Su nombre comienza a sonar hoy en día con fuerza entre los aficionados del baloncesto nacional, pero Natalia Rodríguez era todavía una prometedora desconocida de apenas 18 años recién cumplidos cuanto tuvo que tomar una de las decisiones más importantes de su carrera: dejar atrás el hogar familiar en Agüimes para poder emprender una nueva aventura deportiva en solitario.
De este modo, la escolta internacional ponía punto y final a toda una vida en la cantera del SPAR Gran Canaria empaquetando en sus maletas un incalculable número de recuerdos como aquellos que hacían referencia al Campeonato de España Junior de 2016, en el que había logrado ejercer como la mayor anotadora de la cita, o los que le recordaban sus veranos bajo la disciplina de las selecciones españolas de formación.
Un momento que afrontó con alguna que otra lágrima, pero convencida de que en su nuevo destino en Galicia le aguardaba una oportunidad única, tanto en el plano académico como en un terreno deportivo en el que iba a terminar debutando en la Liga Femenina Endesa de la mano del BAXI Ferrol.
Así daba comienzo a tres temporadas en las que ha sumado un total de 70 encuentros en la máxima competición nacional y en las que ha tenido que ver desde la distancia como otra Rodríguez, su hermana Elena, comenzaba a seguir sus pasos, porque ya ha comenzado a hacerse un hueco en el baloncesto, tanto con su debut en un Campeonato de Europa U16 con el combinado nacional como en sus primeros minutos de juego en la Liga Femenina 2 de la mano del conjunto grancanario.
Dos caminos que se habían visto separados por algo más de dos mil kilómetros y que se cruzaron de nuevo esta temporada con el reencuentro en la Liga Femenina 2, en el que solo la barrera de los grupos podía separar a dos hermanas que habían ido fantaseando a lo largo de todo el curso con la posibilidad de que sus equipos pudieran cruzarse en la fase final por el ascenso a la Liga Femenina Endesa.
Pero ese reencuentro soñado y planificado para finales de este mes se ha visto acelerado ahora por una situación tan imprevisible como la pandemia mundial que ha llevado a estas dos rivales a verse confinadas como hermanas en su casa de Agüimes.