Los cuatro imputados del caso kárate durante la sesión de ayer |
Una testigo del caso kárate, identificada con el número 38, declaró ayer ante la Audiencia de Las Palmas
los abusos sexuales de los que fue objeto entre los 14 y los 18 años por parte
de los cuatro acusados y ha manifestado sentir "vergüenza y asco" de
todo lo que le sucedió.
La testigo ha manifestado que para ella era "impensable" poner en
conocimiento de la policía esos abusos, por lo que ha dicho que valora
enormemente a la joven que denunció lo que "generaciones atrás no fueron
capaces" de hacer.
La joven, pese a declarar tras un biombo y con la voz distorsionada, ha
asegurado que le resulta "muy vergonzoso" el hecho de que el tribunal
la vea y ser "desgraciadamente una víctima del caso", considerado el
mayor proceso por pederastia juzgado en España.
Esta testigo ha reconocido que le resulta "muy complicado abordar"
su pasado, pues, entre otras razones, ha dicho que no se siente con capacidad
para desahogarse, y que por este motivo no ha querido recibir ayuda psicológica
y se ha mantenido en silencio.
Ha afirmado que estos años han sido un "tormento" y, pese a lo
difícil que le ha resultado relatar los hechos ante el tribunal, ha agradecido
poder "quitarse este peso de encima y contar lo que vivió para que regrese
al cajón de su cabeza y nunca más recordarlo".
La testigo número 38, a
preguntas de la defensa del principal acusado, Fernando Torres Baena, ha
señalado que lo que cuentan los testigos del caso, "aunque parezca
increíble es cierto, porque muchas veces las personas hacen cosas para no verse solas y fuera de un grupo".
La testigo 38, que define al principal procesado como "un líder total y
absoluto, que se creía un dios", ha explicado que a los 18 años se apartó
del grupo porque se enamoró de otro testigo, el número 40, que también declaró ayer.
Ambos han explicado al tribunal que la relación de pareja que mantenían no
era permitida por Torres Baena, quien decía que "no había que ser egoísta
y había que compartirlo todo con todos como ellos hacían".
En esta sesión también ha declarado la testigo número 36, quien ha dicho que
empezó a ir al gimnasio de Torres Baena a los 14 años y que, a los pocos meses,
fue "captada" por un karateca, el testigo número 59, que estaba
considerado como un "sex simbol" y por el que ella se sentía atraída.
Esta testigo ha comentado que como quiso formar parte del grupo de los
mejores karatecas aceptó mantener relaciones sexuales con Torres Baena, pues
otra testigo, la número 38, le había advertido de que para entrar en la
"familia" había que acostarse con él.
La testigo 36 ha
señalado que estuvo solo una vez en el chalé de Playa de Vargas y que, pese a que el
principal acusado intentó que mantuviera relaciones con otras mujeres, se negó.
El testigo número 37, que también declaró ayer, ha contado al tribunal
que comenzó a aprender kárate en el gimnasio de Torres Baena a los 12 años, y a
los 13 empezó a ir al chalé de Vargas, donde mantuvo relaciones con las dos
monitoras acusadas, María José González e Ivonne González, con el principal
procesado y con uno de sus hijos, así como con otros doce o trece compañeros
por indicación de los procesados.