Antonio Morales*
Para Cáritas, la pobreza en España en estos momentos "es más extensa, más
intensa y más crónica que nunca". Aunque los datos no ocupan las primeras
planas de los medios informativos, como ocurre con las primas de riesgo y sus
secuelas, la realidad que nos muestran es muy dura y tremendamente injusta. El
último informe de la
Fundación FOESSA (Exclusión y desarrollo social en España.
Análisis y perspectivas 2012) es demoledor e irrefutable. Según este solvente
documento, de los más rigurosos, la pobreza crónica en este país ha aumentado
en un 53% y existen más de 11,5 millones de personas en riesgo de exclusión
social. La tasa de pobreza de España solo se ve superada por la de
Rumanía y Letonia, mientras los gastos sociales están muy por debajo de la media
europea; la evolución de la renta media de la población española ha descendido
en un 4% desde el inicio de la crisis y si la medimos con referencia al
crecimiento de los precios, la reducción es de un 9%; los hogares por debajo
del umbral de la pobreza rozan el 22%, uno de cada cinco se encuentra en
situación de riesgo, un tercio tiene dificultades para llegar a fin de mes y el
9% del total tiene a todos sus miembros en paro; 580.000 hogares no perciben
ingresos ni del trabajo, ni de prestaciones por desempleo o de la seguridad
social, porcentaje un 34% más alto que el que había al comienzo de la crisis;
con más de cinco millones de parados (23% de la población activa en la media
española, 32% en Canarias) España alcanza la cifra record de los 27 estados de la UE; uno de cada dos
desempleados lleva doce meses o más buscando empleo y 940.000 personas, aunque
tienen empleo, son pobres y se encuentran en situación de privación material
severa… El crecimiento de las desigualdades en España ha duplicado el de
Francia, triplicado el de Alemania y es cinco veces mayor que el de la media de
la UE-15. También
la distancia entre la renta correspondiente al 20% más rico de la población y
el 20% más pobre ha pasado de un 5,3
a un 6,9 en tres años.
Para UNICEF (Infancia en España 2012-2013), "la pobreza en España tiene
rostro de niño", ya que la pobreza infantil afecta a un 26% de los menores
españoles. En este país viven 2.200.000 niños por debajo del umbral de la
pobreza (en dos años esta cantidad ha aumentado en 205.000) y entre 2007 y 2010
el número de hogares con niños con todos sus miembros adultos sin trabajo
se ha elevado en un 120%. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia afirma
categórico que "la protección de la igualdad de oportunidades para la infancia
es una cuestión de ética y justicia, pero además es una apuesta estratégica y
transformadora" que de no considerarse puede tener consecuencias irreversibles
a medio plazo. Y no son solo números. Son hombres y mujeres sufriendo que se
ven cada día pululando por los despachos de los servicios sociales municipales
o por las cáritas locales.
Pero eso sería hacer justicia social y, desde luego, eso no entra en los
planes de los mercados. Si algo tiene claro el neoliberalismo es que la
justicia social, según Hayek, anula la responsabilidad personal, eleva el poder
del Gobierno sobre los ciudadanos y limita sus libertades. Y eso no se puede
permitir. Por eso, a los ciudadanos hay que darles caña y someterlos a la
ley natural de la supervivencia. Y si hay que hacer justicia y sacar de la
pobreza y rescatar a alguien no es, en absoluto a los pobres. Que
aprendan a vivir en este mundo implacable. A quien hay que rescatar es a los
bancos, a los pobres bancos a los que se les fue la mano inocente y nos
metieron en esta durísima crisis. Y mientras, estupendo si además gana la Alemania que nos llevó a
una Primera Guerra Mundial por su ambición imperialista, que no se conformó y
nos empujó a una Segunda con un desmedido afán mesiánico y que se ha empeñado
en mantener esta guerra fría en el seno de la actual UE por puro
enriquecimiento de su sistema financiero.
Se rescata a los bancos con dinero público (¡cuánto intentaron
convencernos desde la mentira recurrente de que no era sino un préstamo que nos
iba a sacar de la situación en la que estábamos!); se socializan las pérdidas
del sector financiero y se aumenta cada vez más la deuda estatal española, que
se ha duplicado desde el inicio de la crisis por los altos intereses que
pagamos a los bancos alemanes después de que nos presten dinero a precio de
usura cuando ellos lo han recibido del BCE a un 1%. Se hace más palpable e
igualmente pesada la deuda privada que arrastra a la pública asfixiando a un
Estado que hace de avalista. Se consuma, por tanto, el sometimiento del Estado
a los poderes económicos y a la banca alemana, y aunque se nos repitió por
activa y por pasiva que el "préstamo" para sanear a la banca española no
implicaba ningún tipo de condiciones especialmente gravosas, la realidad es que
el FMI ya se ha lanzado a pedir al gobierno de Rajoy otro severo plan de ajuste
en el que se incluye la subida del IVA, un durísimo plan de privatizaciones y
una bajada de sueldo a los funcionarios. Los voceros españoles del
neoliberalismo no se quedan a la zaga y, asustándonos con los negros presagios
de una intervención segura del país al situarse la prima de riesgo cerca de los
600 puntos, no dudan en demandar, además, la eliminación de la desgravación por
vivienda, una drástica reducción de la administración, nueva reforma de las
pensiones, replanteamiento de las prestaciones por desempleo… No les basta con
lo que han hecho hasta ahora congelando los salarios, frenando la actualización
de las pensiones, cercenando derechos sociales y laborales, precarizando la
educación y la sanidad.., y nos anuncian más paro y más pobreza.
No le sirve para nada al neoliberalismo, que propicia un sistema financiero
especulativo sin control alguno, las peticiones del G-8 para que se abran las
ayudas también para los ciudadanos; le importa un bledo la llamada del G-20 a ir más allá de la
austeridad acudiendo a estímulos y crecimiento; se las trae al pairo la rabia y
la impotencia de los españoles que ven como aparece dinero a mansalva para
salvar a los bancos pero no para rescatarlos a ellos de la pobreza y el paro.
Sabe que es el momento para dar el golpe definitivo al Estado de Bienestar
rompiendo el consenso con la socialdemocracia y los liberales que
entendían otro modelo de capitalismo después de la Segunda Guerra
Mundial; es consciente de que están minando la legitimidad de la política (dice
El Mundo que lo que más desean los ciudadanos es una contundente disminución de
la administración en todos sus niveles) y saben que están ganando la guerra, si no lo remediamos, de la pérdida de la soberanía de la democracia. Algún día,
la ciudadanía, la política, la democracia, pisarán las calles nuevamente y
entonces habrá que exigir responsabilidades ante la justicia a los que nos han
llevado a esta situación y a sus cómplices necesarios.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.