Antonio Lozano*
Guinea-Conakry no existe, o eso habría que deducir del expresivo silencio de la comunidad internacional tras lo ocurrido el 28 de septiembre. Ahí, desde el 23 de diciembre de 2008, gobierna el capitán Moussa Dadis Camara, que accedió al poder mediante un golpe de estado producido al día siguiente de la muerte del anterior Presidente, Lansana Conté. Dadis es un personaje grotesco, siniestro y absolutamente incompetente, que, como afirma la revista Jeune Afrique, "ha inventado el no gobierno". El Primer Ministro y el resto del gabinete pueden esperar días antes de ser recibidos. Sus audiencias son celebradas siempre a partir del anochecer y jamás a solas: nunca faltan un par de gorilas armados hasta los dientes a su lado para intimidar al interlocutor o protegerse de él.
De su afán de humillar públicamente no se libra nadie, y menos, el que detenta el récord, su Primer Ministro. Pero tampoco quedan exentos los extranjeros: ¡Yo no soy tu semejante!, le espetó en una ocasión al embajador alemán.
Su delirante pasión por el protagonismo, lo lleva a apariciones regulares en la televisión pública guineana, que se han convertido en el programa de humor más visto en Africa Occidental. Los guineanos han bautizado el programa como "El show de Dadis". Quien quiera hacerse una idea de qué es "El show de Dadis", puede acceder a él a través del enlace http://www.youtube.com/watch?v=gzypeeqmuga, para ver cómo el Director General de Aduanas le propone al Presidente un estatuto para los aduaneros, y éste le destituye en público.
Un programa de humor, una excelente sátira del poder absoluto, si no fuera realidad, si no fuera por la tragedia que vive el pueblo guineano. Una tragedia que ha llevado a cárceles y a la muerte a muchos súbditos del rey Dadis, y que encontró su máxima expresión el pasado 28 de septiembre. Ese día, la oposición convocó en un estadio de la ciudad a la población para protestar por la intención de Dadis de presentarse a las elecciones del 10 de enero próximo, algo que se había comprometido a no hacer cuando llegó al poder.
El tirano lanzó a sus fieras contra los miles de asistentes al acto. El resultado: más de 150 muertos a tiros, decenas de mujeres violadas en la calle, asesinadas con bayonetas las que intentaban huir. Los noticieros del mundo le dedicaron unas palabras al día siguiente, y después se hizo el silencio: Guinea dejó de existir.
Hemos vivido con alborozo, y lo seguimos haciendo, el hecho de que un golpe de estado en Honduras, contra un gobierno legalmente elegido, no deje de ser noticia al día siguiente de haber sucedido.
Era hora ya de que en Latinoamérica los dictadores sean señalados con el dedo por el mundo entero. Pero, y a Africa, ¿cuando dejaremos de darle la espalda? ¿Cuánto tiempo seguiremos permitiendo en silencio que los Dadis machaquen impunemente a sus pueblos, mientras el resto del mundo mira hacia otro lado?
*Antonio Lozano es novelista y Director del Festival del Sur Encuentro Teatral Tres Continentes y Festival de Narración Oral "Cuenta con Agümes"