Antonio Morales*
Me acababa de sentar ante el ordenador para escribir sobre las luces y las sombras del Viejo Continente que somete a sus países y ciudadanos más pobres a los poderes económicos y que gasea a los refugiados que acuden a sus fronteras buscando la libertad y el progreso que pregona. En un corto espacio de tiempo dos avisos del wasap me obligaron a hacer un alto para echar un vistazo a los mensajes que me acababan de entrar. Curiosamente, dos personas me hacían llegar, casi al mismo tiempo, distintas noticias, relacionadas con el autoconsumo energético, que hablaban también de luces y de sombras, esta vez en el sistema energético.
El primer texto se refería a una información de El Periódico de la Energía que daba a conocer el proyecto Sunroof de Google, que ayuda al usuario a conocer si su hogar recibe suficiente radiación solar como para que pueda instalar unas placas fotovoltaicas en su tejado, obtenga ahorros en su factura y aligere su dependencia de la compañía eléctrica de turno. Un nuevo avance tecnológico que todavía no ha llegado a Europa y que da un paso más, importante, para democratizar la energía en el planeta. Sunroof, según el digital especializado en las renovables, utiliza la herramienta de Google Maps para localizar la casa y después el sistema combina la información geográfica del domicilio con otras bases de datos para crear un análisis personalizado de la azotea: "calcula la cantidad de luz que se proyecta sobre ese techo, basándose en la base de datos de Google de imágenes aéreas y mapas, la imagen 3D de la casa o edificio, las sombras proyectadas por estructuras y árboles adyacentes, todas las posiciones posibles del sol a lo largo del año y los patrones históricos de temperatura y nubosidad que pueden afectar a la producción de energía solar".
Esta iniciativa de Google facilita que las familias puedan generar energía en sus hogares al hacer más comprensible el proceso, ampliando así las posibilidades del autoconsumo fotovoltaico que se ha incrementado notablemente en EE UU y otros países en los últimos tiempos. El gigante de la comunicación en Internet se ha convertido en unos de los grandes inversores y potenciadores mundiales de las energías renovables, probablemente porque su olfato le ha llevado a considerar que es ahí dónde está el futuro de la energía y porque con eso da un paso gigantesco para alcanzar cotas de independencia de las grandes compañías del sector eléctrico.
Se suma este avance tecnológico, que acelerará el proceso de democratización de la energía, a la propuesta de hace unos meses apenas de Elon Musk, que ha lanzado al mercado una propuesta, dos tipos de pilas de litio, las Powerwall, destinadas a hogares y pequeños comercios, que ayudará a prescindir de los cables eléctricos. Las baterías de Tesla, a ellas me refiero, suponen un avance gigantesco en el camino hacia el autoconsumo energético y un freno a los combustibles fósiles y al calentamiento global al permitir el almacenamiento de la energía renovable que no se consuma y disponer de una reserva en caso de que las condiciones climáticas adversas impidan la producción de energía.
Como ven se trata de dos nuevas e importantes sendas encaminadas a potenciar las renovables en el mundo, utilizando los recursos naturales limpios e infinitos frente a los fósiles caducos y contaminantes, y a facilitar la democratización de la producción de energía. Y es que no se pueden poner puertas al campo. Salvo en España, claro. Las políticas de nuestro ministro Soria ya las conocen: hachazo tras hachazo a las renovables para garantizar el oligopolio de las eléctricas. Esa ha sido y sigue siendo su política energética: suprimir las primas a las renovables de nueva implantación, mientras mantiene las del gas, las del carbón y la de las nucleares; anular las ayudas con carácter retroactivo a los parques eólicos o fotovoltaicos ya instalados, lo que ha hecho que España se haya convertido en uno de los países con más pleitos internacionales, solo por detrás de Venezuela y Argentina (recibe una de cada cinco demandas de arbitraje registradas durante el último año en el banco mundial) y, finalmente, impedir a toda costa que el autoconsumo, la democratización de la energía en definitiva, se abra paso en el sistema energético.
Y de eso trataba el segundo wasap que recibí esta tarde. Hoy mismo, la Unión Española Fotovoltaica hacía público un informe demoledor sobre las intenciones del Partido Popular de continuar frenando el desarrollo del autoconsumo para las pymes o para los hogares con balance neto, en vez de promoverlo como plantea la UE. A pesar de las más de 40.000 alegaciones y las 200.000 firmas registradas contra el borrador del RD de autoconsumo, el nuevo proyecto mantiene y amplía el famoso impuesto al sol que graba las instalaciones domésticas y de las pymes y disuade a los consumidores de acogerse al autoconsumo y desconectarse de la red eléctrica. Es más, ahora amplía el gravamen a la potencia instalada, lo que hace aún más onerosa la alternativa. El Gobierno popular, de la mano del ministro canario, ataca frontalmente una propuesta que no necesita primas y que contribuye inequívocamente a la eficiencia y al ahorro energético. Limita el autoconsumo a los hogares condicionándolo a que disponga de almacenamiento, y a un plazo de amortización, entonces, de entre siete y diez años, muy elevado como para que resulte atractivo y rentable; elimina el balance neto (la posibilidad de verter a la red y vender la electricidad que producimos y no consumimos) que reduciría la amortización a cinco años y lo hace inviable económicamente para potencias superiores a los 10 kilovatios, lo que elimina la posibilidad de que lo utilicen las pymes.
Como plantea la UNEF, el autoconsumo supone un ahorro para los consumidores y mejora la competitividad de las empresas; introduce una auténtica competencia en el mercado eléctrico; produce energía a partir del sol, una fuente gratuita, inagotable, limpia y respetuosa con el medio ambiente; genera un sistema distribuido de generación eléctrica que reduce la necesidad de invertir en nuevas redes y las pérdidas de energía por el transporte de la electricidad a través de ellas; reduce la dependencia energética del país del exterior; evita problemas para abastecer toda la demanda en hora punta, como los cortes de electricidad y las subidas de tensión; reduce el precio pool en las horas pico; minimiza el impacto de las instalaciones eléctricas en su entorno; favorece el desarrollo tecnológico y la modernización y genera actividad económica y empleo capilar… Y para colmo, y aquí se echa todo el mundo las manos a la cabeza, no contempla tampoco excepciones en el sistema extrapeninsular, que cuesta 1.800 millones de euros más para el sistema eléctrico español y que en el caso de Canarias y sin ningún tipo de ayudas puede producir energía por menos de 100 euros MW/h frente a una media de casi 200 euros el MW/h del sistema actual. También, claro, graba de las pilas de Tesla para frenar su implantación. Podríamos generar, almacenar con las pilas, abaratar los costes, romper los oligopolios… pero nos lo impiden a golpe de decretos…
En Francia, en Alemania, en EE.UU (en 2014 se hizo realidad en casi 200.000 hogares)…, el autoconsumo se está convirtiendo en una fuente importante de generación energética y está dando pasos extraordinarios en el campo de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías. Por aquí nuestros investigadores se tienen que marchar. Las grandes empresas españolas del sector tienen que salir a invertir fuera. Se destruyen miles de puestos de trabajo en la industria renovable.
En EE.UU, Google invirtiendo e innovando como una tralla, Tesla revolucionando el sistema de almacenamiento para posibilitar la desconexión de la red, la autogeneración y el autoconsumo… Y en España, el Gobierno al servicio más mendaz de las eléctricas atacando sin tregua a las renovables y al autoconsumo.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomorales-blog.com)