
Martes, 28 de mayo.
Antonio Morales*
Al final de la primera quincena
de este mes de mayo, coincidieron en el tiempo dos hechos que han puesto de
actualidad la difícil situación por la que atraviesa este país, sometido a un
Gobierno débil que no sabe plantar cara a los que desde fuera condicionan
nuestro futuro e incapacitado para propiciar una alternativa económica que
alumbre ilusiones a los millones de parados, excluidos sociales, pymes, clases
medias y a la pluralidad de los agentes sociales.
Diego Martínez Santos es un joven
físico gallego que lleva varios años trabajando fuera de España. Al tener
conocimiento de que la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de
Economía pretendía seleccionar 175 plazas para trabajos de investigación en
España, a través de las becas Ramón y Cajal, presentó su inscripción a la
convocatoria. Mostró como aval sus tres años de trabajo en el Laboratorio
Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra y su empleo actual en un
instituto de parecidas características, el Nikhef, de Holanda. El mismo día que
la Sociedad Europea de Física le concedía el premio al mejor físico joven del
continente, el Ramón y Cajal rechazaba su contratación por carecer de “liderazgo
internacional”.
Por las mismas fechas, la prensa
internacional se hacía eco de que, por primera vez en la historia de la
ciencia, en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (EEUU) se había
conseguido obtener, mediante clonación, células madre embrionarias humanas.
Hurgando un poco más en la noticia, se descubrió que una de las científicas que
había participado en el hallazgo era la joven española Nuria Martí. Esta
valenciana, especialista en reproducción asistida, trabajaba en el Centro de
Investigación Príncipe Felipe de Valencia, en el laboratorio de Miodrag
Stojkovic, el primer europeo que clonó un embrión humano con fines terapéuticos,
hasta que fue despedida por un ERE. Supimos entonces que el Gobierno valenciano
en 2011 redujo a la mitad los presupuestos de este centro de investigación (de
9,8 millones anuales a 4,6), lo que forzó el despido de 133 de los 244 de sus
trabajadores. Según declaró a la Cadena Ser esta científica, desde que tuvo
conocimiento de la pérdida de su puesto de trabajo envió su currículo a Oregón
y “al día siguiente me contestaba mi actual jefe aceptándome". Nuria, como
tantos otros, afirma que le da “mucha rabia verse obligada a cambiar de vida” y
descarta regresar si las cosas no cambian.
Son dos ejemplos significativos,
pero desgraciadamente no son hechos aislados. Son los jóvenes españoles que
disfrutan de la “movilidad exterior” que tanto alaba Fátima Báñez. Son los
excedentes necesarios para alcanzar la calidad según argumenta Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, que afirma que
España “necesita cambiar el número de investigadores, manteniendo y mejorando
la calidad de los contratos, mientras reduce su cantidad. (…) El sistema no es
lo suficientemente grande como para justificar el pago de tantos investigadores
como lo hace actualmente”. Son “los impulsos aventureros de la juventud” según
la Secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, o la fuga de cerebros “que
nunca puede ser considerada negativa en un mundo globalizado”, según el ministro
Wert, que remata la boutade afirmando hace muy poco en el Senado que el que los
investigadores españoles tengan que salir del país para ejercer no es algo “negativo”.
La realidad es que miles de jóvenes, formados en nuestras universidades, con un
altísimo coste para el Estado, se están viendo avocados irremediablemente al
paro o al exilio.
En estos días, los miembros de la
Carta de Ciencia, que combaten los recortes a la I+D+i, apoyados por la Confederación de Sociedades Científicas de España, la Conferencia de Rectores
de las Universidades Españolas, la Federación de Jóvenes Investigadores, la
Plataforma Investigación Digna y los sindicatos UGT y CCOO, han vuelto a
denunciar que estamos ante el “desmantelamiento de un sistema que ha costado décadas
crear y ante la amenaza del abandono de líneas de investigación y de desarrollo
tecnológico que son punteras”. Según estos colectivos, la inversión pública en
I+D se ha reducido en España en un 40% desde 2009 hasta la actualidad (casi
4.000 millones menos). Esta situación, aseguran, “llevará a España al colapso.
Y no hay mucho tiempo para la reacción”. La FJI asegura que, mientras en España
la proporción de investigadores sobre la población activa es de 9,6 por cada
mil habitantes, en la UE es de 10,4 y en Alemania de 12,7. “Sería interesante
saber, se preguntan, cuántos de ellos son investigadores formados en nuestro
país que se han visto obligados a partir, ante la imposibilidad de continuar su
carrera científica”.
