Fernando T. Romero*
Es evidente que Rajoy, al señalar el 20 de diciembre para la celebración de las Elecciones Generales, ha querido agotar al máximo la legislatura para repetirnos hasta la saciedad, pretendiendo convertir en verdad, aquello del “milagro de la recuperación económica”.
Pero la realidad social sigue siendo más tozuda que las declaraciones oportunistas o de buena voluntad. Por eso, para la mayoría de los ciudadanos no hay tal “milagro”. Detrás de esta propaganda, solo existe el deseo y la necesidad de una minoría enriquecida de perpetuarse en el poder. Y lo hace vendiendo humo y engañando. Por ello, debemos abrir bien los ojos ante el inminente proceso electoral.
Recordemos que el PSOE y el PP son los responsables directos de las políticas de recortes impuestas en este país desde el inicio de esta crisis. No debemos olvidar el vuelco del gobierno de Zapatero a partir del mes de mayo de 2011 que supuso la trascendental reforma exprés del artículo 135 de la Constitución, totalmente a espaldas de los ciudadanos, la cual legalizó todos los desmanes posteriores colocando a la economía por encima de cualquier necesidad básica de los ciudadanos.
Y esta decisión contó con el apoyo entusiasta del PP, pues establecía las bases que facilitaron tras su llegada al gobierno, su posterior reforma laboral, que tanto desempleo, sacrificio, pobreza y miseria ha traído a muchos ciudadanos.
Además, fue el gobierno socialista el que congeló los salarios de los funcionarios y el primero en incumplir el Pacto de Toledo al imponer la congelación de las pensiones, junto con otras medidas restrictivas que le condujeron a su irremisible derrota electoral.
Por su parte, el gobierno del PP en los últimos años ha desarrollado con creces todas las propuestas que suponían retrocesos para la ciudadanía, pero que ya apuntaban con las decisiones tomadas por el gobierno socialista.
Tampoco olvidemos, a pesar del espectáculo, a veces entretenido dentro de nuestro país entre el bipartidismo, que en la UE la gran coalición PP-PSOE sigue funcionando a velocidad de crucero y casi sin pestañeo alguno.
Como ejemplos, ahí tenemos las votaciones conjuntas PP-PSOE en el Parlamento Europeo, de las que apenas nos llegan noticias. Y, sobre todo por su visibilidad más reciente, sabemos de su actuación conjunta sobre Grecia o la actitud de ambos partidos sobre la T.T.I.P. (Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones entre la UE y EE UU) que se negocia en secreto y que, por lo que se ha filtrado, supone un ataque contra la línea de flotación de los servicios públicos.
Por lo demás, algunos barones socialistas, actuando como poderes fácticos dentro del partido, continúan sin desechar la idea de una gran coalición PP-PSOE para el gobierno de este país. Tanto es así que el propio Pedro Sánchez, tras resultar elegido Secretario General, propuso la reforma del artículo 135 aprobada por Zapatero y Rajoy, pero inmediatamente estos poderes fácticos intervinieron y Sánchez se ha tenido que olvidar de este asunto.
Ahora el PSOE propone reformar la reforma laboral del PP. Sin embargo, ante las actuales presiones de Bruselas después de aprobarse los presupuestos generales del Estado para 2016, a uno no le extrañaría que esta propuesta socialista, en caso de llevarse a cabo, consistiera en profundizar aún más en lo mismo y terminara produciendo un resultado final de mayores perjuicios para los ciudadanos.
Por otra parte, últimamente los socialistas han desenterrado su histórico laicismo de “quiero y no puedo”, y el propio líder socialista ha manifestado que si gobierna “la asignatura de Religión estará fuera del horario escolar”. Pues a la vista de la trayectoria de los distintos gobiernos socialistas, uno se atreve a vaticinar que se cumplirá la primera parte de la declaración, es decir, “la asignatura de Religión estará”. Pero incumplirán la segunda: “fuera del horario escolar”. Y, por supuesto, habrán cumplido el 50% de la propuesta, pero no servirá de nada, pues todo seguirá igual. Como siempre.
Además, parece que también llevan en su programa la fiscalidad de la Iglesia y la consecuente denuncia del Concordato, propuesta ya planteada en otras ocasiones y nunca cumplida. ¿Por qué creerles ahora, cuando siempre han cedido ante la presión del formidable poder fáctico de la Iglesia? La falta de credibilidad es el problema del PSOE.
Alguien ha escrito que el bipartidismo español, a modo de unos hermanos siameses, se encuentra unido por la espalda: uno mirando a la izquierda y otro a la derecha. Pero unidos ambos por la columna vertebral de la aplicación de la misma política económica de sumisión a los dictados de la troika. Y por si fuera necesario reforzar o sustituir a alguno de ellos, ya se ha encargado el Ibex 35 de promocionar adecuadamente a Ciudadanos como reaseguro y garantía de perpetuidad de las políticas de la mencionada troika en este país.
Con la llegada de Ciudadanos el pacto de hormigón del bipartidismo está garantizado. Ya lo hemos visto tras las pasadas Elecciones Autonómicas: Ciudadanos ha apoyado al PP en el gobierno autónomo de Madrid y ha hecho lo mismo en Andalucía apoyando al gobierno socialista. Tras las próximas elecciones generales, el comodín Ciudadanos actuará de manera semejante, uniéndose con quien convenga del bipartidismo (PP o PSOE), cumpliendo así su objetivo de garantizar la continuidad de las políticas neoliberales.
Uno llega a pensar que el sistema lo tiene todo preparado para que, tras las elecciones, parezca a los ciudadanos que algo cambia, aunque en realidad nada cambie. Es el poder del dinero.
Por ello, si unas Elecciones Generales siempre son importantes, en esta ocasión, a pesar del “milagro económico” del PP, las elecciones serán decisivas para continuar con lo mismo o iniciar un cambio de ciclo que reponga al ciudadano, y no siga la economía, como centro de las decisiones políticas.
Si convenimos en que el bipartidismo (PSOE-PP) ha sido el responsable de la crisis, con todos sus anexos de corrupción y de gobiernos irresponsables, ¿cómo es que ahora se presentan ambos como los redentores de la ciudadanía y los salvadores de la patria? Seguramente porque están convencidos de que buena parte de los ciudadanos carecen de memoria política.
Por todo ello, no basta sólo con constatar con tristeza el número de desempleados, ni basta con saber cómo son ahora los contratos ni cuáles son los salarios de los que consiguen trabajo, ni basta con conocer la situación de la sanidad pública, las pensiones, la atención a la dependencia, etc. Además, tenemos la necesidad de recuperar nuestra memoria de, por ejemplo, hace tan solo un año y, al menos, cuestionarnos en este momento el apoyo a los partidos del bipartidismo.
Así las cosas, ¿reincidiremos con más de lo mismo en las próximas elecciones?
*Fernando T. Romero es miembro de la Mesa de Roque Aguayro.