24 de agosto de 2021

Salto de Chira: el camino para disminuir nuestra huella de carbono

 Martes, 24 de agosto.

Aridane González*

El cambio climático nos obliga a actuar rápidamente, en mitigación y adaptación. Canarias es un lugar estratégico para desarrollar conocimiento y actuar. En Gran Canaria hace aproximadamente 20 años surgió la posibilidad de iniciar el camino de disminuir las emisiones a través de la central de bombeo reversible de Chira-Soria, ahora Salto de Chira, que hoy nos hubiese hecho más fácil el camino a la descarbonización.
Las emisiones revelan la dependencia de Canarias del petróleo (y sus derivados), especialmente en la generación de energía. Obviamente los datos son tozudos y sólidos. Es evidente que debemos generar más energía a través de fuentes renovables, especialmente las que sean gestionables, pero para ello hay que almacenar sí o sí energía. Sin perjuicio de otras muchísimas acciones que nos lleven a disminuir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs). El almacenamiento, en Gran Canaria, se puede realizar a través de baterías y el Salto de Chira. En la estrategia de almacenamiento de Canarias (realizada por el Instituto Tecnológico de Canarias) se muestra la necesidad de combinar ambas tecnologías para llegar a esa autosuficiencia energética. Pero este camino es complejo si, además, se cuestionan todas las fuentes de energía renovable en tierra y en mar. Nuestros esfuerzos, como sociedad, deben ir dirigidos a garantizar que su impacto sea el menor posible y que sus beneficios repercutan en las personas.
En ese sentido, el Salto de Chira no solo implica un salto cualitativo y cuantitativo para descarbonizar Gran Canaria, también a otras acciones de mitigación y adaptación al cambio climático: garantizar el acceso al agua, optimizar el ciclo del agua, crear refugios climáticos, aumentar las zonas verdes, zonas de baja emisión, mejorar la calidad de los suelos, etc. Vincular la energía a otros sectores en una dinámica circular (Economía Circular) garantiza la eficiencia de nuestros recursos y un menor deterioro de los ecosistemas.Canarias ha sido ejemplo en muchas actuaciones tecnológicas que también levantaron cierto rechazo, pero que hoy prácticamente nadie discutiría porque son de bien común. Un caso es el abastecimiento de agua a través de la desalación. En Canarias existen más de 300 desaladoras que han mejorado nuestra calidad de vida. Obviamente causan impactos, pero la I+D+i hace que cada vez sean menores y los beneficios han demostrado ser mucho mayores para la sociedad canaria.
En muchos ámbitos de la divulgación y comunicación, hemos errado ya que asociamos, en gran medida, el cambio climático y el almacenamiento al medioambiente, a los ecosistemas o la naturaleza en sí. El cambio climático es la crisis más grave del planeta y afecta a todos los ámbitos de nuestra vida. Eso implica que todas las actuaciones estén acompañadas de planificación estructurada, coordinada y a largo plazo. Pero no es solo papel de la administración pública, sino de todos los sectores socio-económicos. Sin embargo, estamos en un momento crítico tanto ambiental como social, donde el exceso de información como herramienta para la desinformación provoca el auge del negacionismo. Sin datos y sin evidencia científica pero que corre por redes y llega a rincones donde el conocimiento no alcanza. No es momento de parálisis, es momento de avanzar por el bien general.
El cambio climático ya ha creado enormes impactos en nuestra isla que van desde el océano hasta el último rincón de nuestro territorio insular. Aumento de la temperatura, acidificación del océano, aumento del nivel del mar, floraciones masivas, invasión de especies, regresión de los hábitats, desertificación, etc. El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, realizado por 234 autores/as de 66 países y con datos de cientos de investigadores/as del mundo) demuestra que no hay espacio en el planeta libre de los impactos del cambio climático, muestra el papel indiscutible del ser humano y llama a actuar, especialmente en adaptación. Es importante destacar que es un informe realizado desde la evidencia científica y donde Canarias también aporta conocimiento. De hecho, en Canarias tenemos dos de las grandes estaciones de observaciones temporales. En atmósfera, el observatorio de Izaña. En el océano, la estación de series temporales ESTOC (operada por la Plataforma Oceánica de Canarias - PLOCAN - y donde las medidas del sistema del CO2 las realiza el grupo QUIMA del Instituto de Oceanografía y Cambio Global - IOCAG - de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria - ULPGC).