El gasto global de España en
investigación y desarrollo se sitúa en torno al 1,3% del PIB mientras que en el
conjunto de la UE equivale al 2,1%, con porcentajes muy superiores en países
como Finlandia (4%), Alemania (2,8%) o Francia (2,2%). Para la Confederación de
Sociedades Científicas de España (Cosce), los recursos destinados a I+D+i en
los Presupuestos Generales del Estado del 2013 han descendido a niveles del
siglo XX, mientras Alemania ha comprometido un incremento anual hasta el 2015
del 5%. Para el coordinador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
en la Comunidad Valenciana, José Pío Beltrán, “el comportamiento del Gobierno
de España en estos momentos está generando un tsunami sobre el sistema de I+D+i
español, del que solo se observan, por ahora algunos de sus desastrosos efectos”.
Según el último informe INNOVACEF
elaborado por la Universidad a Distancia de Madrid y el Centro de Estudios
Financieros, con la colaboración de la FJI, el Colegio Oficial de Físicos, la
Comunidad de Científicos Españoles en Reino Unido y la Sociedad de Científicos
Españoles en la República Federal de Alemania, el 80% de los jóvenes
investigadores españoles en el exterior no se plantea regresar a España (como
dice Margarita Salas: “no les puedes decir vente si no les puedes ofrecer nada")
y el 81% tiene altas posibilidades de marcharse al extranjero. Y califican con
4 sobre 10 la confianza que les transmite el sistema nacional de I+D+i, frente a
un 7 para Francia, 6,6 para Reino unido y 6,2 para EEUU. En la actualidad, más
de 2.300 científicos españoles se encuentran trabajando en Inglaterra y
Alemania según estos investigadores expatriados que se han unido, al margen del
Gobierno, en las dos asociaciones antes citadas, para fortalecer las
colaboraciones científicas entre ellas, facilitar la llegada de nuevos científicos
a estos países y servir de portavoz de los investigadores españoles ante las
instituciones nacionales o internacionales.
En apenas un par de años todo un
sistema de prestigio internacional, garante de futuro, se ha venido abajo como
un castillo de arena. Es absolutamente imposible plantear la búsqueda de un
nuevo modelo económico desde estas premisas de recortes brutales a la
investigación, la innovación y el desarrollo. Y es que, como dice el Vicerrector
de Investigación de la UCM, Joaquín Plumet, “la excelencia no se puede
conseguir sin una masa crítica de investigadores”. Jubilan forzosamente a los médicos
con más bagaje y experiencia; nuestras empresas de energías renovables se
tienen que ir al exterior para redefinir su futuro; hunden la economía social
desmantelando los servicios sociales; desechan la economía verde y sostenible;
desprecian a nuestros científicos; se someten a las órdenes de recortes y
ajustes que marca la troika; vagan perdidos en un “es lo que hay” deprimente; desmantelan
y dejan en manos de unos pocos el futuro del Estado…
Muy poco se puede esperar de un
país que desprecia irresponsablemente la educación, la ciencia, la investigación,
la innovación y el conocimiento. Que lo fía todo al turismo a cualquier precio,
al ladrillo y a la exportación de productos abaratando su producción al
recortar los salarios y los derechos laborales de sus trabajadores. Para el
prestigioso economista Joseph A. Schumpeter, “en la naturaleza de la innovación
está implícito el vértigo de emprender grandes cambios para poder dar grandes
saltos. El mejor camino para que una nación se proyecte mejor en el futuro es
que, definitivamente, asuma que solo innovando podría alcanzar a los países más
prósperos”. Pero esto no va con ellos.
PD.- Después de haber escrito
este artículo, me llegó un correo electrónico, remitido inicialmente desde el
Departamento de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, y
que por lo visto lleva tiempo circulando por internet. Dice lo siguiente, textualmente:
“El centro de investigación Príncipe Felipe (Valencia) ha despedido a 108
trabajadores de los 258 empleados con los que contaba. 79 son científicos, los
que se quedan tienen una reducción de salario. Se han cerrado 14 líneas de
investigación, algunas eran sobre el cáncer, parkinson, alzheimer. Pero se han
gastado 3 millones de euros organizando un campeonato de golf de un fin de
semana en Castellón. 15 millones en unas torres de Calatrava que al final no se
van a construir. Han comprado 'por un precio simbólico' la empresa Valmor
Sports, encargada de la organización de la Fórmula 1, pero se hacen cargo de 30
millones de deuda. El viernes (el correo era de febrero) es el Día Mundial del
Cáncer. Te agradecería que lo reenviaras. El 93% no lo hará. Ah!!! La única
petición es que mantengas esto circulando, aunque solo sea a una persona más.
Por la memoria de alguien que conozcas que ha sido vencido por el cáncer o que
aún vive con él”.
Hasta aquí las comillas. Algo tendremos
que reflexionar entre todos, cuando desde la ciudadanía y los medios de
comunicación les prestamos muchísima atención a los futbolistas, los toreros,
los cocineros o los frikis de la tele, pero pasamos ampliamente de los científicos
y de sus esfuerzos y sus logros.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes. (www.antoniomorales-blog.com)