Antonio Cerpa
Saludé al 15M mucho antes de que
este naciera. José Luis San Pedro tuvo la culpa. Su pensamiento, recogido en
libros, conferencias, artículos,... y fundamentalmente, su impagable testimonio
vital, su honestidad, su independencia y su amor a la libertad, acabaron
constituyéndose en razones poderosas para que muchos comenzáramos a creer que
otra forma de hacer política era posible, que otra economía, era posible, que
otra redistribución de las cargas y de la riqueza, era posible.
Apareció el 15 M. Lo saludé, lo
aplaudí y de alguna humilde manera, lo empujé.
Nunca me preocupó que su aparente, o tal vez real, anarquía asamblearia tuviese capacidad para liderar un
programa de gobierno. A eso se agarraba la derecha política y mediática para
intentar desprestigiar y aniquilar el movimiento, y muy posiblemente en esa
aparente fragilidad, descansaban seguros y ociosos los partidos de izquierda, al
considerar que ahí tenían un enorme granero de votantes que tarde o temprano
acudirían al paraguas de sus siglas para expulsar al enemigo común.
La verdad es que yo nunca
consideré imprescindible que el Movimiento del 15M tuviera que convertirse en
una plataforma política de poder real. Me parecía que tenía una importantísima
misión de conciencia crítica ciudadana. Esperaba su participación indignada y
combativa en las asociaciones vecinales, en los colectivos estudiantiles y de
trabajadores. Creía que podría convertirse en conciencia programática y de
combate para conseguir que el poder volviera definitivamente al pueblo. Si el
movimiento se revitalizaba, si lograba conectar con los descontentos, los
excluidos y los soñadores, acabaría siendo una fuerza tan poderosa, que los
partidos políticos no tendrían más remedio que reconvertirse y dedicarse, "a tiempo completo", al servicio público.
Pero claro, esto era sólo una
opinión. Otros pensaron que había que dar otro paso.
Y llegó PODEMOS. Dicen que para
quedarse. Mucha gente ha recibido su aparición como lluvia fresca en medio del
desierto. Parece que hablan en un lenguaje que podemos entender. Es más que
probable, como bastantes se encargan en reiterar, que muchos no conozcan
"la letra pequeña", pero, //¿Y a quién le importa?// dirán los
esperanzados // De los que nos han traído hasta aquí conocíamos "todas
las letras", y miren donde estamos //
Lo realmente cierto es que
PODEMOS no ha dejado indiferente a nadie. Una gran parte de la población les ha
acogido con esperanza o con curiosidad, y los poderes políticos, sean del signo
que fueren, los poderes económicos y la inmensa mayoría de los mediáticos, no
han tardado en expulsarlos a las tinieblas exteriores. O eso al menos
pretenden.
Pero el país necesita debates
serios. Debates en el que no prime el espectáculo, ni las audiencias, ni las
cuotas. Debates en los que participen políticos, economistas, intelectuales,
asociaciones vecinales, trabajadores sociales... dirigidos por periodistas
independientes, libres, honestos. Los ciudadanos tenemos derecho a saber. Sin
ese conocimiento no existe democracia y el voto sería una pantomima. Tal vez
pretendan eso, pero sería un error monumental.
De todas formas, PODEMOS tiene un
largo camino por delante en el que deberá demostrar a la gente que sus
propuestas son serias, y que van en serio, qué no están diseñadas para ganar
votos, sino para darle la vuelta a un sistema que se ha demostrado injusto,
intolerable e inservible. Tendrán que explicar también, que para conseguir eso
tendremos que enfrentarnos a fuerzas muy poderosas que no permitirán por las
buenas que les arrebaten sus privilegios. Que no saldrá gratis. ¡Es lo que
tiene pretender conseguir la redistribución de la riqueza de forma justa!
Y sería bueno demostrar, que todo
esto es posible, "gobernando". Primero, desde el propio partido, con
transparencia y con democracia, pero también, desde una pedanía, un
ayuntamiento, una mancomunidad o una diputación (dejemos el gobierno de la Nación
para más adelante). Y en sus manos está. A la vista de las encuestas, no parece
que sea misión imposible. Hay mucho hartazgo, demasiada frustración acumulada y
unas enormes ganas de cambiar las cosas.
Algo debería quedar claro sin
embargo: PODEMOS no es el 15M. Con toda seguridad, hunde sus raíces en aquella
explosión venturosa. Pero el 15M es mucho más. Y nadie debería apropiarse en
exclusiva su conciencia.
Llegados a este punto, a uno se
le ocurre pensar en las razones que hacen posible que una historia,
absolutamente extraordinaria y consolidada, como la que viene protagonizando el
municipio de Agüimes durante los últimos treinta y tantos años, no sea
conocida, estudiada y debatida en todos los foros de la comunidad canaria y del
Estado.
Desde el mes de abril de 1979, el
colectivo Roque Aguayro, con un programa tan "radical", ambicioso y
exigente como el que se atribuye a PODEMOS, y con una clara estructura
asamblearia y de participación vecinal, que son su seña de identidad, llega al
poder municipal y gobierna de forma ininterrumpida y con mayorías absolutas,
hasta el día de hoy.
Han sido muchos los que han
seguido con curiosidad, con respeto y con alegría indisimulada, el durísimo
trabajo que los distintos equipos de gobierno, siempre bajo el liderazgo de
Antonio Morales, han llevado a cabo durante todos estos años. Los grandes
partidos tradicionales, estatales y nacionalistas acogieron con sorpresa su
primer triunfo, pero apostaban doble contra sencillo a que ni siquiera acabarían
la legislatura. Evidentemente, se equivocaron.
Si alguien entre ustedes, especialmente mis amigos peninsulares, quisiera saber que ha pasado durante
estas tres décadas en este bello pueblo de mi tierra, que genere respuestas en
Google, que visiten las webs de Roque Aguayro o del propio ayuntamiento, que
lean los libros y los cientos de artículos del alcalde (uno por cada semana de
gobierno). Y si su curiosidad fuese mayor, les diría que preguntasen a la gente
de la calle de otros pueblos por lo que piensan de Agüimes y de su alcalde.
Por ahora no quiero extenderme más.
Tan sólo confirmarles que no soy de ese pueblo, no milito ni he militado en el colectivo Roque Aguayro, y durante la dictadura conocí a un gobierno municipal
retrógrado, clasista y caciquil contra el que muchos tuvimos que luchar.
Afortunadamente, a ese pueblo no lo conoce ya ni su madre. Muchos canarios, de
muy distintos signos ideológicos, nos sentimos orgullosos de lo que los ciudadanos de esa Villa han conseguido.
"No sabemos hasta donde
llegara.
Ni siquiera cuanto va a durar.
Lo que sí sabemos es que ha
podido ser.
Y si ha podido ser, ya nunca
dejaremos
que lo llamen utopía."