plano. Y si no, reflexionen con los siguientes datos:
1.- El Caja gana el primer cuarto por 37-2, mostrando una superioridad absoluta, y termina perdiendo el partido, de 3 puntos, en la prórroga.
2.- Termina con más de 40 faltas personales, con una jugadora eliminada antes del descanso y otras seis cuando faltaban cinco minutos para finalizar el encuentro.
3.- El partido acaba con 7 de las 10 jugadoras eliminadas por cinco faltas personales. Pero aún con esas ayudas, las niñas de Gran Canaria, jugando con 4 preminis, fueron capaces de llegar a la prórroga para finalmente, y continuando con el espectáculo del silbato, y ante el asombro de todos los presentes en la cancha, a excepción de la afición del Náutico, las dejaron con 3 jugadoras en el campo. Pero la garra de estas niñas hizo que el equipo grancanario llegara a la última jugada con posibilidades de ganar.
Cada uno puede sacar sus propias conclusiones, pero las mías son las siguientes:
1.- El equipoLa Caja tiene en su actitud positiva un hábito, trabajado día a día, y que han sabido mostrar en situaciones advesas como las encontradas en este campeonato.
2.- Este equipo no eligió el modo de perder, pero sí como recuperarse para ganar al día siguiente al Canterbury por 80-45, mientras que la final, disputada entre el Pureza y el Náutico acabó con 41-31. Juzguen ustedes mismos.
Les aseguro que yo también fui testigo de estos mismos atropellos como jugador, y hoy, de forma inimaginable, después de un parántesis de 20 años, como padre. Pero también estoy convencido que este grupo de jugadoras han aprendido más con esta derrota que el resto de jugadoras del equipo ganador. Y si no, tiempo al tiempo.
En definitiva, sólo me queda felicitar a todo el equipo deLa Caja , porque esta derrota sólo ha sido un revés muy valioso en el camino de este grupo de jugadoras para éxitos futuros. Ya lo decía Benjamin Franklin: "Las cosas que duelen instruyen".
Además, puedo decir que lo hice llevando una maleta cargada de ilusiones, alegría y muchas dosis de sensaciones, puesto que me disponía a pasar un fin de semana de baloncesto en Tenerife, no sólo presenciando el campeonato, sino saludando y recordando esos grandes momentos y vivencias que tuve como jugador canarista, durante varias temporadas, a finales de los años 80.
Entre estos momentos, y de forma casual, pude saludar a dos grandes periodistas deportivos de aquella época, Agustín Arias y Juan Manuel Betancourt, dos grandes profesionales que, hoy por hoy, continúan siendo un referente del periodismo deportivo en Tenerife.
En este primer día del campeonato, pude leer un artículo de Fernando Llombet, entrenador rival en mi etapa deportiva, que incidía en la necesidad de que, sin olvidar que se disputaba un campeonato, y donde las niñas debían competir, resaltaba la importancia del ejemplo que debían ofrecer los padres, y así lo recordé al final del partido, dirigiéndome, como indicaba el artículo, a felicitar a los padres del equipo ganador. Pero no todo podían ser alegrías.
Después de 20 años de mi etapa como jugador canarista, en la jornada del sábado, durante la semifinal que enfrentaba al Náutico (Tenerife) y al Caja de Gran Canaria, en la que jugaba la agüimense Natalia Rodríguez como invitada, pude revivir como eran aquellos partidos entre el Náutico y el Canarias, que si bien con aquella edad no comprendía, este fin de semana lo entendí.
Cuando tenía 15 años me ocurría como jugador, cada año, algo similar a lo que pude presencias 20 años después como padre y en la cancha del Real Club Náutico de Tenerife. Un partido donde el equipo de
1.- El Caja gana el primer cuarto por 37-2, mostrando una superioridad absoluta, y termina perdiendo el partido, de 3 puntos, en la prórroga.
2.- Termina con más de 40 faltas personales, con una jugadora eliminada antes del descanso y otras seis cuando faltaban cinco minutos para finalizar el encuentro.
3.- El partido acaba con 7 de las 10 jugadoras eliminadas por cinco faltas personales. Pero aún con esas ayudas, las niñas de Gran Canaria, jugando con 4 preminis, fueron capaces de llegar a la prórroga para finalmente, y continuando con el espectáculo del silbato, y ante el asombro de todos los presentes en la cancha, a excepción de la afición del Náutico, las dejaron con 3 jugadoras en el campo. Pero la garra de estas niñas hizo que el equipo grancanario llegara a la última jugada con posibilidades de ganar.
Cada uno puede sacar sus propias conclusiones, pero las mías son las siguientes:
1.- El equipo
2.- Este equipo no eligió el modo de perder, pero sí como recuperarse para ganar al día siguiente al Canterbury por 80-45, mientras que la final, disputada entre el Pureza y el Náutico acabó con 41-31. Juzguen ustedes mismos.
Les aseguro que yo también fui testigo de estos mismos atropellos como jugador, y hoy, de forma inimaginable, después de un parántesis de 20 años, como padre. Pero también estoy convencido que este grupo de jugadoras han aprendido más con esta derrota que el resto de jugadoras del equipo ganador. Y si no, tiempo al tiempo.
En definitiva, sólo me queda felicitar a todo el equipo de