¿Cuál es nuestra situación actual?
Tal como indica el informe del IPCC, la actividad humana genera emisiones de GEIs, principalmente CO2. Una forma de conocer la dimensión y la necesidad de las medidas, como el Salto de Chira, es a través de los datos. En este caso, los oficiales los podemos encontrar en los anuarios energético y del sector eléctrico del Gobierno de Canarias (2019). De ahí se extrae como en Canarias hay instalados 3.308,6 MW de los cuales el 36,9% están en Gran Canaria, el 42,9% en Tenerife, mientras que el resto (20,2%) se reparte entre las otras islas. La energía de fuentes renovables en Canarias solo ha puesto en la red entre 10,1 - 25,2%, siendo la eólica la aportación principal.
Por lo tanto, la energía en Canarias se produce principalmente a través de la quema de combustibles fósiles (2.696,4 MW; 81,6%), siendo para Gran Canaria y Tenerife el 83,9% y 78,4%, respectivamente. Así, el consumo de combustibles para la generación eléctrica en Canarias (fuel y gasóleo, principalmente) fue de 1.702.166 Tm. En el caso de Gran Canaria fueron 643.813 Tm (37,8%). Para hacerse a una idea, esto significa que Canarias gasta aproximadamente unos 12.515.927 barriles de petróleo/año, que si consideramos el precio de Brent para mercado Europeo en 59,08 € (Agosto de 2021), se traduce en 739.440.967,16 €. En el caso de la isla de Gran Canaria, se alcanzaría la cifra aproximada de 279.679.941,47 €.
Si el gasto en combustibles no fuera suficiente argumento, profundicemos en las emisiones de GEIs. Canarias emitió a la atmósfera 13.586,9 Gg CO2-eq (2018), lo que supone un aumento del 58,2% respecto al año 1990. Equivale a 6,72 toneladas de CO2-eq/año por habitante. Estas emisiones provienen principalmente del sector del «procesado de la energía» (87,9%), donde se incluye la producción de electricidad y el transporte, entre otros. Una nota importante sobre ello es que del transporte solo se consideran vehículos y el ámbito nacional (marítimo y aéreo). Un estudio reciente del grupo de investigación de la Cátedra Reducción de Riesgos y Desastres de la ULL (link), confirma que la huella derivada del transporte internacional podría duplicar las emisiones del sector en Canarias.
Por si la enorme cantidad de emisión de GEIs tampoco fuera suficiente, podemos volver al campo económico. En Agosto de 2021, el precio de los derechos de emisiones de dióxido de carbono ha alcanzado los 55,88€/Tn. Eso significa que, si tuviéramos que vender el exceso de emisiones respecto a 1990, Canarias necesitaría invertir 279.327.356€.
¿Podemos perder otros 20 años?
Actuar frente al cambio climático significa cambiar muchas de las infraestructuras que tenemos, realizar nuevas e incluso repensar nuestro entorno urbano y rural. Descarbonizar una región como Canarias o una isla como Gran Canaria no es tarea fácil y, entre otras acciones, el Salto de Chira nos ayudará a conseguir el objetivo. Todo lo que hemos hecho en los últimos 200 años y que ha producido este cambio climático, lo debemos reconstruir en 20 años para disminuir la vulnerabilidad del territorio y sus habitantes.
El reto es tan importante que no podemos permitirnos como sociedad otros 20 años de espera para reconstruir nuestro futuro. La inacción significa seguir emitiendo cantidades ingentes de CO2 a la atmósfera y, como se ha mostrado aquí, también tiene un precio que se paga día a día aumentando nuestra vulnerabilidad frente al cambio climático y sus impactos, junto a la degradación de nuestros ecosistemas. La cuestión ya no es qué nos va a pasar, es cuándo y saber si estamos o no preparados.
*Aridane González es Doctor en Oceanografía e investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el Instituto de Oceanografía y Cambio Global (Iocag).