25 de enero de 2024

Colaboración : La sanidad antes de los médicos

 Pendiente de fecha.

Fernando T. Romero*

Ante los picos actuales de gripe y otras enfermedades contagiosas, frecuentes cada año en los meses de enero y febrero, aprovecho la ocasión para continuar con la labor de divulgación histórica. En esta ocasión, sobre cómo era la sanidad acientífica en Agüimes hasta hace cien años.
Durante siglos, Agüimes no tuvo médicos titulados. Una Junta Municipal de Sanidad velaba por la higiene y la salud pública y designaba a los sangradores y curanderos, a quienes se les reconocían oficialmente como “barberos vicecirujanos”.
El Ayuntamiento no les abonaba honorario alguno, salvo en casos excepcionales, como en el reconocimiento de los mozos cuando se hacía el sorteo de las milicias o en la atención a personas de extrema pobreza. Por ejemplo, en 1804, el oidor de la Real Audiencia, Francisco Alfonso, en oficio al alcalde de Agüimes, Pedro Alvarado Romero, aconsejaba a los padres “que satisfagan a la persona que ejecute la operación de la vacuna lo mismo que le darían si hubiera sido llamada para que lo sangrasen”.
Estos “barberos vicecirujanos” asistían a los partos, extraían muelas, vacunaban, recetaban medicinas naturales, practicaban sangrías y eran los encargados de certificar si los mozos de reemplazo eran aptos o no para incorporarse a las milicias.
Durante el siglo XIX, la profesión de barbero vicecirujano oficial de la Villa de Agüimes estuvo vinculada a la familia Hernández. El primer barbero sangrador o practicante de esta familia, nombrado oficialmente, fue Blas Hernández.
Veamos el proceso histórico. El 5 de junio de 1804, después de una reunión de la Junta Municipal de Sanidad de Agüimes para proceder a la vacunación contra la viruela, se acordó enviar a Las Palmas de Gran Canaria al barbero sangrador don Blas Hernández para que se instruyese en el modo de hacerlo y pudiera, luego, aplicar con acierto dicha vacuna a los vecinos. El censo de los que debían ser vacunados en todo el Señorío de Agüimes totalizaba unos 580 jóvenes.
En 1833, los barberos vicecirujanos de Agüimes eran don Blas y don Sebastián Hernández. El 16 de junio de ese año, bajo la inspección de ambos, consta una relación de mozos que alegaban enfermedades para librarse del cuartel. Se les advirtió a todos que el mismo día del sorteo debían acreditar las enfermedades que alegaban.
En 1881, Telde tenía unos 8.000 habitantes con dos médicos y dos farmacias. Los pueblos del Sur acudían a Telde cuando la salud se veía amenazada. Sin embargo, sólo se trasladaban las familias pudientes de Agüimes, ya que la inmensa mayoría de la población tenía que conformarse con las consultas a los barberos vicecirujanos y utilizar los remedios de las medicinas naturales.
Por otra parte, los barberos vicecirujanos disponían también de cierto poder, pues en marzo de 1896, Juan Manuel Hernández Hernández y Sebastián Hernández Artiles certificaban que dos regidores no tenían padecimiento alguno que les impidiera ejercer sus cargos municipales. Se trataba de los concejales Antonio Amador Artiles y Antonio Bordón Reyes (herrero y agricultor, respectivamente). Y en 1907, estos mismos barberos vicecirujanos fueron designados para vacunar contra la viruela a todos los niños de dos años en adelante.
Asimismo, por testimonio de don Antonio Tarajano Romero, recogido por su nieto, el profesor, poeta e investigador, Francisco Tarajano Pérez, sabemos que el barbero vicecirujano Sebastián Hernández Artiles, según la enfermedad (o las dolencias), aplicaba los remedios naturales siguientes:

Enfermedades         

Remedios naturales                        

Algunas denominaciones                                           científicas                                    

-Gripe:

Tere. 

(anacardiáceo, del grupo de angiospermas dicotiledóneas).

-Diarrea:

Mocán.


-Pulmonía:

Vinagrera.

(acedera, de las poligonáceas).

-Fiebre:

Brujilla.


-Dolor de estómago

Epazote.

(familia de las quenopodiáceas).

-Ictericia:

Cola de caballo y tunos indios.

(cola de caballo, familia de las equisetíneas).

-Tos y fiebre:

Vapores de eucalipto blanco.

(familia de las mirtáceas).

-Bronquitis:

Orégano y romero

(ambas, familia de las labiadas).

-Cáncer y tumores:

Cardón.

(chagual, bromeliácea terrestre).

-Tosferina:

Leche de burra.


-Hemorragia:

Ruda.

(familia de las rutáceas).

-Verrugas:

Savia de tabaiba dulce.


-Dolores:

Vapores de altabaca.

(olivarda, familia de las compuestas).

-Diabetes:

Raíz de abrepuño, retama y ratonera.

(abrepuño, arzolla, familia de las compuestas) y (retama, familia de las papilionáceas).


(Obviamente, las denominaciones científicas eran desconocidos por los barberos vicecirujanos).
Entonces, los oficios y profesiones generalmente se heredaban. Y al barbero vicecirujano Sebastián Hernández Artiles, le sucederá su hijo Francisco Hernández Tarajano (más conocido como ”Maestro Pancho”). Éste había aprendido el oficio de su padre. El Ayuntamiento lo nombró barbero vicecirujano el 25 de febrero de 1917, siendo el último nombrado oficialmente.
Los sangradores, curanderos, parteras y expertos en medicina natural fueron eficientes en su época. El problema sanitario mayor fue siempre las plagas y epidemias que, con alguna frecuencia, solían venir de fuera como la fiebre amarilla en 1811 y 1838; la viruela gangrenosa en 1828, 1896, 1903 y 1905; o el más grave y mortífero cólera morbo de 1851.
Para tratar de evitar la entrada de las epidemias, el Ayuntamiento de la Villa de Agüimes establecía cordones sanitarios en las zonas limítrofes con los pueblos vecinos. Las playas eran objeto de especial vigilancia para impedir el atraque de barcos por temor a la importación de las epidemias. Mientras duraba la amenaza, en cada barrio se nombraba comisionarios sanitarios.
Los distintos cordones sanitarios de vigilancia permanente estaban formados por grupos de unos veinte individuos. En este sentido, ha sido importante el papel histórico jugado por el barrio de Arinaga.
Y en los años de normalidad sanitaria, las Juntas Municipales de Sanidad, en las que siempre figuraban los barberos vicecirujanos, emitían bandos e imponían multas a cuantas personas atentaran contra la salud pública, ya fuera por su falta de aseo, por ignorancia o por abandono.
Finalmente, en la segunda década del siglo XX (1917), se abría una nueva etapa de transición con la llegada de los primeros médicos titulados. No obstante, entre 1922-1927, ante la ausencia de doctores, la sanidad en Agüimes volvió a ser atendida por los mencionados barberos vicecirujanos Juan Manuel Hernández Hernández y Francisco Hernández Tarajano (=Maestro Pancho).
Después de esta década de transición (1917-1927), Agüimes inició una nueva etapa histórica en cuanto a su servicio de atención sanitaria.
*Fernando T. Romero es Cronista Oficial de Agüimes.