15 de abril de 2019

La diocalandra alcanza las palmeras de Los Corralillos

Lunes, 15 de abril.

Palmeral de Barranco de las Vacas, en Los Corralillos
Redacción
La afección de la Diocalandra frumenti en los palmerales naturales de Gran Canaria es "grave", pero existen aún seis municipios e importantes palmerales silvestres donde es incipiente o aún no ha llegado, por lo que el Cabildo de Gran Canaria cree que esta plaga todavía puede ser controlada, por lo que el Consejero de Medio Ambiente, Miguel Ángel Rodríguez, reclama al ejecutivo regional que deje de considerar la plaga como "establecida", una declaración que evita que se ejecuten acciones para evitar que se extienda, y solicita que sea declarada, con carácter de urgencia, como especie exótica invasora para evitar la desaparición de la especie Phoenix canariensis en la isla.
Los especialistas del Cabildo de Gran Canaria piden extremar las precauciones y evitar en lo posible prácticas culturales como la poda o talas sin esterilizar, tanto antes como después del trabajo, los instrumentos y la ropa de los operarios, ya que estas prácticas son las que más contribuyen a la propagación del pequeño escarabajo que ataca, sobre todo, a la variedad canaria.
Esta es la principal conclusión del diagnóstico encargado por el gobierno de la isla para conocer la situación de la Diocalandra frumenti y otros patógenos que afectan a los palmerales de Gran Canaria, un estudio pormenizado que no se había realizado hasta ahora y cuyos resultados permiten líneas de actuación para proteger la palmera canaria y su hábitat.
El estudio determina que, aunque la plaga está muy extendida en toda la franja litoral, así como en ámbitos de jardinería urbana, y a pesar de que ya hay algunos palmerales silvestres afectados, existen importantes palmerales libres de diocalandra, como buena parte del Barranco Guiniguada-Santa Brígida o gran parte de la cuenca del Barranco de Tirajana, donde se concentran casi la mitad de las palmeras silvestres de Gran Canaria.
El consejero pide, asimismo, a los gobiernos canario y central que "asuman, como lo hace el Cabildo de Gran Canaria, que todavía se pueden salvar los palmerales silvestres de la isla", para lo que hace falta "trabajar conjuntamente, no dar la guerra por perdida y que se impliquen las diferentes administraciones para aplicar planes de control de la plaga".
La Diocalandra frumenti se ha dispersado desde su detección en 1998 en Maspalomas y afecta ya a todo el perímetro de la isla hasta un cuota aproximada de 200 metros de altitud y, principalmente, afecta a palmeras urbanas y de jardinería, pero también ha llegado a palmerales naturales del sur de la isla, afectando seriamente a los del oeste y sur, como las cuencas de Arguineguín, u otros emblemáticos de gran tamaño como el de Arteara, El Aserradero, Ayagaures y Gambuesas.
En el sureste, la afección llega hasta Los Corralillos, de manera que los palmerales de Temisas y de la Cuenca de Tirajana pueden considerarse libres de la plaga, salvo de forma incipiente en el entorno del Ingenio de Santa Lucía y de la Fortaleza, donde se detectaron cinco ejemplares afectados.
La diocalandra se ha mantenido en cotas inferiores de la zona centro-norte por la incidencia húmeda de los vientos alisios, aunque está muy extendida por Las Palmas de Gran Canaria y en las cotas bajas de Arucas y Moya, principalmente.
A raíz de un análisis sobre las fuentes semilleras elaborado por dos biólogos del Instituto Universitario de Estudios Ambientales y Recursos Naturales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ya es posible conocer la pureza genética de las palmeras de la isla y determinar el grado de hibridación con otras variedades, lo que permitirá al Cabildo de Gran Canaria proponer tres nuevas áreas como posibles fuentes semillera de Phoenix canariensis en Hoya Bravo (Santa Brígida), Huerta de Los Caideros (Soria) y La Vega de Arteara, cuyas palmeras tienen una pureza genética cotrastada.
El estudio recomienda, asimismo, eliminar o reducir la presencia de los ejemplares híbridos o exóticos en las citadas zonas para frenar una posible expansión de la hibridación en los palmerales grancanarios y asegurar la supervivencia y pureza de la variedad canaria, única en el mundo.