14 de febrero de 2022

Opinión: Mascarilla en el recreo

 Lunes, 14 de febrero.                                                                                                    

Rosa Santa-Daría*

Los docentes llevamos dos terribles años dedicando todo nuestro tiempo a las consecuencias de la pandemia. Ya es conocida por todos las merma en el desarrollo de las competencias por parte de nuestro alumnado, desfase que tardará años en recuperarse. Si lo datos cuantitativos en las evaluaciones son favorables es porque se ha bajado el nivel considerablemente.
La salud mental en el alumnado está agravando el aprendizaje. La ansiedad es una muestra evidente de lo que estamos viviendo. La educación online la piden cada vez más familias por los problemas de adaptación, de tolerancia al fracaso, se sociabilización interrumpida.
No es menos preocupante el número de bajas de docentes y el estrés del profesorado que seguimos en activo contra viento y marea.
Los equipos directivos arrastran un agotamiento de dos años no compensados de ninguna manera por la administración educativa. Las comisiones covid de los centros se reúnen con mucha frecuencia para que el protocolo funcione adecuadamente.
Y ahora, la administración entra en nuestros recreos para tirar abajo el frágil castillo. El recreo es parte del centro, el protocolo covid así lo contempla también. No se puede entrar en el centro sin pedir permiso. Las mascarillas no son obligatorias en exteriores (desde el jueves 10 de febrero) pero los patios no son zonas exteriores al centro. Cada comunidad educativa debiera decidir si mantiene o no la mascarilla porque solo los que van al centro cada día conocer si es el momento para tomar esa decisión en función de sus instalaciones, horarios y grupos. Recordemos que no todos los centros educativos tienen horarios diferentes para los recreos ni espacios diferenciados para los grupos.
Estamos todos fatigados por esta situación sanitaria, pero si algo se aprende en el aula es a esperar. No se recoge la cosecha hasta que, una vez plantada la semilla, se riegue y poco a poco se forme el fruto que nos alimenta el cuerpo y el espíritu.
Acataremos la norma pero no la compartimos porque es una falta de respeto al trabajo que hacemos cada día y que tantos beneficios ha traído para evitar el contagio en los centros educativos. Olvidamos pronto que apenas hace una semana, los datos de contagio eran alarmantes y los centros educativos cumplieron recogiendo diariamente y enviando a la administración educativa el número de contagios y confinamientos.
*Rosa Santa-Daría es profesora del IES Joaquín Artiles de Agüimes.