Jesús Vega*
Lantadilla es un pequeño y hermoso pueblo de Palencia. Con menos de
cuatrocientos habitantes, tiene una iglesia con apariencia de catedral, una
ermita que acaba de cumplir 25 años, una revista mensual, "Lantada", que se
distribuye por muchos lugares de España, una asociación cultural y un cura que
se llama Mederico.
Hace años estuvimos por allí un grupo de grancanarios y nos encantó el
lugar, el ambiente, la nobleza de la gente y de lo que se es capaz en un pueblo
pequeño cuando hay una persona grande. Mederico, el que ha sembrado el nombre
de Lantadilla por medio mundo, lleva casi veinte años viniendo a Gran Canaria y
no de vacaciones. Durante un mes, el que le corresponde para descansar, ha
estado echando una mano con espíritu servicial y generoso en lugares como
Tamaraceite, Valleseco, Arbejales o Arinaga. Y cuando se vuelve a su tierra nos
consta que habla tan bien de estos lugares o de las playas de Las Canteras y
Amadores como de su mismo pueblo en donde ha estado sirviendo durante cuarenta
años.
Mederico ya está jubilado. Pero solamente en los papeles porque él sigue
trabajando con la misma ilusión de sus años juveniles. Y en este mes lo
volvemos a ver en Gran canaria sonriendo como siempre y echando una mano en las
tareas pastorales que le solicitan.
Hay personas que se identifican tanto con su pueblo que no puede uno
imaginarlas en otro contexto. Lantadilla y Mederico son casi una misma cosa,
una misma persona. No es posible querer a uno sin también querer al otro. No es
posible conocer Lantadilla si no se conoce también a Mederico.
Recordando al cura de Lantadilla quiero hoy hacer un reconocimiento a todas
esas personas, hombres y mujeres que también en nuestros pueblos son capaces de
predicar con el ejemplo que es la mejor y más difícil forma de predicar. En
nuestra tierra miles de personas hacen servicios desinteresados a la comunidad.
Abriendo la Casa
de la Cultura
como Carmelito en Cruce de Arinaga. Con un blog informativo para el pueblo como
Esteban en Tamaraceite. O en actividades de Cruz Roja, Protección Civil,
colectivos vecinales, catequesis o Cáritas.
En Lantadilla aprendí que se puede sacar a la calle muy dignamente una
revista mensual de ocho páginas durante treinta años si hay una persona que
anime y trabaje. Y que se puede mantener una feliz convivencia de todo el
pueblo realizando actividades culturales y religiosas cuando se hace con
sabiduría, respeto y constancia. Y que se puede ser cura en un pueblo pequeño
haciendo cosas muy grandes. Y que la grandeza de los pueblos y la gente, aunque
parezca contradictorio, está en las pequeñas cosas de cada día hechas con
respeto y con cariño. Por eso, como ocurre también en algunos lugares de
nuestras islas, hay pueblos y personas que son inseparables. Como Lantadilla y
Mederico.
*Jesús Vega es párroco de Cruce de Arinaga y Playa de Arinaga.