29 de junio de 2021

Óscar San Juan exige una ley antiokupas

 Martes, 29 de junio.

Un momento de la manifestación por una ley antiokupas
Redacción

Óscar San Juan, vecino de Arinaga, protagonizó ayer una protesta frente a los juzgados de Telde para mostrar su indignación ante la situación que sufre y exigir un cambio legislativo que proteja a los propietarios de viviendas frente a los okupas.
Tras perder a su padre en abril de 2020, San Juan, hijo único, heredó el piso en el que su progenitor vivía en Arinaga, en la calle Almirante Yusti Pita, pero un año después, el joven sigue sin poder disfrutarlo porque está ocupado por la señora que fue la última pareja de su padre, que no quiere dejarlo, y para colmo, asegura, corre con todos los gastos que genera (hipoteca, agua, luz y comunidad).
En octubre de 2020, ganó un litigio en los tribunales que fue recurrido por la mujer y Óscar San Juan pidió la ejecución del desahucio, recibiendo la razón en abril de 2021, que debió llevarse a cabo un mes después, pero la otra parte alegó y ahora hay que resolver esas discrepancias en otra vista a celebrar el próximo día 5 de octubre.
San Juan asegura que "he pasado momentos muy malos, pero gracias a mi familia estoy aguantando", y añade que ha decidido dar el paso de difundir su caso para intentar recabar apoyos entre todas las personas que estén en una situación similar y sumar esfuerzos para instar a una modificación de la ley. "No es justo que, además de tener que pagar los gastos de la que es mi casa y que no puedo disfrutar, encima tenga que costear todo este proceso judicial".
Asimismo, advierte que siempre intentó ir a las buenas con la que había sido la pareja de su padre los últimos diez años de su vida. "Ni se casaron ni eran pareja de hecho", agrega, y como su padre no dejó hecho testamento, a su muerte todo pasó a su nombre y la mujer no tenía derecho a ninguno de sus bienes.
Óscar San Juan heredó el piso, pero también la hipoteca porque no estaba cubierta con ningún seguro de vida, por lo que de la noche a la mañana, apunta, "se me vino el mundo  encima. Al dolor de la muerte de mi padre se sumó una ristra de pagos: el alquiler de la casa en la que residía junto a mi pareja, la hipoteca del piso, los gastos de agua y luz de las dos viviendas y la comunidad del piso".