Martes, 29 de marzo.
Redacción
La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias informa que siguiendo el acuerdo alcanzado en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, aplica desde ayer los cambios incorporados en la Estrategia de Vigilancia y Control del Coronavirus que, tras la fase aguda de la pandemia, contempla una vigilancia de la expansión del coronavirus centrada únicamente en los ámbitos y grupos vulnerables, en el control de la gravedad y en la detección de nuevas variantes.
Estos cambios en el sistema de seguimiento y control de la enfermedad por infección por SARS-CoV-2 se fundamentan en que los altos niveles de inmunidad alcanzados determina un cambio en el comportamiento de la COVID-19 que sustenta la transición hacia una estrategia que vigile y dirija las actuaciones a personas y ámbitos de mayor vulnerabilidad y, además, monitorice los casos graves de COVID-19 y aquellos que se produzcan en ámbitos y personas vulnerables.
Según se recoge en la nueva Estrategia, la realización de pruebas diagnósticas y la vigilancia se centrará en personas con factores de vulnerabilidad (mayores de 60 años, inmunodeprimidos y embarazadas), ámbitos vulnerables (sanitarios y sociosanitarios) y casos graves. Estos grupos de población si presentan síntomas compatibles con la COVID-19 han de llamar a la línea de atención al coronavirus 900 112 061 para que se les agende la realización de prueba diagnóstica de infección activa.
Este nuevo protocolo, además de ayudar a proteger a los colectivos vulnerables y su entorno, permitirá evaluar el nivel de circulación del virus, los cambios en la gravedad, detectar de forma temprana posibles aumentos estacionales de casos.
Así, el diagnóstico de pacientes con síntomas leves compatibles con el coronavirus se realizará según las necesidades de manejo clínico del mismo.
La Estrategia establece que los casos confirmados leves y asintomáticos no realizarán aislamiento y los contactos estrechos no realizarán cuarentena, aunque sí deben reducir todo lo posible las interacciones sociales y la participación en eventos multitudinarios.
Esta decisión se adopta tras la fase aguda de la pandemia en la que la evidencia ha demostrado que la gran mayoría de los casos cursan la enfermedad con sintomatología leve o de forma asintomática. No obstante, deben mantener las medidas preventivas para evitar contagios, tales como el correcto uso de mascarilla, la frecuente higiene de manos, la ventilación de las estancias y el mantenimiento de la distancia de seguridad, especialmente en casos de contacto con personas vulnerables, tal como se venía haciendo hasta ahora. Si se precisa tramitar la incapacidad laboral por presentar síntomas incompatibles con el desarrollo profesional, el afectado ha de contactar con su médico de Atención Primaria para la realización de los trámites oportunos.
El cambio en la vigilancia implica una modificación de los indicadores de seguimiento de la COVID-19 en los que los asociados a la presión asistencial son los relevantes a partir de ahora. Por lo tanto, se suprimen los indicadores relativos a las incidencias acumuladas, excepto los correspondientes a mayores de 60 años.
Además, la Estrategia determina que se continuará vigilando la aparición de nuevas variantes y su evolución en cada momento como se ha realizado hasta ahora y se favorecerá la normalización de la asistencia sanitaria tras la fase aguda de la pandemia, minimizando los riesgos de expansión de los contagios.
Esta estrategia se mantendrá en vigor mientras no se produzcan cambios significativos en la tendencia que indiquen una circulación no controlada del SARS-CoV-2 o un cambio en la situación epidemiológica que recomienden poner en marcha medidas de vigilancia y control.