24 de julio de 2024

Greenpeace presenta el informe "Crisis a toda Costa 2024"

 Miércoles, 24 de julio.

Vista aérea de parte de la costa de Arinaga
Redacción

Greenpeace presentó ayer su informe "Crisis a toda Costa 2024", en el que analiza la situación del litoral español ante los riesgos de la emergencia climática. 
El litoral de Canarias, al igual que el resto de las costas españolas, está expuesto a numerosos riesgos debido a la urbanización excesiva, la construcción de infraestructuras y barreras artificiales, la contaminación y la alteración de cauces fluviales, unas prácticas que han provocado la pérdida de playas, esenciales para la protección de los residentes del litoral.
Además, el cambio climático añade nuevos desafíos como el aumento del nivel del mar, la frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos, el incremento de la temperatura de mares y océanos, y la disminución del oxígeno disuelto en el agua, condiciones que aumentan exponencialmente los riesgos para el litoral canario
Según previsiones de la NASA, para 2030, todas las islas canarias, excepto Tenerife, verán afectada la totalidad de su litoral por la subida del nivel del mar.
En Fuerteventura, las áreas más vulnerables son Morro Jable, Corralejo y Majanicho, mientras que en Gran Canaria las zonas de mayor riesgo son Maspalomas, Castillo del Romeral, Arinaga y Las Palmas de Gran Canaria. 
Tenerife, por su parte, aunque no verá afectada toda su costa, sufrirá un mayor impacto en su mitad norte, incluyendo Acentejo, Adeje, Los Cristianos y El Médano.
La subida del nivel del mar se estima entre 27 y 75 centímetros para finales de siglo, lo que podría resultar en la pérdida de hasta el 80% de la superficie de las playas en el peor de los escenarios.
Las olas de calor marinas se han vuelto constantes desde 2022, lo que ha afectado gravemente la biodiversidad y los ecosistemas marinos. 
La combinación de temperaturas más altas, disminución del oxígeno disuelto y contaminación provoca la acidificación del agua, lo que impacta negativamente la pesca y el marisqueo.
El aumento de la temperatura del mar también facilita la formación de eventos meteorológicos extremos, como DANA, huracanes y ciclones, que causan daños significativos por inundaciones.
En Canarias, el 4% de las viviendas están en zonas inundables, siendo Las Palmas de Gran Canaria la zona con mayor riesgo, especialmente en la Playa de Las Canteras.
El deterioro costero debido a la turistificación ha generado grandes movilizaciones sociales en Canarias, y a pesar del creciente número de turistas, el 33,8% de la población canaria vive bajo el umbral de la pobreza.
El Gobierno de Canarias ha reactivado proyectos de urbanización en zonas críticas, como hoteles en La Tejita y el Puertito de Adeje en Tenerife, lo que ha provocado protestas históricas en todas las islas.
Además, el traspaso de competencias en materia de costas ha generado controversias, como en el caso del hotel Riu Oliva Beach en Fuerteventura, cuya concesión ha sido declarada caducada por el Ministerio para la Transición Ecológica debido a incumplimientos ambientales, aunque el Gobierno canario se opone a su desmantelamiento.
La contaminación de las aguas es un problema crítico en Canarias y, en 2022, el 72% de los puntos de vertido de aguas residuales al mar no estaba autorizado, con 195 puntos sólo en Tenerife, algunos sin sistemas de depuración.
Las multas por incumplimientos de la directiva europea sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas han costado a Canarias 7,7 millones de euros en los últimos cinco años, sin perspectivas de solución inmediata.
La contaminación por plásticos también es alarmante, con al menos 50 millones de microplásticos por cada kilómetro cuadrado de océano alrededor de las Islas, afectando tanto la superficie como profundidades de más de 1.000 metros. 
Las playas de Lambra, en La Graciosa; el Porís, en Tenerife, y Arenas Blancas, en El Hierro, son las más afectadas por la presencia de microplásticos.
La responsable de Costas de Greenpeace en España, María José Caballero, enfatiza la urgencia de actuar y señala que “durante décadas hemos deformado la costa a nuestro antojo, pero eso ya no funciona más. Ya no llegamos a anticiparnos al problema, porque ya está aquí, pero las soluciones tienen que ponerse en marcha con urgencia. Todo retraso resultará en mayores costes económicos y humanos”.