3 de octubre de 2012

Carta al Viento: "El enemigo está dentro"

Miércoles, 03 de octubre.

Jesús Vega*
Por pura casualidad, la semana pasada coincidí en Madrid con la violenta manifestación del 25 S en la Carrera de San Jerónimo. Allí, en el modesto Hostal Centrosol se hospedaban unos amigos y cuando quise visitarles, no era posible el acceso. Mientras esperaba, intenté escuchar lo que algunos hablaban en los corrillos, los gritos e insultos que otros proferían contra la policía o los movimientos de las fuerzas de seguridad para impedir que nadie se acercarse al Congreso de los diputados.
Mientras ocurrían los enfrentamientos físicos o verbales entre los dos bandos, pensaba: ¿Dónde está el enemigo? Los policías que impiden la manifestación están sufriendo los mismos males que los manifestantes denuncian. Los que, con palabras o pancartas, culpaban a los políticos de la difícil situación económica y social que vivimos, se peleaban con trabajadores como ellos. Cada grupo, intentando salvar su derecho. Unos el derecho a expresarse y otros el derecho a trabajar. Era una “guerra” de víctimas contra víctimas. Aquí hubiese valido lo del humorista Gila que llamaba por teléfono al “enemigo” y se ponían de acuerdo en cuándo atacaría uno y cuándo el otro.
Lo malo es que “guerras” de este estilo suceden muy a menudo. A mí me estafa por ejemplo la compañía de teléfonos y yo pongo verde al empleado que tiene que dar la cara y que no tiene ninguna culpa de lo que ocurre. Simplemente está allí para defender a la compañía estafadora, que es quien le paga el sueldo a final de mes. Otras veces hay quien la toma con la Iglesia y se mete con el cura del pueblo que tal vez está haciendo una excelente labor y nada tiene que ver con otras realidades que ocurren muy lejos y muy ajenas a él.
He visto que en algunos pueblos hay diferentes colectivos con fines parecidos y que están enfrentados entre sí. Dos asociaciones de vecinos, por ejemplo, que en teoría están, una y otra, para ayudar al progreso del mismo pueblo, pero que gastan energías en acusaciones inútiles porque sienten mermado su protagonismo. O las riñas tontas e infantiles, con perdón de los niños, entre miembros de un mismo grupo político o religioso. Como si los éxitos de uno molestasen al otro.
En el Evangelio de Marcos se cuenta que Juan el apóstol, una buena persona que curaba a enfermos y ayudaba a gente con problemas, dijo a Jesús que él y sus compañeros habían querido impedir que otro hiciera también curaciones. Pensaba el pobre Juan que el otro era su enemigo… porque también ayudaba y le quitaba protagonismo, claro. Y Jesús se lo dejó claro con unas palabras lapidarias:
-El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Cuando en la manifestación de Madrid veía los palos y oía los insultos, caí en la cuenta de que, en casi todas las confrontaciones, los que se pelean no son enemigos entre sí. Policías y manifestantes peleándose como si fueran enemigos. Y el enemigo sin embargo, estaba en otro sitio. O muy lejos, sin dejarse ver, o muy cerca porque, en muchas ocasiones, el enemigo está dentro mismo de nosotros. Pero es más fácil dar palos al otro.
*Jesús Vega es párroco de Cruce de Arinaga y Playa de Arinaga.