3 de agosto de 2011

Ben Magec y Turcón defienden el litoral de Arinaga y denuncian la ampliación del puerto

Miércoles, 03 de agosto.

Es conocida la oposición de estos colectivos ecologistas a la construcción del Puerto de Arinaga, quienes en su momento aportaron todo un conjunto de argumentos económicos, ambientales y jurídicos, a los que el tiempo ha dado toda la razón. El Puerto de Arinaga se ha convertido en el ejemplo más nítido de una megainfraestructura cuya construcción no sirvió sino para causar un importantísimo daño ambiental. Sin embargo, nuestros gobernantes, en lugar de recapacitar en base a estas evidencias sobre el modelo de desarrollo y el despilfarro de fondos públicos empleados en obras inútiles, ahora apuestan por ampliar el puerto.
Ahora, como ayer, tenemos que decir que esta obra promovida por la Autoridad Portuaria de Las Palmas es el ejemplo más claro y manifiesto de como dilapidar los fondos públicos que con tanto esfuerzo hemos puesto en sus manos. Obra pública que, en los largos años que lleva de acabada, no ha recibido en su interior más barcos que los que se puedan contar con los dedos de una mano. Eso sí, la misma Autoridad que en estos momentos pretende ampliarlo con espúreos intereses, ha intentado colocar al resguardo del mismo los buques chatarra que les estorbaban en el Puerto de Las Palmas de Gran Canaria, dándonos una vez más la razón en que este lugar sólo serviría para descarga de materias peligrosas y elementos no deseados el mencionado puerto capitalino.
Como en otras ocasiones, la Autoridad Portuaria de Las Palmas utiliza los meses de verano y, en especial el de agosto, para sacar a información pública el Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Ampliación del Puerto de Arinaga (nueva configuración) que no viene a ser más que otra entrega del intento fallido de expansión del 2003. Con esta maniobra de sacar las informaciones públicas en periodos vacacionales, la administración actuante sólo intenta disuadir a la ciudadanía y colectivos de su legítimo derecho de participación pública, allanando de esta manera el camino para cometer atropellos y tropelías en forma de gastos en megaproyectos innecesarios y no pedidos por el pueblo.
La intención de dragar la zona, a la vez que ampliarla, tiene la finalidad de adecuarla para la futura instalación de la planta de gas y sus tanques para "regasificar" el gas natural licuado. De esta manera, se intenta introducir el gas en Gran Canaria para seguir perpetuando el viejo modelo energético de los combustibles fósiles, que según todos los analistas internacionales, está en tiempo de descuento por el bien conocido pico del petróleo. Esta primera fase del "desatino y del cambalache" de seguir manteniendo altos niveles de megainfraestructuras en tiempos de crisis, nos cuesta, en el caso de este proyecto, 142 millones de euros (si en eso quedara). Las autoridades parecen no percatarse de que las verdaderas necesidades de inversión son la mejora de la sanidad, la educación pública y los servicios sociales.
Por último, este proyecto constituye un grave atentado ambiental y social para la isla de Gran Canaria, (otro más) pues afectarían a los sebadales y las Salinas de Arinaga, a aves como el Patinegro, a la tortuga boba, al litoral de Agüimes y Santa Lucía y a eventos deportivos de importancia como el Campeonato del Mundo de Windsurfing de Pozo Izquierdo. Y además de todo ello, es necesario recalcar la afección a más de diez mil vecinos y vecinas que vivirían a 450 metros de la planta de gas, a pesar de que el Reglamento sobre Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (RAMINP) establece que la distancia de seguridad de instalaciones, como la proyectada, debe estar ubicada a más de 2000 metros de un núcleo de población.
Proyectar nuestro modelo energético futuro desde parámetros basados en la gestión de la demanda energética y en el aumento de las medidas de eficiencia y las energías renovables, entre otros, debería ser el objetivo desde el que avanzar hacia una Gran Canaria sostenible. A nada de esto ayudan los planes de ampliación del Puerto de Arinaga e instalación de la planta de gas, sino a perpetuar el actual modelo de desarrollo cuyos efectos negativos ya venimos padeciendo hace años.