Martes, 30 de abril.
Antonio Morales*
Celebrar la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria es una oportunidad para compartir alegrías, generar confianzas y recordar compromisos de futuro. Los pueblos que recuerdan sus avances renuevan su energía colectiva y amplían sus horizontes. Es lo que hacemos al cumplirse el aniversario de aquella acertada y justa decisión.
Treinta y cinco años después del nacimiento de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la nuestra, podemos sentirnos orgullosas y orgullosos al comprobar que este proyecto, que emergió de la firme voluntad de toda una isla, ha cumplido con su cometido de contribuir de manera decisiva al proceso de transformación social a través de la aportación de conocimiento e innovación.
Miles de estudiantes que nunca hubieran alcanzado la educación superior han podido graduarse en ella. La vida económica, social y cultural de la isla y del archipiélago ha ganado talento y creatividad. Los valores universitarios de libertad y racionalidad han mejorado nuestra convivencia.
La ULPGC forma parte de la identidad de Gran Canaria –yo diría que de toda Canarias– y lleva impresa el ADN de una sociedad que ha demostrado que es capaz de organizarse y alzar una voz clara y única cuando resulta necesario defender sus legítimas aspiraciones.
La movilización por la consecución de esta universidad encerró muchos anhelos y obligó a cambiar alianzas y hasta gobiernos. Los abuelos que no habían tenido educación clamaban por los derechos de sus nietos y nietas. Fue una acción llena de responsabilidad, compromiso y afán de liberación de tantas injusticias y abandonos sufridos.
El movimiento cívico que propició su origen desató un viento ciudadano que involucró a todos los sectores de la isla, hasta tumbar un muro de obstáculos, negaciones y resistencias. Reconforta que en la historia quedara registrado que la mayor manifestación ciudadana que se ha producido en la isla estuviera motivada por una reivindicación educativa. Y al mismo tiempo cuesta entender que los gobernantes mantuvieran durante siglos a la población de nuestra isla en situación de indigencia educativa. Tampoco se entiende que no hubiéramos reaccionado antes.
En el acto institucional celebrado en el Paraninfo de la Universidad el pasado viernes, fueron justamente distinguidas personas que supieron canalizar la enorme energía social de aquella reivindicación. Otras no pudieron estar porque nos han dejado, es el caso de Lorenzo Olarte Cullen que, como presidente del Gobierno de Canarias, impulsó la ley que creó de hecho la Universidad. En la vida política hay momentos en los que no cabe mirar hacia otro lado. Y en aquel momento hubo personas e instituciones, entre las que estuvo el Cabildo de Gran Canaria, que nos supieron representar.
Cuatro décadas después, aquella histórica corriente ciudadana nos sirve de ejemplo de la capacidad de Gran Canaria para conseguir sus objetivos, aunque también es un recordatorio de que como isleños y como grancanarios nos cuesta demasiado tiempo y esfuerzo materializar y consolidar derechos imprescindibles. Aquel éxito debe darnos confianza para ganar los nuevos retos sociales, medioambientales, culturales y económicos que tenemos la obligación de alcanzar.
Nuestra historia educativa desde el siglo XIX es la crónica de la exclusión y el abandono neocolonial. No tuvimos el primer instituto de secundaria hasta la segunda década del siglo XX. Probablemente fuimos de las últimas capitales de provincia en tenerlo. Al comienzo de la transición democrática el porcentaje de población analfabeta rozaba el 30% y hasta principios de los años 80 del siglo pasado la mitad de niñas y niños de las zonas urbanas de Las Palmas de Gran Canaria y Telde tenían que compartir su plaza escolar con otros alumnos en horario de tarde. Mucho de este abandono todavía condiciona nuestro presente educativo.
Con esos antecedentes se comprende mejor que la creación de la ULPGC supusiera un acontecimiento especialmente significativo en la historia de Gran Canaria y de Canarias, para contrapesar los condicionantes históricos, nuestra situación geográfica y la fragmentación territorial.
La propia creación de los cabildos, la división provincial o la defensa de nuestros fueros son manifestaciones del empuje insular para contar con una estructura administrativa a la altura de sus necesidades y de una realidad legalmente reconocida.
Universidad y Cabildo son de algún modo entidades hermanadas, pues compartieron la misma cuna, mecida por la mano del mandato popular. Igualmente, la extensión de la educación fue desde sus inicios, hace 111 años, uno de los elementos fundamentales de la acción del Gobierno de la isla.
Siguiendo el precepto marcado por Benito Pérez Galdós cuando afirmó que «la mayor miseria es la ignorancia», esta institución hizo posible la apertura del primer instituto de la isla en 1916, inicio de una larga serie de actuaciones en el ámbito educativo a lo largo de décadas que incluyó la creación del Colegio Universitario de Las Palmas.
En esta celebración gozosa quiero renovar solemnemente compromisos y demandas. La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria cuenta y contará con el impulso institucional, económico y social del Cabildo de Gran Canaria para ganar los retos de la nueva sociedad del conocimiento que estamos alumbrando. Sabemos que el nuevo tiempo debe ser sostenible y equilibrado socialmente y debemos construirlo con el rigor académico universitario.
Por eso solicito a la comunidad universitaria, profesorado, alumnado y personal, que intensifique su proyección social y nos ayude a garantizar una isla con derechos e igualdad social y con un desarrollo económico autocentrado que aproveche el talento de nuestra gente joven.
En coherencia con esta visión de la Universidad, el Cabildo de Gran Canaria ha afianzado una estrecha relación estratégica con el incremento de programas, convenios y líneas de apoyo para contar con la insustituible mirada de expertos y expertas del mundo universitario en asuntos primordiales para nuestro presente y futuro. Por cierto, nuestros remanentes de este año contemplarán una partida económica de cuatro millones de euros para hacer frente a sus necesidades de infraestructura y equipamientos.
El abanico de iniciativas en las que vamos de la mano para impulsar y orientar sectores decisivos en el desarrollo de nuestra isla abarca desde la adaptación al cambio climático, la descarbonización y la soberanía energética, la gestión del agua y el territorio, las economías azul y circular, los proyectos de I+D+i, la soberanía alimentaria, la generación de empleo y la modernización turística hasta la memoria histórica o la solidaridad internacional.
Estamos recorriendo juntas un camino de progreso. Caminos que me conducen,/sombreados de esperanza,/a roques que no se nublan/, como nos canta Pedro García Cabrera.
Nos toca la apasionante tarea de construir el futuro. Pero en esta segunda década del siglo XXI tenemos recursos de los que hasta ahora no disponíamos. La potencialidad de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria es uno de ellos. La suma de esfuerzos con instituciones como el Cabildo de Gran Canaria, comprometido con la transformación de la isla, es importante. Y lo es, desde luego, la capacidad y el dinamismo de una sociedad como la grancanaria que confirma cada día los valores que la han llevado a los niveles de progreso que hoy tenemos.
Sabemos de dónde venimos y a dónde queremos ir. Deseo que en esta andadura participemos tantas y tantos como los que entonces estuvimos en la calle hace 35 años para hacer posible la ULPGC que hoy celebramos. Enhorabuena y muchas felicidades.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)