5 de junio de 2013

Un ex entrenador de fútbol base, enjuiciado por violar y abusar de niños

El acusado durante la celebración del juicio en la Audiencia Provincial (E.U.)
Miércoles, 05 de junio.

La Provincia
Uno de los supervivientes grancanarios del naufragio del crucero Costa Concordia, A. A. Henríquez Sosa, fue enjuiciado ayer en la Audiencia Provincial de Las Palmas por la presunta violación de un menor, abusar sexualmente de otro y corromper a un tercero. 
El acusado, conocido por haber ejercido como entrenador de fútbol base en el barrio teldense de Marzagán y en el municipio  de Agüimes, defendió que las relaciones sexuales que mantuvo con los menores fueron consentidas y que, en ningún caso, culminaron con penetraciones anales, sino que solo fueron felaciones. Los jóvenes jugadores, sin embargo, narraron encuentros sexuales bien distintos.
Henríquez Sosa retornó a Gran Canaria el domingo 15 de enero de 2012, convertido en uno de los 24 pasajeros canarios que sobrevivieron al hundimiento del crucero Costa Concordia. "El capitán fue el primero en abandonar el barco y después todo fue un desastre", aseguró aquel día en el Aeropuerto de Gran Canaria, con cierta reticencia a realizar declaraciones, quizá por lo que pasaría un año y medio después. 
La Fiscal Delegada de Violencia de Género, Beatriz Sánchez, solicitó a los magistrados de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas su condena a 70 años y tres meses de prisión, mientras que las acusaciones particulares de tres presuntas víctimas elevaron sus penas hasta los 110 años de prisión.
Durante el juicio, varios menores relataron diversos encuentros sexuales con el que había sido su entrenador de fútbol cuando ellos contaban con 12 y 13 años de edad. Henríquez defendió, sin embargo, que ellos tenían 15 y los acusó de querer "vengarse" de él.
La primera presunta víctima fue un niño nacido en 1996 y al que conocía desde los tres años porque era amigo íntimo de la familia. La primera presunta violación la sitúa el joven cuando tenía 12 años y el acusado lo invitó a acudir con él a un centro de talasoterapia de la ciudad. "Yo estaba solo con él. Nos duchamos juntos y me obligó a hacer algo que yo no quería, me obligó a hacerle una felación y me penetró", describió. "Estábamos en una cabina con la puerta cerrada y yo me encontraba muy asustado. Cuando volví a casa se lo conté a mi hermano y él me dijo que se lo dijese a mi madre, pero yo sentía vergüenza y le pedí que no comentase nada".
El relato del menor describe otras cuatro violaciones en un descampado de Arinaga. "En su coche pasaba lo mismo que en la talasoterapia. Yo no quería ir con él, pero él llamaba a mi madre y ella me decía que fuera", aseguró.
"Yo confiaba en Aday y no podía pensar que fuese a hacer algo así. Era amigo de la familia desde hacía más de diez años", confesó ella. Según comentó, una vez el acusado la llamó "más de doce veces" para que convenciese al niño de que lo acompañase al hotel. "Aday me decía que los invitaba para no ir él solo y que les llevaba la Playstation".
El supuesto modus operandi de Henríquez, que han descrito por igual las presuntas víctimas, consistía en llevarles a hoteles y talasoterapias donde mantenía relaciones sexuales con ellos, hacerles regalos y darles dinero.
Otra de las supuestas víctimas fue un jugador del equipo que entrenaba. Además de abusar sexualmente de él, según la declaración del menor, acudió un día con una chica para que mantuviesen relaciones sexuales él y ella mientras Henríquez intentaba penetrar al menor por vía anal. Esta situación, que ocurrió en 2009, y que él niega, también sucedió con la primera supuesta víctima y con la misma chica también en ese año.
La joven, que era menor de edad, reconoció haber mantenido relaciones sexuales con los dos niños asegurando que cuando Henríquez trataba de penetrarles, ellos "se sentían muy incomodos, como si no quisiesen estar allí". Asimismo, ella aseguró que "nadie le obligaba a nada", que se acostó con los chicos porque quería.
El último caso tuvo lugar con un niño de 11 años al que también entrenaba. Lo invitó a la talasoterapia y le pidió que se masturbase mientras se duchaba. "Hice lo que me pedía pero se notaba que estaba más preocupado en mirar lo que yo hacía que en ducharse", afirmó. Henríquez negó, en este caso, habérselo pedido.