24 de abril de 2014

Opinión: "Elecciones Europeas: a pesar de todo, sí, pero..."

Jueves, 24 de abril.

Fernando T. Romero*
La integración en la Unión Europea y la adhesión a la unión monetaria suponía a los Estados ceder voluntariamente soberanía, pues dejaba instrumentos fundamentales de la gestión de la política económica en manos de instancias supraestatales. Sin embargo, la mayor cesión de soberanía en los últimos años, es la que ha dado más poder a los mercados y a sus representantes, incluso por encima del poder cedido a la propia UE.
Como ha escrito Juan José Téllez, “actualmente la UE ya no significa la Europa sin fronteras, ni la del bienestar ni la de las libertades. Ahora, Europa atiende especialmente a los intereses de los bancos, al negocio de la energía, a los mayores dividendos a costa de los servicios públicos, de los salarios, del derecho a la vivienda y al trabajo”.
Y el catedrático Vicenç Navarro continúa: “Es evidente que las políticas de austeridad y de bajada de salarios han sido un enorme fracaso, pues no sólo no han facilitado la recuperación, sino que la ha empeorado”. Y uno añade que la bajada de salarios ha sido una excusa para aumentar los beneficios de las grandes empresas, objetivo de dicha política frecuentemente silenciado.
Ante este panorama, tenemos que caminar hacia la eliminación de la actual concepción elitista de la democracia, que considera que ésta (la democracia) está muy bien, siempre y cuando esté controlada por una élite que decide por todos. Por ello, es necesario insistir que para salir de la crisis hay que luchar por una Europa más democrática, que coloque a la economía al servicio de las personas y no a las personas al servicio de la economía. 
Para lograr ese objetivo se debe avanzar hacia otra manera de hacer política, capaz de cambiar el modelo actual de la UE. Para eso, necesitamos políticos de altura, progresistas, ligados a los intereses de la ciudadanía y con verdadera visión paneuropea.
Y refiriéndonos a nuestro país, ante la cercanía de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 25 de mayo, no debemos ni podemos olvidar que el presidente Rajoy y el PP han sido muy sumisos y obedientes al mandato de la banca, tanto, que nada más alcanzar el poder renunciaron a su propio programa electoral y se olvidaron de los intereses generales y de gran parte de los ciudadanos que le votaron.
Por otra parte, es muy difícil creer en la socialdemocracia, ya que en connivencia con la derecha, ha sido cómplice necesaria de la práctica política del neoliberalismo triunfante. Ambas tendencias políticas, representadas en nuestro país por el PP y el PSOE, son responsables de la construcción y de la constitucionalización de esta Europa neoliberal que padecemos. No olvidemos que en pleno agosto de 2011, por iniciativa del PSOE gobernante y sometidos a las órdenes de la troika, qué fácil y qué rápido se pusieron de acuerdo ambos partidos para modificar íntegramente el artículo 135 de la Constitución, que legalizó los desmanes sociales realizados por ambos desde entonces.
Actualmente, los socialistas en la oposición levantan algo la voz, pero sin poner en peligro el sistema, porque realmente son uno de los pilares fundamentales que lo sustentan. Por eso, cuando alcanzan el poder, asumen la misma política económica que la derecha, ya que pertenecen y defienden a los mismos bancos. Además, no olvidemos que el PSOE ha votado en el Parlamento Europeo lo mismo que el PP en más del 70% de las votaciones.
Y ahora viene la Sra. Elena Valenciano, cabeza de lista socialista a las elecciones europeas, a plantear a los ciudadanos su modelo de Europa que, según ella, contrasta con el de la derecha. ¡Lo que hay que oír!, cuando se ha demostrado que ambos (PP y PSOE) defienden el mismo modelo económico. Además, la política europea en nada ha cambiado, tras la llegada al gobierno de los socialistas franceses ni tras el pacto de gobierno de los socialdemócratas alemanes con la derecha en su país. Todos continúan reforzando el neoliberalismo.
Por lo expresado y más cosas, uno piensa que ninguna de las tendencias políticas que conforman el bipartidismo, tanto en España como en Europa, merecen la confianza de los ciudadanos. Ambas, ocultando su pasado reciente, vienen ahora a pedirnos el voto para el Parlamento Europeo. ¡Qué caraduras! Es triste, pero se aprovechan de la memoria olvidadiza de los ciudadanos y de la existencia de una limitada cultura política.
¿Y la izquierda? ¿Dónde está la izquierda política en este país? Justo ahora, con el terrible daño infringido a la ciudadanía por el bipartidismo en los últimos años, era el momento de aprovechar la coyuntura para configurar una nueva mayoría, basada en la unidad. Todas las organizaciones de izquierdas coinciden, por separado, en la defensa de los trabajadores, de la ciudadanía en general y, sobre todo, de los más débiles; pero luego son incapaces de ponerse de acuerdo en torno a una mesa para concretar juntos ese discurso.
Es evidente que todos se consideran “la verdadera izquierda”. Sin embargo, hay que aceptar que la izquierda es plural y que todas las organizaciones tienen un poco de “izquierda verdadera”. Por ello, manteniendo las identidades de cada grupo, tendencia o partido, el resultado final tendría que ser el confluir alrededor de un programa y de un bloque electoral amplio. 
Sin embargo, la realidad es que por personalismos o caudillismos varios, al final, se confunde a los ciudadanos y, con este proceder, se les anima a la abstención. Por tanto, una vez más y para regocijo y gloria del bipartidismo neoliberal, la izquierda sigue sin aprender de sus propios errores. Y especialmente en esta ocasión, que podría aprovecharse de la circunscripción electoral única (estatal) que hace más eficaz cada voto. Pues nada, de nuevo se presenta a los ciudadanos atomizada y fragmentada, incluso más que en anteriores procesos electorales. Resultado: el gran sector de la ciudadanía que todos dicen defender, continuará indefenso. ¿Hasta cuándo?
Por otra parte, algunos, a derecha e izquierda, insisten a la ciudadanía para que no vayan a votar, pues dicen que no vale la pena, ya que “nada va a cambiar” y que “todo el pescado está vendido”. Sin embargo, uno se resiste y se rebela ante este mensaje interesado, manipulado y antidemocrático. Y, puesto que no deseamos ni se atisba en el horizonte ningún tipo de revolución, si queremos que algo cambie en nuestra sociedad, sólo disponemos de una herramienta: el voto.
No obstante, a pesar de la reflexión crítica realizada, uno piensa que aunque mi voto sea una mierda, necesitamos evacuar para sentirnos mejor, relajados y mantener la salud. Por eso, si no queremos emitir el voto, al menos evacuémoslo. Haciéndolo así, a lo mejor nuestro abono sirve para ayudar a conseguir una mejor y más productiva cosecha democrática. Disculpen el símil escatólogico, pero el voto es lo único que tenemos los ciudadanos con cierto valor eficaz para cambiar la sociedad. Utilicemos adecuadamente esa papeleta personal e intransferible y rechacemos, a pesar de todo, cualquier invitación a la abstención.
*Fernando T. Romero es miembro de la Mesa de Roque Aguayro.