16 de noviembre de 2010

Opinión: "Crisis y negacionismo"

Martes, 16 de noviembre.

Antonio Morales*
Lo lleva claro el Medio Ambiente. Cuando a nivel planetario se empezaba a constatar una cada vez mayor concienciación sobre el cambio climático y sus afecciones sobre el medio natural y el futuro de la humanidad, la crisis económica y la política de los mercados de arrasar con todo al precio que sea está dando sus frutos y cercenando cualquier política proteccionista.
Frente a una posición casi unánime de la comunidad científica internacional (el último informe de WWF habla de que de seguir el ritmo actual de degradación del medio ambiente, y en paralelo, el aumento de la demanda de recursos, la humanidad necesitaría dos planetas como la Tierra en 2030, la Secretaria de la ONU para el Cambio Climático acaba de denunciar que "la lentitud de la negociación del clima es irresponsable"; Lovelock ha comentado recientemente que el cambio climático puede llegar a ser un asunto tan grave como una situación bélica mundial; la Organización Meteorológica Mundial ha denunciado una secuencia desacostumbrada de eventos meteorológicos extremos que está "dando lugar a una inusual pérdida de vidas humanas y de bienes materiales"), los grandes oligopolios mundiales no cejan en su campaña de seguir apostando por un capitalismo depredador, invirtiendo millones y millones de euros, dólares o lo que sea para anular a los científicos y para acallar el efecto de sus mensajes sobre la opinión pública.
Más allá de que se haya sustituido el mensaje y la conciencia ecologista (algunas encuestas nos hablan de un cambio de opinión de la ciudadanía mundial que puede llegar al 50% en algunos países) por una batalla por el crecimiento para salir de la crisis económica a costa de lo que sea, sin medir las consecuencias sobre el medio, o de cambios políticos de mucha influencia como la derrota de Obama, que ha reforzado la posición republicana de rechazar el recorte de emisiones, lo cierto es que en las cloacas del capitalismo-neoliberalismo se libra una cruenta y corrupta cruzada en contra de las instituciones y expertos que denuncian el cambio climático. No es casual que el dinero del "lobby energético" americano vaya en un 75% a las arcas de los republicanos ni que expertos en el cambio climático hayan pedido ayuda al FBI por recibir continuas amenazas de muerte.
Son muchísimos los ejemplos que podríamos reseñar, y darían más para un libro que para un artículo, pero quiero mostrarles algunos datos significativos sobre esta peligrosa y mafiosa trama internacional que no es nueva y de la que todos conocemos experiencias como la de Monsanto, ridiculizando a los que denunciaban el uso de determinados pesticidas, o las empresas del tabaco, los transgénicos, la deforestación, etc.
Si tuviéramos que citar un paradigma de prácticas mafiosas para crear conciencia en contra del cambio climático y sus consecuencias, sin duda donde primero habría que mirar sería hacia ExxonMobil (aunque no es la única, Industrias Koch, por ejemplo, ha invertido entre 2005 y 2008 más de 18 millones de euros en negar el cambio climático) que ha llegado a pagar 10.000 dólares, a través de distintas fundaciones, por la publicación de artículos atacando descubrimientos de la comunidad científica. Esta petrolera, una de las más poderosas del mundo, está en el centro de todas las campañas negacionistas del cambio climático y ha estado detrás de hechos como la guerra civil de Angola, los conflictos armados de Chad y Camerún y el mantenimiento de dictaduras como la de Indonesia. Todo ello para conseguir operar con tranquilidad y buenos precios en la extracción de crudo en estos países.
Ligadas a Exxon, no se olviden de una de las mayores catástrofes medioambientales: el naufragio del Exxon Valdés, y su combate por el negacionismo del cambio climático se han ido creando múltiples organizaciones negacionistas que reciben importantes fondos para su financiación por parte de la petrolera y que realizan campañas mediáticas continuas de desprestigio de políticos, científicos y países defensores de estrategias en contra del cambio climático. Así destacan instituciones como el Heartland Institute, un think tank (tanque pensante) neoliberal norteamericano, vinculado también a la General Motors, que organizó recientemente una jornadas en NY a las que invitó a Aznar; el Competitive Enterprise Institute de extrema derecha; la Alianza Científica que realizó una cruzada en EEUU para despedir a los funcionarios ambientalistas; la Public Interest Watch, encargada de perseguir a onegés; la Fundación Heritage, militarista y ultraliberal; el Cato Institute que publicó páginas y páginas en periódicos norteamericanos dirigiéndose a Obama de esta guisa: "Señor Presidente, su caracterización de los hechos científicos con respecto al cambio climático y al grado de certidumbre que informa el debate científico es simplemente incorrecto"; el Tech Central Station; el Frontiers of Freedom Institute; el Committe for a Constructive Tomorrow; la Americam Entreprise Institute; el Media Research Centre; el Pacific Institute Research; la Global Climate Coalition, que representaba a las grandes industrias americanas ligadas a los combustibles fósiles (Chevron, Chrysler, Exxon, Ford, General Motors, Mobil, la National Coal Association, la Wester Fuel Association, etc), y otras tantas que han tendido sus tentáculos por todo el planeta comprando científicos, medios de comunicación o informes, como los descubiertos recientemente en universidades canadienses o los denunciados por The Times hace unas semanas cuando afirmaba que Exxon había donado un millón de libras para una campaña contra científicos del clima de la universidad de East Anglia.
Y es que, efectivamente, Europa no se podía quedar fuera de esta campaña de acoso y derribo y para eso utiliza instrumentos como el grupo de presión Cooler Heads Coalition o a institutos como Juan de Mariana, con vínculos a la FAES de Aznar, que recibe subvenciones de otros satélites de Exxon como la Atlas Economic Research Foundation o del Instituto Heartland. Por estos lares europeos, Aznar, que en diciembre presidirá el consejo de Global Adaptation Institute, financiado por una firma de capital riesgo en petróleo y gas para "convertirse en una voz pragmática en el debate público sobre el calentamiento global, porque la prioridad no es bajar el CO2 sino adaptarse al cambio climático", no es el único en ponerse decididamente en manos de los oligopolios empresariales. A los escándalos de East Anglia se ha sumado recientemente el exministro francés Claude Allégre con unas declaraciones en las que tachó de mafiosos los informes del IPCC de la ONU que después se demostraron absolutamente verídicos a pesar de la enorme campaña internacional en su contra; Tony Blair, que recibe un millón de libras al año como asesor de Kuwait sobre el petróleo y trabaja para una empresa con intereses en los campos petrolíferos del Kurdistán, además de en JP Morgan y Zurich Financial; el ministro sueco de asuntos exteriores Carl Bildt, que estuvo ligado a la petrolera Lundin Petroleum durante el genocidio de Sudán para asegurar los campos de crudo; Schröeder, ex canciller alemán, que recibe una suculenta nómina de la gasista rusa Gazprom, y podríamos seguir y seguir, pues esto no es sino una muestra, la punta del iceberg. La realidad es aún más dura y sólo se le puede combatir con información, formación e implicación, pues la peligrosa conjunción de oligopolios, medios de comunicación en manos de unos pocos (Murdoch, para quien trabaja también Aznar, posee el 90% de los más importantes) y una parte importante del poder político al servicio del poder económico no nos da como resultado sino una democracia bajo mínimos.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.