Viernes, 30 de septiembre.
Fernando T. Romero*
La Villa de Agüimes tiene tres plazas emblemáticas: la de San Sebastián, la de Santo Domingo y la de San Antonio Abad (San Antón). Las plazas se crearon junto a sus ermitas o templos históricos.
Tras la demolición del primitivo templo de San Sebastián (1900), su solar y contigua plaza (también solar) se encontraban en mal estado. En 1906, el alcalde Francisco María Melián Alvarado propuso arreglar y convertir la plaza en una alameda.
Inmediatamente, obtuvo el apoyo de algunos vecinos recién regresados de Cuba, como José Romero Alvarado y otros. También el pueblo se entusiasmó con el proyecto, formándose una Comisión Especial de Ornato, integrada por el alcalde y un nutrido grupo de agüimenses.
Asimismo, vecinos de Agüimes y personas que no lo eran, pero que tenían importantes propiedades en la Villa, ofrecieron donativos para las obras. Incluso, desde Santa Clara (Cuba), se recibió un importante donativo, como aportación voluntaria recogida entre los agüimenses emigrantes en aquella Isla.
Un primer proyecto de la plaza fue elaborado por Francisco Herrera Artiles, natural de Agüimes y ayudante de Obras Públicas en la Jefatura de Las Palmas. Pero el proyecto no fue del agrado general, ya que sólo figuraba una puerta de acceso por la parte de la iglesia.
Ante esta circunstancia, se acudió a Justino Alemán Báez, oriundo de Agüimes y comandante militar de ingenieros, quien en su proyecto contemplaba cuatro puertas de acceso a la alameda. Este proyecto fue unánimemente aceptado. Finalmente, la obra fue ejecutada con arreglo a este último proyecto.
Por su parte, el también hijo de Agüimes, Antonio Mena Rodríguez, ilusionado con la obra, encargó un plano de distribución de paseos, jardines y parterres interiores al arquitecto municipal de Las Palmas, Fernando Navarro y Navarro, quien lo elaboró gratuitamente.
En cuanto a su construcción, la obra necesitaba importante cantidad de piedras y de tierra. Un grupo de notables propietarios agrícolas cedieron sus bestias para su transporte. Y el pueblo contribuyó con alguna prestación personal ordenada por el alcalde, además de con algunos pequeños donativos. Y a las calles que rodean la alameda se les dio seis metros de ancho, suficientes para el tráfico de carruajes.
Los hermanos Antonio y Manuel Mena Rodríguez, entre otros vecinos, trajeron y plantaron muchos árboles: acacias, mimosas, ficus, laureles de Indias, etc. Los seis bancos de la alameda, de estructura de hierro (no son los actuales), fueron hechos por Ismael Amador en la cerrajería de su padre, Antonio Amador Artiles.
Por otra parte, para el riego de los jardines y parterres se construyó un pequeño depósito de agua en la calle Real. La arena de los paseos de la alameda fue donada por la señora Manrique de Lara y Massieu. Los demás complementos (farolas y soportes o juego de agua giratorio) se fueron obteniendo poco a poco.
El alcalde Francisco Melián Alvarado ofreció la administración del Hilo del Pueblo a la mencionada Comisión Especial de Ornato. Con la cantidad obtenida por este Hilo del Pueblo se atendía a jornales, pago de sillerías, cemento, cal, arena, etc.
Para las fiestas de San Sebastián de 1910, la plaza estaba ya terminada. Se había invertido entre 7.000 y 8.000 ptas. Desde ese año (1910), Agüimes disfruta de una bonita y coqueta alameda, denominada entonces “Plaza de San Sebastián”. Allí se pregonaba los Bandos de la Alcaldía y se congregaban los fieles antes y después de los actos religiosos.
Esta plaza ha servido también (y sigue sirviendo) de recreo para niños, reposo para ancianos, paseo para enamorados, también como lugar de verbenas, además de celebraciones carnavaleras y festivas de todo tipo y como tribuna para actos públicos en general. Durante varias décadas del siglo XX, para los agüimenses, esta plaza era denominada, simplemente, “la alameda”.
En cuanto a su decoración y complementos, en noviembre de 1927, siendo alcalde Francisco Suárez Artiles, el Ayuntamiento acordaba erigir un busto en honor de Juan Melián Alvarado y colocarlo en un rincón de esta alameda. El escultor grancanario Juan Márquez Peñate sería el autor de esta obra.
En julio de 1933, la Corporación Municipal republicana presidida por el alcalde Juan Rodríguez Melián, acordó la primera pavimentación de la plaza por 2.965 pesetas. Y los actuales bancos de piedra de la Plaza del Rosario fueron adquiridos en julio de 1962, siendo alcalde Francisco Suárez Suárez.
Bajo la alcaldía de Antonio Morales Méndez, se colocó, cerca del anterior busto, la escultura en honor a María Dolores Sánchez (“Mariquita la de los chochos”), obra de Francisco Suárez Díaz, profesor, pintor y escultor agüimense. También en esta misma plaza, en octubre de 2010, el mismo alcalde, Sr. Morales, descubría el conjunto escultórico que rememora las tertulias culturales que realizaban en esta alameda los agüimenses Joaquín Artiles, Francisco Hernández Monzón, Higinio Melián y Sebastián Morales Viera, además del maestro Arturo Soriano.
Finalmente, en cuanto a su nomenclatura histórica, entre 1534 y 1918 (384 años), esta plaza de Agüimes se denominó “Plaza de San Sebastián”. En diciembre de 1918, la Corporación presidida por Luis Artiles Castro decidió cambiar su nombre por el de “Plaza de Alvarado y Saz”, en honor a este hijo de Agüimes (1856-1935), varias veces ministro del Gobierno de España.
Desde 1959, año de la coronación de la Virgen y de su nombramiento como “Alcaldesa Mayor Perpetua”, siendo alcalde Narciso Bordón Suárez, el Ayuntamiento acordó cambiar el nombre del mencionado ministro por el de “Plaza de Ntra. Sra. del Rosario”.
Posteriormente, en el cambio integral del callejero de la Villa, acordado en diciembre de 1985, bajo la alcaldía de José Armas Rodríguez, la Corporación Municipal mantuvo el nombre actual de “Plaza del Rosario”.
*Fernando T. Romero es Cronista Oficial de Agüimes.